jeonghan se enamoró sólo para darse cuenta de que nunca podría ser correspondido. perdido entre la tristeza y el rechazo se encontró con alguien que blasfemó amarle.
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45. Hey, Juliet, you really blow my mind;
POV's Hansol.
Removí mis pies inquietos mientras veía el gran reloj de la sala marcando la hora. Me sentía ansioso. La sala estaba abandonada. Sofía se encontraba en su clase de natación y mis padres en el trabajo. Estaba solo. Llenándome de pensamientos intrusivos. El sonido de las manecillas del reloj calaba en mis oídos. Era sábado. Se suponía que debería estar jugando videojuegos con Seungcheol. Sentí mi estómago retorcerse. Me llevé una mano al abdomen.
Mis pies no dejaban de sacudirse. Estaba nervioso. ¿Había sido plantado? Mi estómago volvió a retorcerse ante tal pensamiento.
Suspiré pesadamente.
Miré de nuevo la hora. Seungkwan prometió estar ahí a las cuatro de la tarde. Habían pasado quince minutos, comenzaba a perder las esperanzas de que apareciera.
Después de besarle, dos veces, y confesar que sabía que era él quien me mandaba las cartas, creí que todo había quedado dicho. No me rechazó en ningún momento. En realidad, le costó articular palabras. Era tímido, aun así creí que estábamos en la misma sintonía. Asumí que estábamos yendo un paso adelante. Tal vez, me equivoqué. Le invité a mi casa en medio de la emoción y él simplemente asintió mirando a sus pies porque, bueno, lo dije casi de inmediato después de besarnos.
Me dejé caer sobre el sofá.
Fui rechazado. Silenciosamente, sin palabras. Sofía se burlaría si lo supiera.
Me llevé las manos al rostro, derrotado. Recordé las burlas de Seungcheol y Jeonghan cuando ellos simplemente declararon que éramos novios. Mi estómago volvió a molestarme, esta vez recordando el beso y las mejillas rojas de Seungkwan. Era tan lindo que podía perdonarle este rechazo y volverle ofrecer mis sentimientos si me lo permitía.
El timbré retumbó por la casa.
Salí de mi burbuja. Mamá había dicho que quizá el paquete que ordenó por Amazon llegaría un día antes. Me levanté del sofá sin ánimos. Abrí la puerta. Frente a mí estaba Seungkwan que se despedía de alguien dentro de un auto familiar. Sus ojos se volvieron a mí. Se encogió de hombros, tímido. Estaba aquí, frente a mi puerta.
—Lamento la tardanza... Mi padre insistió en traerme, pero aprovechó para pasar al banco —explicó con todo de voz bajo.
¡Estaba aquí!
—Viniste —sonreí como un tonto.
—Sí —afirmó confundido.
Se llevó una mano a la nuca.
Salí de mi trance, mantuve una sonrisa. Olvidé todo esa basura, que pensé cuando la hora que acordamos pasó. Abrí la puerta y le invité a entrar. Él me siguió hasta la sala en silencio.
—Toma asiento. ¿Quieres un poco de agua?
Asintió despacio mientras sus ojos recorrían el lugar curioso. Mi casa no tenía nada interesante, pero Seungkwan pareció interesado. Me dirigí a la cocina a tomar un vaso de cristal, de esos que mamá insistía en usar con las visitas. Serví el agua y volví a la sala. Seungkwan se sentó en el sofá de tres plazas frente a la televisión. Le extendí el vaso de agua.
