Cap. 3

4.4K 191 9
                                    








Ellen Brooke Simón















La mañana llega a mi como un golpe duro, las imágenes de lo que sucedió anoche llegan a mi mente como si me hubiesen lanzado un vaso de agua a la cara.

No es que me sienta orgullosa de que el señor Moere me echará de su oficina como si mi voz le cansará y lo más probable es que tampoco quiera que me le cruce por delante hoy, eso que me toca llevarle su desayuno.

Aunque este preparada y me tiemblen las piernas como ha pasado desde que puse un pie en este edificio, debo ir justamente a buscarlo en el gimnasio del cual ya conozco la dirección.

Debería darle las gracias o echar maldición cuando noto lo cerca que está la puerta.

–Dios, necesito que esto de ignorarme se acabe.

Mis pasos se detienen en el umbral de la puerta dispuesta a cumplir con mi trabajo. Si tengo que hacerme la ciega no lo pensaré ni una sola vez con tal de olvidar los momentos incómodos, consideraré esto como si fuese un recuerdo de lo que viví mientras buscaba alimentar mis experiencias.

Puedo distraerme con cualquier cosa siempre y cuando no me ponga a admirar las vistas que recibo del señor Moere. Que me haya hecho esa pregunta no significa que me esté dando alas para estar en algo con él, pude considerarme la menos indicada debido a mi falta de experiencia con eso de tener encuentros bajo reglas y condiciones, pero en un segundo si lo consideré fuera de contexto.

Mi Madre no hablaba conmigo de esos temas, y era lo que le correspondía hacer apenas cumpliera la mayoría de edad, pero me daba tanta vergüenza preguntarle y terminar siendo abochornada por ella.

No lo quería, tampoco que pensará que lo que quería saber era por que tenía planes de practicarlo. Ella podía ser así de mal pensaba, y creo que siempre tuve mis razones en callar mis dudas.

Pero eso no es lo que importa ahora, pensar demasiado no me ayuda en los deberes y como no quiero ser regañada lo mejor es que termine de pensar.

Ladeo mi cabeza alejando mis dudas, guardandolas en el fondo de mi mente. Donde ni yo pueda volver a tenerlas al menos por el momento.

Respiro profundo dándole fin a mis nervios.

>>Señor Moere, ya esta listo su desayuno —anuncio en voz alta para que me escuche desde donde sea que esté y nadie me responde.

Comienzo a pasear mis ojos por cada lugar mirando cada aparato de ejercicio que hay en el lugar con el fin de buscarlo y sigo sin tener suerte.

>>Señor Moere, su desayuno se enfría —me acerco a la puerta del baño con discreción al escuchar el ruido del agua dentro.

Seguro y falta poco para que salga de la ducha. No es como que vaya a hacer otra cosa más que seguir sus ordenes todo el día, me parece extraño que mis obligaciones sean más para él que otras cosas que se deben hacer en el edificio. Debo estar todo el día detrás de él pendiente a los antojos del señor, no solo esperar a que preparen su comida y llevársela a donde sea que se encuentre enjaulado.

En este caso, según el horario que me pasó su secretaria su desayuno debe estar en la azotea a penas y salga del gimnasio.

Ahora se ha tardado más de la cuenta sin saber que puede provocar que la señora regaños se moleste conmigo por tener que recalentar su comida. Así que no lo voy a permitir, no voy a soportar que esa bruja me trate como quiere por un simple disparate.

Giro el pomo de la puerta empujándolo hacia dentro con fuerza, lo siento por él y si me despide por lo menos tendré una razón.

–Señor Mo...

Queen of Daddy  | +21 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora