Cap. 8

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¿Si me he lanzado alguna vez con una chica?

Si.

Lo he hecho y no me arrepiento en absoluto de los resultados que obtuve de aquello.

Siempre he sido directo con lo que quiero y me molestan los titubeos a la hora de confesar lo que realmente deseo de una mujer.

Muchos considerarán que desde pequeño soy un caprichoso que cuando no consigue lo que quiere se convierte en un niñato imbécil que patalea por su juguete, pero ni siquiera necesito pedirlo cuando lo tengo a mis pies.

Un poco de codicia no le hace mal a nadie.

Ellen me ve en espera de la respuesta que tanto ansia y prometí darle.

Después de tantos rodeos me dispongo a cerrar el ciclo de callarme lo que me cierra la garganta.

–¿Y bien señor Moere? No creo que le siente la cobardía —escupe dejando sus manos en su espalda, me observa objetiva, estudiando cada expresión de mi cara con suma atención —Usted...

—Quiero...

"Quiero estamparte contra la encimera, romper la maldita barrera llamada ropa, inclinarte y clavarme en ti en lo más profundo de ese co..."

>>Quiero saber a donde fuiste y porque no hablaste conmigo antes —es lo que sale de mi boca ¡Maldita sea, sueno a un imbécil celoso! —¿Se te olvidó que soy tu jefe o necesitas que te lo recuerde? —me acerco un metro más a ella e intenta retroceder, pero se encuentra sin más espacio.

Tiene las mejillas más rojizas que de costumbre, noto su respiración entrecortada y el parpadeo constante que la mantiene desubicada.

–La señorita Susane...

Carraspeo interrumpiendola.

>>Usted no estaba y decidí que ella podía suplantar las ordenes, necesitaba ir a esa cita porque no quería darle paso a más dudas de las que ya tenía —explica jugando con sus dedos sin dejar de verme, sus ojos terminan de confesarme lo que había sospechado desde un principio —No hay nada más.

Asiento.

Es fácil de entender.

Un niño de dieciséis o diecisiete ha terminado venciendome, una persona del pasado ha tenido más peso que yo en tan solo una cita con Ellen ¿Dónde quedo yo ahora? Se supone que lo conseguiría en el menor tiempo posible.

Si ya sé que me confesó que no tenía nada con el mocoso ese, pero esa cita no pudo haber ido mal. A penas entró me di cuenta de lo feliz y resplandeciente que lucía, prácticamente, lanzaba brillitos con cada paso y que gracias a mi veneno terminaron desgastandose.

–¿Y que sucedió en esa cita? —le pregunto finalmente deshaciendo el nudo en mi garganta. También aprovecho para disimular todo alejándome de ella con pasos certeros, abro el refrigerador y tomo una cerveza "Peroni" que inmediatamente destapo con mis dientes. Es una costumbre que todavía perdura en mi.

Bebo el primer trago bajo la mirada indignada de Ellen.

Seguramente molesta por la gran horda de preguntas que tengo lista para hacerle, salió sin mi permiso, por lo menos me merezco saber si lo nuestro no puede ser, si debo alejarla desde ahora antes de que tome mayor peso en mi vida.

–No es importante —espeta severa y camina hacia donde estoy a paso apresurado, dejo la cerveza en la encimera para verla cuando se detiene a mi lado.

Con su hombro en mi pecho me hace un poco para atrás tomando mi espacio, y casi que no me aguanto la sonrisa que se extiende en mis labios.

Vamos bien.

Queen of Daddy  | +21 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora