Cap. 14

2.6K 123 6
                                    


Maratón 1/3



Hoy resplandece un nuevo día, con eso es suficiente para prepararme desde primas horas aprovechando la energía positiva que resurge en mi cuerpo.

Hago mi rutina de todas las mañanas disfrutando de un baño caliente con un vaso de zumo de naranja a mi alcance. Me tallo la piel hasta confiar en que está completamente limpia. Soy un poco aficionada a la higiene.

Mi pelo es lo siguiente una vez salgo de la ducha para detenerme frente al espejo, realizo una breve observación en las puntas temiendo que esté maltratado, pero se encuentra en perfecto estado. Lo cepillo un par de veces antes de que el proceso de secado comience naturalmente.

Apenas se seque será un desastre total hecho maraña con pelos en todas las direcciones.

Y no es exactamente como quiero que esté, así que lo envuelvo en dos trenzas africanas envolviendo hasta el último pelo que trata de escaparse.

Una última mirada al espejo y me coloco mi uniforme que es solo un mandril de cocina junto a un vestido floral.

Toda la noche he pensado en lo que me propuso el señor Moere. Basta de contenciones que no nos sirven a ninguno de los y que solo nos retrasa el tiempo que nos debemos juntos.

Me muevo en cada rincón preparando hasta el más mínimo detalle de mis planes.

El día está hermoso y pienso aprovecharlo.

Me detengo frente a mi espejo un breve segundo, pero que no pasa a otro más con lo que veo a un lado de mi cama. Las mismas flores que pude contemplar en el invernadero yacen en mi habitación, exactamente, una de cada una.

El estómago se me contrae al entender la referencia.

Él no quiere que le haga esperar más, desea que me enfrente y le entregue en bandeja de plata lo que tanto codicia.

Yo.

Es todo lo que quiere.

De algún modo tengo que hacerle saber mi respuesta.

Pienso en lo que tengo que hacer ahora por él, tal vez podría aprovechar el desayuno y colocar la flor que representa lo que quiero darle para terminar con esto.

Toco las trenzas que me he hecho recién y que aún se encuentran húmedas dándoles un mejor perfil, tomo la flor como corresponde, lista para salir.

–Tu puedes hacerlo —me digo a mi misma con la flor descansando sobre mi pecho, esperando esta sea la mejor decisión.

El recorrido hacia la cocina no es que sea muy largo. Nosotras como empleadas tenemos habitaciones en un pasillo especial, un poco mas alejadas de lo que debería, pero con el fin de respetar nuestra privacidad.

Mi único deber aqui es llevar cada desayuno, almuerzo y cena sin tardanzas.

¡Si, porque extrañamente el señor no se pierde ninguno de los tres aunque yo desee un descanso!

Me sé cada rasgo de su cara ya.

Solo sonrío queriendo desaparecer la rigidez en mi estómago.

Ambos somos puntuales cuando se trata de nuestros encuentros, pero lo que nunca pensé es que alguien pudiera ser tan responsable. Normalmente, las personas con tanto dinero como él no se esfuerzan en tener presente algo más que no sea trabajo, siempre en medio de contratos, asuntos privados con los que apenas y se tiene tiempo de echar algo de comida en su boca.

Mi Padre hacia lo mismo todos los días antes de ir al trabajo.

Una mordida a una media luna, un sorbo a su chocolate caliente y luego irse con una quemadura en la lengua. Aunque no tuviera mi atención siempre recuerdo sus rutinas, como cada mañana en que no faltaba un beso en mi frente o una sacudida en el pelo.

Queen of Daddy  | +21 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora