Capitulo 31

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Esa noche, Bud y Sheryl entraron a una casa de bajo riesgo y volvieron con rapidez, no había sido mucho el botín pero era suficiente para mantener la imagen de que seguían activos.

A la mañana siguiente, Kate despertó emocionada por lo que le esperaba y junto a Bud y Dilan bajo al pueblo.

—¿No veo como esto te va a ayudar?— se quejo Dilan una vez más.

—Es la manera más rápida de adquirí experiencia y en nuestra situación el tiempo es muy valioso, entre más rápido nos preparemos mejor— respondió la menor —además, tal vez encontremos algo o alguien de utilidad—

—Llegamos— Bud señaló una vieja casa a orillas del pueblo en el que se encontraban —entraremos por detrás—

Los mejores siguieron al mayor pero en vez de entrar a la casa pasaron por una puerta que se dirigía a un sótano. Al bajar el lugar era demasiado grande.

Bud les mostró todo, la arena de combate, los vestidores y las áreas de entrenamiento. También les explico que había habitaciones y una fue reservada para ellos.

—Los combates empiezan desde el amanecer hasta pasada la media noche— siguió explicando el mayor —el lugar está vacío por qué los combates de este momento son de novatos pero después de la puesta del sol el lugar se llenará, en ese momento empiezan los combates estelares—

—Supongo que yo estaré en los de la mañana—

—Si, te dije que empezarías desde abajo—

—¿Seguro que no corremos riesgo?— pregunto Dilan.

—Si, la mayoría de los que están aquí serán criminales buscados así que aunque los descubran no es probable que los entreguen. Aún así es mejor que estés alerta y no se dejen ver mucho tiempo juntos—

—Bien, tomaremos precauciones— dijo Kate.

Bud los llevo a una especie de oficina en la que después de esperar unos minutos los hicieron pasar.

—Asi que son ellos— dijo un robusto hombre poniéndose de pie y acercándose.

—Él es Dongh— lo presento Bud —es un viejo amigo, pueden confiar en él—

—Los mantendré a salvó tanto como se pueda—

—Entonces los dejo en tus manos— Bud se despidió y se marchó.

—No necesito explicaciones de que hacen aquí o que quieren, eso no me interesa— mencionó Dongh —pero si les daré algunas sugerencias cuando lo vea necesario—

—Estamos bien con eso—

—Les mostraré su habitación y mi primer sugerencia sería que tu— señaló a Dilan —empieces a cojear o algo si no es tu intensión luchar, que no te vean como una amenaza—

—¿Así?— Dilan cambio su andar y comenzó a arrastrar un pie.

—Si, así está mejor— se detuvieron frente a una puerta y Dongh la abrió y los hizo pasar —estas son sus llaves— se las entregó —tu primer combate será mañana antes de medio día —le dijo a Kate— puedes usar el área de entrenamiento todo el tiempo que quieras pero te sugiero lo hagas en la mañana, en la tarde suele haber compañías no muy agradables—

—Entiendo—

—Si necesitan algo mas, saben dónde encontrarme— Dongh se marchó.

—Es un lugar agradable— Dilan se dejó caer en una de las camas —¿Y bien? ¿Que harás?—

—Planeo ir a entrenar y así conocer un poco más el lugar—

—Te acompañare— Kate asintió mientras se miraba en el gran espejo que tenía la habitación.

Llevaba el cabello recogido en una coleta alta y sobre sus ojos llevaba una especie de cinta oscura que le permitía ver con claridad pero no dejaba ver el color de sus ojos. Dilan seguía usando solo una capucha.

Juntos se dirigieron al área de entrenamiento pero al momento de llegar se le negó la entrada a Dilan argumentando que solo los peleadores podían entrar por seguridad de los civiles. Dilan estaba a punto de entrar a la fuerza cuando Kate le tomo del brazo y entonces el mayor recordó que tenía que parecer débil. Así que conteniendo toda su furia se marchó a conocer el resto del lugar.

Kate entro y el lugar estaba dividido en secciones, a ella le asignaron la habitación 14, que más que habitación era solo un área con herramientas de práctica delimitada por unas vallas muy pequeñas.

Después de un breve calentamiento, desenfundó su espada y comenzó a practicar.

Aprovechando una de las órdenes del rey, Jahiel decidió que era buen momento para buscar nuevos miembros para sus tropas. Así que se dirigió a uno de los pocos lugares que operaban bajo supervisión del rey. Él sabía que ahí encontraría desde la escoria más desleal hasta sujetos realmente hábiles.

Entro a la habitación que ya tenía designada para sus visitas y después de quitarse aquella gabardina que solía usar se colocó un chaleco de cuero que incluía una capucha que le cubría el rostro hasta la nariz solo dejando ver sus ojos.

Bajo al área de entrenamiento a encontrarse con uno de los instructores. Aunque era un lugar dedicado a las apuestas mediante las peleas clandestinas eran bastante organizados y si uno poseía el dinero suficiente podía contratar un instructor que le enseñará cualquier arte de la guerra. Por eso era muy común ver hijos de nobles en los combates de la mañana.

Jahiel observó el lugar, por la hora era normal no encontrar a nadie pero logro escuchar el sonido del aire siendo cortado por una espada.

—¡J! ¡Hace tiempo que no te veía!— el instructor que buscaba lo recibió con gusto —¿Buscando nueva mercancía?—

—Sabes que no me gusta llamarlos asi—

—Si, lo sé, lo se— sonrió el sujeto —creo que hay algunos que podrían resultarte interesantes, déjame busco los archivos—

Jahiel vio como aquel instructor se alejó y de nuevo se sintió atraído por aquel sonido del metal chocando, así que camino en su dirección.

La pose de combate que vio lo atrajo a un más, aunque tenía grandes diferencias la base de los movimientos era la misma que había aprendido él, la misma que enseñaba Kronth.

Así que en completo sigilo se acercó.

Sangre de ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora