Capítulo 5

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—¿Un rey?—

—Si, y tu debes ser digno de poder manejarlas, así que comencemos a entrenar—

Estuvieron toda la tarde practicando movimientos básicos, hasta que Dilan cayó rendido en el piso, ya había oscurecido asi que Khronth se acostó a su lado y observaron el cielo nocturno invadido de estrellas.

—¿Estas seguro de que podré manejar las espadas?—

—Yo no soy el que debería estar seguro, eso debes hacerlo tú ¿te sientes capaz de manejarlas?— Dilan guardo silencio unos segundos.

—Aprenderé a manejarlas—

—Asi se habla— Khronth suspiró —entrenaremos lo básico un mes, por que después tengo que volver a palacio por unos asuntos pendientes y no se cuando regrese. Todo el tiempo que este ausente quiero que sigas manteniendo un entrenamiento exhaustivo con todo lo que te he enseñado y a mi regreso espero me muestres resultados—

—Lo haré, no seré el mismo cuando vuelvas— se quedaron unos minutos más contemplando el cielo hasta que decidieron que era hora de entrar.

Esa noche mientras Khronth revisaba unos papeles enviados de palacio, alguien tocó a su puerta. Era Kate.

—Dilan me dijo que se marcha—

—Ya te he dicho que no me hables tan formal; si, me voy en un mes pero trataré de volver pronto—

—Es por algo relacionado a nosotros ¿verdad?—

—¿Por que lo dices?—

—Por que si no nos habría llevado con usted, en la capital hay algo malo ¿verdad? Por eso papá no quería que fuéramos— la pequeña parecía querer llorar pero se esforzaba por mantener un semblante serio.

—No hablemos de eso, mejor dejame acompañarte a tu habitación— pero Kate no se movió.

—Volverás ¿verdad?— dijo sin poder contener el llanto, Khronth se arrodilló a su lado y la abrazo.

—Volveré, te lo prometo—

...

El mes restante paso muy rápido, Khronth se marchó dejando a los niños a cargo de sus sirvientes. Pasaron los días, las semanas y los meses hasta ser un año y medio.

Dilan no flaqueó ni un solo día con el entrenamiento, se esforzó más de lo que debía y vio los resultados. Cambio los palos de madera por unas espadas de entrenamiento. Mientras tanto, Kate, que todo ese tiempo había estado siendo educada en casa por temor de que recayera en la enfermedad, había aprendido tanto que ya podía manejar las finanzas de la casa. Estaba por cumplir los 12 años pero mostraba la gran inteligencia que siempre caracterizó a su abuelo.

Una mañana, por fin se escuchó un carruaje detenerse frente a la casa. Los niños corrieron a recibir a Khronth, el cual al verlos suspiró aliviado de encontrarlo sanos y salvos.

—Te dije que volvería— le dijo a Kate, quien lo miraba fijamente.

—Algo no está bien ¿verdad?— pregunto la pequeña.

—Hablemos adentro— los tres entraron a la casa y se sentaron en el comedor.

—He mejorado mucho con la espada— dijo Dilan tratando de aligera la tensión que había surgido en el ambiente.

—No esperaba menos de ti— sonrió Khronth.

—¿Nos dirás lo que sucede?— pregunto Kate.

Sangre de ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora