Apolo brilla. Si lo ves, morirás. "Veronika"

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La batalla no iba nada bien. No teníamos suficientes defensores para cubrir los alrededores de la estación Union, mientras que Cómodo tenía miles y miles de monstruos para rodearnos y aplastarnos. Leda dirigió el grupo formado por Diana, Eira, Tanya y yo. Se había recuperado casi por completo de su herida gracias a las habilidades de las Cazadoras y Calypso. Estaba armada con una espada que le había forjado Jo, una simple espada larga al estilo medieval, dijo que no quería nada complicado, pero que si recuperaba los fragmentos de su jingom, le pediría a Jo reforjarla. Diana llevaba su siempre confiable alabarda y una armadura más pesada que de costumbre; Tanya iba con la misma armadura con la que llegó, pero se había puesto pantalones y una camiseta de malla para ir más protegida, llevaba una espada griega y un escudo ligero. Eira vestía con una armadura de cuero hervido y tachonada de bronce, cargaba una ballesta en su espalda y portaba su espada dentada en la mano. Yo también tenía una armadura ligera, Leo me construyó otro escudo al estilo vikingo y lo pinté, esta vez con la runa Othala y escribí alrededor los nombres de las personas que yo quería más: Diana, Melkor, Elune, Alan, James, Tzamn y Lury.

Las cinco debíamos defender el punto noreste, lo cual era bastante complicado entre tantas barricadas, autos y señalamientos. Melkor estaba sentado sobre uno de ellos, acicalando sus patas; mi gato y yo habíamos pasado por muchas aventuras y a pesar de ser tan... bueno, como un gato, se mantuvo a mi lado en los momentos más difíciles, protegiéndome. Era el único regalo que me había hecho mi padre y también uno de los más importantes.

Tal vez pensarán que soy un poco sentimental y puede que tengan razón, pero no es la primera vez que me enfrento a una batalla con posibilidades casi nulas de victoria. Sé cómo se siente estar a punto de perder la vida y que aquellos cercanos a ti lo hagan también.

Peleamos contra una horda de germanos a la que pudimos mantener a raya con gran dificultad y a costa de muchas heridas. Incluso Melkor sufrió algunos cortes en su piel y cada que tenía oportunidad se lamía y luego volvía a saltar contra el enemigo. Aleksei, mi hacha de doble filo, cortaba y destrozaba escudos de los enemigos con suma facilidad. Eira congelaba a los germanos al herirlos con sus espada y Tanya los rompía con un golpe sencillo. Diana parecía usar más sus poderes del Inframundo para mantener a raya grupos grandes, pues estos germanos parecían ser como espectros no-muertos.

—Cuídense la espalda una a la otra —gritó Leda—. Estos malditos bárbaros no se acabarán pronto.

—¿Podemos usar ya los refuerzos? —preguntó Eira luego de atravesar a dos germanos con estalagmitas de hielo.

—Todavía no —Leda giró sobre sí misma para decapitar a dos de ellos al mismo tiempo—. Ese es el último recurso.

Ella se refería a nuestro plan de emergencia. Diana y yo debíamos invocar un ejército de muertos si las cosas se ponían difíciles. La razón por la que no lo hicimos al principio fue porque consumiría demasiada energía innecesariamente; lo cierto es que los muertos no son buenos guerreros. También había otro problema y es que si Diana y yo los invocamos, sólo salen muertos aleatorios y puede que ni la mitad de ellos sean alguna clase de guerrero; por eso invocarlos con Lury es mejor, así hay un cien por ciento de probabilidades de que fueran soldados... soldados de guerras perdidas.

En fin, por ahora tenía que bastar con nosotras cinco y Melkor. Los germanos seguían llegando, hordas y hordas; las trampas que pusieron Leo y Johnny se hacían cargo de muchos de ellos. Minas, alambre de bronce, pequeños robots asesinos y otros trucos que detuvieron a los enemigos, temporal o permanentemente. Tanya luchaba con bastante furia, claramente que le laven el cerebro a tu novio puede ponerte de muy mal humor.

—¡Ahhhh! —gritó Tanya—. Esto no se compara a lo que le haré a Cómodo.

Me pareció muy extraño verla así, pues en el campamento normalmente era linda y amable con todos y debo decir que con su parche se ve intimidante.

No es fácil ser un semidiós. Parte III. Ojalá que sea la última.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora