Maratón: 1/...
Brandon Moere
Los Padres de Ellen parecen tener diferentes perspectivas en cuanto a mi. Su Madre parece demasiado emocionada y según lo que observé también se encuentra demasiado nerviosa por mi presencia, a cada momentos evita mi mirada como si no fuera digna de encontrarse con ella.
Parece una mujer no mayor de los cuarenta años con rasgos sencillos, diría que la belleza de Ellen no es compartida, pero no mentiré diciendo que no sacó eso de los rasgos de su Madre. Lo diferencia su cabello que cae en ondas gruesas sobre sus hombros y los ojos oscuros buscando entre una mezcla de verde con un poco de marrón, lo demás es tan similar a su Madre.
En cambio, con su Padre no comparte muchas cosas y es un poco difícil describir que rasgos comparte con ella. Supongo que el hombre me causa tanta curiosidad más por como me mira a los ojos atentamente y menos por en como se parece a su hija.
Apostaría a que en su cabeza se está imaginando las mil maneras de arrebatar a su hija de mis brazos, pero eso nunca va a suceder porque en mi cabeza también estoy imaginando las mil formas de atarla a mi para siempre, sin que pueda escapar.
–Necesito hablar con el caballero, a solas. Tú y tu Madre pueden esperar aquí mientras tanto —exige y es lo que había esperado por como lleva sus manos a los bolsillos de su pantalón.
–Papá.
Ellen se remueve pareciendo tan nerviosa por el pedido de su Padre. Admito que yo también me he puesto en alerta con él, tal vez los nervios que tenía anteriormente han subido de categoría y realmente tengo miedo de que mi suegro no me considere como el hombre perfecto para su hija.
–Si quiere puede seguirme a una de mis oficinas, así tendremos privacidad —propongo con sigilo. Quiero llevar las cosas bien, aunque supere el número de intentos.
Él mira a su esposa y a su hija buscando que ambas asientan.
–No tardaré mucho.
–No dudes en llamarme...si me necesitas.
– Si, Papá.
Solo gira sus ojos haciéndolas parecer algo dramáticas a ambas.
–Es una conversación entre hombres, nada que implique ayuda. Regreso en unos minutos.
Soy el primero en caminar a la oficina del primero piso, apenas trato mis asuntos en ella y apesar de eso les digo que la mantengan limpia. Uno no sabe cuando necesitara reunirse con urgencia, o como ahora que siento el alto riesgo de lo que viene.
Mi suegro me sigue adentro y cierra la puerta detrás de mi para después acomodarse en la silla frente a mi escritorio. Creo que se pondrá a inspeccionar los alrededores, pero nada sucede en los breves segundos que no hablamos. Solo se mantiene en espera.
He conocido hombres que me venderían las manos de sus hijas en matrimonio con tal de tener un misero puesto en mis empresas, formar una alianza, o incluso una pequeña sucursal que lleve el apellido Roman involucrado.
Recuerdo el socio de Papá, Leonardo Cardini, quien tiene tres hijas que disfrutan de una belleza extremadamente sencilla. Gemelas y la hermana mayor con veinticuatro años que me ofreció como negocio para que sus empresas no quebraran hace dos años. Los amigos de mis abuelos, conocidos de Jonas y uno que otro inversionista que trató de unir lazos para no perder sus inversiones.
Si contara con los dedos de las manos cuántos fueron seguro llegaría a muchos más de los que puedo contar.
Me enorgullece mucho que el Padre de Ellen no se vea como ese tipo de personas porque tan solo su postura me hace ver que es un hombre que tiene los pies bien puestos en esta tierra y que no necesita poner a su hija como carne de subasta a ver quien ofrece más dinero por su mano.
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Queen of Daddy | +21 |
RomansaÉl ya se encuentra aburrido de tratar con mujeres que no elevan sus expectativas, quiere algo más nuevo y fresco, alguien para llenar de placer bajo sus llamadas cadenas de placer. -Serás mi nueva adquisición. -¿Serás un amo para mi? -Daddy, grabate...