El mes casi se terminaba, Kate ya había aprendido lo que necesitaba. Incluso habían practicado su escape por la parte más difícil de atravesar el bosque, ya habían establecido varios puntos seguros.
El plan de Kate era arriesgado, si algo salía mal los guardias los atraparían, pero ambos estaban dispuestos a llevarlo a cabo. No podían permitir que siguiera sucediendo semejante injusticia con la gente del pueblo. Y si todo salía bien ellos habrían ganado mucha más experiencia.
Por fin el día llegó, ambos bajaron rumbo al pueblo pero Kate se quedó oculta en el bosque cerca del camino, Dilan se adentró en el pueblo para ver a él recaudador de impuestos, en efecto los guardias habían aumentado, antes eran sólo dos, ahora lo acompañaban cinco. La rutina del recaudador de impuestos fue la misma de hace un mes, después de estafar a esa pobre gente se dispuso a volver por donde había venido.
Dilan corrió a donde Kate, el sol estaba por ocultarse y el plan se pondría en marcha. Dilan había observado lo suficiente a los guardias como para saber qué ninguno era una amenaza real.
Al caer el sol, un carruaje se vislumbró en el camino rápidamente ambos tomaron sus posiciones. Kate se adelantó varios metros y se recostó en el suelo en medio del camino. Dilan se ocultó a un par de metros de ella. Como esperaban el carruaje se detuvo, y en cuanto uno de los guardias dijo que era una chica desmayada en el camino el recaudador de impuestos no dudo en decir que la subieran al carruaje, el guardia obedeció, Kate estaba concentrada en mantener su respiración estable para seguir aparentando que estaba inconsciente. En cuanto la subieron al carruaje el recaudador les dijo a los guardias que le dieran algo de privacidad y estos bajaron del carruaje y se alejaron un par de metros, justo frente a Dilan.
El recaudador se acercó a Kate mientras la observaba. "Aún no" se repetía ella mentalmente, al igual que Dilan, ambos esperaba el momento perfecto.
Dilan lanzó una roca a uno de los guardias quien inmediatamente comenzó a discutir con otro de ellos, mientras los demás se iban involucrando poco a poco y hacían la discusión más grande. Era un error tener guardias que no se llevarán bien.
Al escuchar la discusión el recaudador de impuestos maldijo y se dispuso a bajar del carruaje, pero antes de que lograra tocar la puerta sintió algo helado rozar su cuello.
—Un movimiento o un sonido y aquí acaba su vida— le susurró una dulce voz a sus espaldas.
Dilan espero el momento en el que los guardias amenazaban con golpearse y con el cobijo de la oscuridad salió de su escondite, no les dio tiempo a reaccionar cuando ya tres de ellos se encontraban inconsciente en el suelo. No los mataría, no lo haría a menos de que fuera necesario. Se acercó a los dos restantes que para sorpresa de él en vez de enfrentarlo prefirieron huir ¿que clase de guardias eran estos? Unos segundos después estuvieron lejos de su vista. Se acercó al carruaje y en cuanto abrió la puerta Kate le arrojó la bolsa de dinero.
—Gracias por su valioso servicio— Dilan hizo una reverencia, segundos después Kate dejo inconsciente al sujeto y huyeron al bosque.
Corrieron sin mirar atrás, con la adrenalina recorriendo todo su cuerpo, les gustaba esta sensación, les gustaba lo que estaban comenzando a hacer, se sentían poderosos, libres.
Se detuvieron en el punto seguro que habían marcado, aunque no era necesario nadie los seguía. Ambos se miraron sonriendo y comenzaron a reír de nuevo. Una mirada más basto para reafirmar su deseo de seguir robando y alimentando al pueblo.
A la mañana siguiente regresaron al pueblo, el joyero los esperaba fuera de su tienda, está vez no hubo necesidad de amenazarlo pues él rápidamente se dirigió con ellos a la plaza y comenzó a devolver el dinero. Los agradecimientos llovieron nuevamente junto con algunas lágrimas, ambos hermanos se miraron y asintieron, seguiría haciendo esto hasta que les fuera imposible.
Un año pasó desde la primera vez que asaltaron al recaudador de impuestos, Dilan y Kate habían adquirido la experiencia suficiente para volverse una amenaza, el recaudador de impuestos fue cambiado varias veces y se les daba el número de guardias que solicitara pero Kate siempre tenía un mejor plan y Dilan siempre estaba dispuesto a realizarlo. Llegó el punto en el que nadie quería trabajar en esa zona del reino, pues Kate y Dilan habían estado robando cerca de otros poblados para no dejar pistas. La gente de los alrededores sabía que ellos eran los ladrones pero estaban tan agradecidos de que les devolvieran su dinero que ninguno se atrevería a entregarlos, y aunque lo quisieran hacer no sabían donde encontrarlos, ellos no dejaban pistas.
Hoy bajarían al pueblo para reabastecerse, llevaban dinero más que suficiente y aunque los vendedores trataban de regalarles cosas o hacerles grandes descuentos ellos se negaban. Ya no sentían necesidad de ocultarse en el pueblo al pie de la montaña, así que ya no bajaban encapuchados. Al ver sus apariencias y el color de los ojos de ambos se desataron miles de rumores e historias sobre ellos. La favorita de Kate era en la que se decía que eran los difuntos Reyes, que cansados de la injusticia que sufría su pueblo decidieron volver a la vida y restablecer la justicia.
Kate y Dilan rara vez se encontraban con alguien en el camino al pueblo, pero ese día alguien pasó a su lado, sería imposible no desviar la atención a semejante sujeto. Media casi los dos metros y su ancho cuerpo dejaba ver la musculatura que se trataba de esconder en vano bajo los harapos que usaba, se tambaleaba de un lado a otro parecía estar ebrio, se sostenía con un bastón casi del mismo tamaño que él.
Ambos lo miraron hasta que casi estuvieron frente a frente, el sujeto no despegaba la mirada del suelo, realmente estaba ebrio pues el olor a alcohol lleno el ambiente. Al pasar a su lado el sujeto se tambaleo y golpeó a Dilan hombro contra hombro, siguió su camino sin inmutarse.
—Que maleducado— murmuró Dilan
—Es sólo un ebrio más, no vale la pena molestarse— dijo Kate y siguieron su camino.
Al llegar al pueblo, Kate le pidió a Dilan que le dieran un par de monedas por que necesitaba comprar una herramienta para el huerto que tenían.
—No lo encuentro, no lo tengo—dijo Dilan mientras revisaba todos sus bolsillos y ropa.
—¿Como que no lo tienes?— insistió Kate —yo vi cuando lo guardaste incluso venía haciendo ruido al bajar por el bosque—
—Si, estoy seguro que... ¡El sujeto del camino!— Dilan miro a Kate —justo después de chocar con él, el dinero ya no se escuchó mas—
—Eso es imposible, a penas y te tocó con el hombro—
—Aun así estoy seguro de que fue él y lo voy a encontrar—

ESTÁS LEYENDO
Sangre de Reyes
ПриключенияKate y Dilan creían tener una vida normal con su padre, pero todo cambio el día que pidieron ir a la capital del reino. Ese día su destino se desencadenó trayéndoles sufrimiento y desesperación, hasta que una luz apareció, tuvieron un nuevo hogar q...