Torn

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21. Please, don't;

Miré una segunda vez antes de decidir que no estaba loco, y todo era real. Bueno, le di una tercera por si las dudas, y era verdad. La vista no me fallaba, no estaba alucinando y al igual que yo, Seungcheol vio lo mismo, o de lo contrario no me preguntaría por qué Vernon va a hablarle a ese chico de la clase cuatro.

Estábamos en la cafetería, y yo trataba de comer mi trozo de pizza, pero mis ojos simplemente no podían despegarse de la imagen que tenía justo frente a mí, a unos cuantos metros. Vernon conocía al chico que, había escuchado hace un par de días, era su Julieta. Dos días, para ser más específico. Pero, Vernon le conocía, vagamente. Ambos jugaron juntos en el partido en el que yo por primera vez decidí correr.

Se plantó justo a un costado de él, mientras Jihoon decía algo y otro chico asentía, ¿Jun? Vi, exactamente cómo, en cámara lenta el chico de las mejillas regordetas que ahora sabía se llamaba Seungkwan, se giró a mirar a Vernon quien le sonrió, nervioso; pero se las arregló para decir algo. Lo siguiente fue que el chico pequeño aceptó y Vernon tomó asiento, lucía rígido y casi podía jurar que iba a cagarla, ahí, frente a los amigos de Seungkwan. No lo hizo. Me dio gran alivio y dejé de mirar cuando a la mesa también se agregó Jisoo.

No tenía idea cuánto tiempo pasó desde la última vez que hablamos, ¿semanas? Quizá más de un mes. Los días se volvían más largos y podía jurar que cada vez que me lo topaba, a lo lejos, él lucía mejor, cada vez mucho mejor. Comenzaba a creer que podríamos cruzarnos frente a frente y el sonreiría como si nunca nos hubiéremos conocidos.

Se sintió como una puñalada en el corazón y decidí salir de ahí. Dejé los restos de la pizza y recogí la bandeja de la comida, Seungcheol me miró, sorprendido, esperando a que le diera una buena explicación de qué rayos estaba haciendo. La siguiente clase aún no comenzaba y ni siquiera había terminado mi comida.

—Creo que me duele el estómago.

Fue la primera mentira que se me vino a la mente y ver la reacción de Seungcheol, me hizo pensar en que debería, un día de estos, dedicar un poco de mi tiempo libre a escribir buenas excusas porque se me estaban acabando. Siempre lo mismo, mi pierna o el estómago.

—Vale, te acompaño a la enfermería.

—Yo puedo ir solo.

Seungcheol frunció sus labios, cada vez más cabreado. Le estaba evitando, en realidad, le estaba haciendo a un lado, casi como él a mí cuando estaba como Geumsuk, pero ahora, simplemente, no se sentía igual. Ya no estaba acostumbrado a verle a la redonda todo el tiempo, incluso a veces, me sentía agotado.

— ¿En serio te sientes mal?

—Sí.

No era mentira si lo pensaba.

—Jeonghan —suspiró —, no seas terco. Yo te acompaño.

Negué, lentamente.

Inconforme, Seungcheol me dejó ir. Y yo, sólo me alejé después de eso, diciéndole que lo vería en la siguiente clase, lo cual me delató sobre mi dolor de estómago pero ya no importaba, en realidad. Cuando estuve fuera de la cafetería, lo único que me pasó por la mente fue, realmente ir a la enfermería a recostarme hasta que el siguiente timbre sonara para asistir a la clase de historia.

La enfermera no me hizo muchas preguntas y me sonrió con dulzura, era extraño porque era la única mujer que ejercía esa profesión que no maltrataba ni lucía acabada y frustrada. Era como esas tiernas abuelas que se veían en las series de televisión, y casi sonaba a un cuento de hadas, pero era cierto.

La enfermería era un lugar un poco estrecho, donde apenas y había sólo dos camillas y un reducido espacio en donde se encontraban unas sillas pegadas junto a la pared y del lado extremo un escritorio como varios papeles sobre la mesa y un ordenador. Una pequeña oficina para atender las dolencias de los estudiantes. Me dirigí a la última camilla que se encontraba hasta el fondo y corrí la cortina para tener algo de privacidad, no planeaba dormirme, pero no era como si quisiera sostener una conversación tampoco.

ROUGEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora