Los nuevos huéspedes que trajo Leo a Waystation nos vinieron de maravilla. Habían llegado con Leo casi al mediodía, antes de que este regresara en su dragón a salvar a Apolo y Meg. Johnny y yo los ayudamos a curarse de cualquier herida y calmamos su hambre y sed. Algunos de ellos habían sido habitantes de Waystation anteriormente, por lo que se dirigieron a sus antiguas habitaciones para descansar. Georgie, la hija de Emmie y Josephine también fue rescatada, sus madres la abrazaron y lloraron de la emoción por recuperarla, pero ella tenía la apariencia de no haber dormido en varios días, esto lo delataba las bolsas en su ojos. También, la niña decía cosas raras sobre Apolo y la muerte...
Mientras Leo regresaba, las Cazadoras de Artemisa llegaron y también se instalaron como si vivieran aquí, aunque no me sorprendió, pues Britomartis es parte de las Cazadoras y no sería extraño que ofreciera su casa a sus compañeras y su señora.
En el rato que estuvieron fuera, Johnny y yo conversamos toda la tarde, mientras Eira hablaba con Jo y Emmie sobre la Waystation y cómo vivían. Me había vuelto cercana con él durante estos pocos días, a pesar de lo bromista y bobo que podía ser, había mucho más en él.
—No me gusta que no sirvan carne —decía Johnny—. Pero no voy a negar que el queso es delicioso y las hogazas de pan... ¡Santos Dioses! Para morirse, sin ofender.
Dejé salir una risita.
—Pues mientras yo tenga Oreos, soy feliz —dije con una sonrisa—. Eso y a mi hermana.
—¿Nunca has pensado en estar con alguien además de Nika?
—¿A qué te refieres? ¿Qué más necesitaría además de mi familia y Oreos?
Él no respondió, simplemente desvió la mirada y noté como la piel de sus mejillas se puso roja.
—Bueno, hablo de si te gusta alguien —dijo casi tartamudeando—. Sólo es curiosidad...
—¿Por qué? —pregunté confundida—. ¿A ti te gusta alguien?
Aquí fue cuando las cosas se pusieron extrañas para mí. Experimenté sensaciones que jamás habían estado en mi cabeza, todo a lo largo de los días que habíamos pasado en Indianápolis. Johnny ya no era simplemente el romano que vino a ayudar, por alguna razón lo sentía como parte de este pequeño grupo, lo considero un amigo y creo que...
—Bueno, algo así —dijo él—. Yo siempre tuve una idea muy extraña del amor. Mis dos mejores amigos eran hijos de deidades del amor y siempre observaba dos aspectos de este: el deseo y la vanidad. Siempre lo rechazaba, Axel y Sebastian lo provocaban y fue hasta que conocí un lado distinto de Reyna que mi idea del amor cambió.
Esa última oración se sintió como un puñetazo al estomago, pero no tengo idea de por qué. Él siguió hablando de su cambio de corazón y no sé qué más, realmente ya no lo estaba escuchando, el enojo crecía dentro de mí, pero de una manera distinta. Tenía deseos de invocar mi alabarda y golpearlo en la cabeza con el asta. Lo último que escuché fue "gusta", probablemente refiriéndose a Reyna. Cuando terminó de mover la boca y me miró fijamente respondí:
—Pues a mí no me gusta nadie —dije fríamente y apartando la mirada—. El amor es estúpido, sólo estorba y a nosotros los semidioses puede hacer que nos maten al final. Sigo firme en lo que dije: sólo necesito a mi hermana y galletas deliciosas.
Johnny me miró con sorpresa primero y luego con tristeza. Abrió la boca para decir algo, pero fue interrumpido por un grito desesperado.
—¡Ayuda, por favor! —gritó una mujer, por la voz probablemente era joven—. ¡Edward, suéltala!
Rápidamente Johnny saltó de sus asiento y corrió en dirección al grito. Lo seguí a través de los pasillos de Waystation con gran dificultad, pues corría bastante rápido, solamente pude seguirlo cuando lograba verlo doblar las esquinas. Escuché a Jo y Eira corriendo detrás de nosotros, probablemente Emmie se quedó con Georgie. Johnny abrió una puerta y entró decidido. Lo seguimos y vi a Edward, el hijo de Atenea durante una fracción de segundo. Usaba una armadura griega ligera hecha de escamas de bronce, pero eso no era lo peor sino que en ese pequeño momento lo vi sujetando por el cuello a Tanya, su novia.
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No es fácil ser un semidiós. Parte III. Ojalá que sea la última.
FanfictionLa diosa Gaia y sus gigantes han sido derrotados gracias al esfuerzo del Campamento Mestizo y el Campamento Júpiter, peleando juntos. Ahora los romanos y griegos han establecido una relación de amistad y cooperación. Pero pronto descubrirán que la p...