Capítulo 12

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Dilan se quedó inmóvil viendo el terror en los ojos de su hermana, viendo como rompió la promesa mas importante que le hizo.

Se acercó lentamente y cubrió a su hermana, el temor seguía en su rostro. Pero dejó que Dilan la tomará en brazos y la sacara del pueblo ante la mirada de todos los habitantes.

Al llegar a la cabaña, Kate estaba dormida. Dilan la vistió y curó sus heridas, la recostó y fue a limpiarse. Y ahí, bajo la luz de la luna, se dio cuenta de lo que había hecho, vio la sangre que había derramado. Había matado y no solo a un hombre. Se dejo caer al suelo y comenzó a sollozar al recordar lo que había hecho, sus manos habían arrebatado tres vidas. Ahora estaban manchadas de sangre.

Sintió un incontrolable impulso de limpiarse, por más que tallaba sentía que la sangre no desaparecía al contrario sentía que se adhería a él. Esa noche no se borraría nunca de su memoria, la ira lo había cegado por completo. Le prometió tantas veces a Kate que sin importar que la protegería y había roto esa promesa de la peor forma, si no hubiera llegado a tiempo la situación hubiera sido irreversible.

Entonces recordó una conversación que había tenido con Khronth.
"¿Que harás el día en que no puedas protegerla?" Le había dicho su mentor y él una vez más prometió que el sería quien siempre la protegería. Si tan solo le hubiera hecho caso ni siquiera habrían tenido que llegar a esa situación.

—¡Maldicion!— grito mientras golpeaba el suelo. No podía dejar de pensar que si tan solo le hubiera enseñado a usar la espada nada hubiera pasado, si ella tan solo hubiera estado armada ni siquiera se le habrían acercado.

Se quedó mirando la inmensidad del cielo nocturno, pensando en sus decisiones y sus consecuencias. Era un hecho que si querían sobrevivir tarde o temprano tendría que matar a alguien, Kate probablemente tendría que hacerlo también. Esa noche bajo las estrellas se hizo una nueva promesa, Dilan protegería a Kate con su vida pero también le daría lo necesario para que ella sobreviviera si él no llegaba a tiempo.

Kate se despertó envuelta en sudor, aún no amanecía. Se sentía aterrada, desconcertada. Por un momento pensó que volvía a estar en ese oscuro callejón, pero al aclararse un poco su mente se dio cuenta de que no era así, estaba en su casa. Tenía puesta una nueva muda de ropa, miro a su alrededor, la cama de al lado estaba vacía, escucho ruido procedente de afuera y se acercó a la ventana. Dilan estaba practicando con sus espadas, sus ropas aún estaban manchadas de sangre, no había dormido nada.

Kate lo observó un poco antes de decidirse a salir. Dilan se detuvo en cuanto escucho la puerta abrirse, Kate se acercó a él.

—Deberías descansar— le dijo a su hermano.

—Eso no importa— dijo Dilan girándose y dejando caer sus espadas al suelo, acercándose a Kate —¿Como estás tú?— el rostro de Dilan mostraba que había estado llorando.

—Yo...— Kate no puedo responder, Dilan se había arrodillado para abrazarla.

—Perdoname, perdoname— le susurraba Dilan.

—Estoy bien— dijo Kate —no me pasó nada grave— trataba de consolar a su hermano.

—Fue mi culpa— insistía Dilan —prometí protegerte y no lo hice. Perdoname, enserio lo siento tanto— Kate tomo el rostro de Dilan e hizo que la viera a los ojos.

—Tu me protegiste— le dijo firmemente —Estoy aquí por que tu me protegiste—

—Yo...—

—Tu me protegiste, no rompiste tu promesa— Kate sonrió — me protegiste—

Dilan la abrazo con más fuerza, sintiendo el perdón en su alma un perdón que él jamás se habría otorgado. Se quedaron juntos observando el amanecer, cada uno recuperándose en su corazón de lo que había pasado.

Después de desayunar, Dilan desapareció unos momentos y cuando Kate salió a buscarlo él la llamó. Al acercarse Dilan tenía en sus manos la espada que el viejo Keneth le había regalado.

—Creo que es hora de que comiences a usarla— le sonrió Dilan, los ojos de Kate se iluminaron a penas podía creerlo —claro que primero te enseñaré todo lo básico, pero con el tiempo la usaras como si fuera una extensión de tu cuerpo—

—¿Cuando comenzaremos?— pregunto Kate ansiosa.

—Cuando te recuperes, no creas que no he notado que te duelen las costillas, incluso temo que tengas alguna rota—

—Me recuperaré pronto, ya lo verás y entonces tendrás que enseñarme—

—Lo haré— prometió Dilan, su mirada se perdió por unos segundos —sino hubiera sido tan testarudo él podría haberte enseñado, te hubiera preparado mejor—

—El siempre estuvo orgulloso de ti, no creo que le importe que tu me enseñes— sonrió Kate.

Dilan sonrió y le extendió la espada a Kate, está la miro asombrada. Kate esperaba que la espada fuera muy pesada pues ya antes había intentado usar las de Dilan, claro que sin el consentimiento ni el conocimiento de éste. Pero su espada era extremadamente ligera, podría jurar que están hecha de un material distinto al de todas las espadas que había visto. Parecía adaptarse a ella tan naturalmente.

—No puedo esperar a recuperarme— sonrió Kate.

A miles de kilómetros de ahí, en los calabozos del Palacio un prisionero entraba como si nada a su celda después de haber dado un paseo por el pueblo.

A penas le parecía creíble que hace unos años lo único que le interesaba era la muerte, pero ahora podía saborear la venganza. Le había tomado un tiempo el descifrar por completo aquellos dos libros que le cambiaron la vida, pero ahora tenía casi un poder absoluto para controlar lo que había aprendido, solo le hacía falta más práctica. Pero desde hace dos meses controlaba por completo la mente de los guardias y hoy por fin se había decidido a salir, solo dio un pequeño paseo por el reino pero fue todo lo que necesitaba.

Su poder se perfeccionaba cada vez más y si todo seguía su curso, pronto le haría una visita al Palacio y a su viejo amigo, el rey.

Sangre de ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora