CAPÍTULO XXV: "TE NECESITO, KISE"

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"TE NECESITO, KISE"

Sonó una, dos y recién en el tercer tono le respondieron.

– Kise, ¿puedes bajar? Estoy en la puerta de tu casa.

Dijo mientras miraba la habitación del chico, era raro que donde estaba no escuchara la música que se filtraba por la llamada.

"¿Aominecchi?"

– Si Kise, soy Aomine - dijo en un tono cansado - ¿Puedes abrirme?

"No ... Estoy en otro lugar."

– ¿Dónde estás? - aquello le pareció raro, usualmente el rubio le contaba hasta que desayunaba. ¿Por qué esto fue diferente? - Tsk ... olvídalo, ¿tienes el número del guardia de seguridad de la escuela?

"Sí, sí lo tengo. Pero, ¿para qué lo quieres?"

– Es algo importante y necesito entrar a la escuela. ¿Puedes venir conmigo? Si voy solo no me dejará pasar.

"Sí, pero ya es tarde ..."

Soltó un suspiro y siguió insistiendo - Por favor ... Te necesito, Kise.

"Yo ... Está bien ... Nos vemos ahí."

– Envíame tu ubicación para esperar cerca de ahí.

Después de aquello colgó, y se quedó mirando su celular, le llegó un mensaje diciéndole que le esperara en el paradero cerca del colegio. Después de unos minutos llegó su ubicación, cuando vio la zona donde se encontraba se quedó extrañado ya que no era un lugar que el ajeno visitará.

Sin darle más vueltas al asunto, se encaminó hasta el lugar indicado, desde donde estaba no tomaría mucho tiempo en llegar ya que Kise vivía relativamente cerca del colegio. Esperó unos minutos en la parada, cuando de un bus bajó un rubio y saltó contra él.

– Aominecchi, que gusto que me llamarás - Se aferró al brazo del mayor mientras le sonreía.

Hace tiempo que había dejado de alejarlo, porque era desperdiciar energías. Ya que una vez que lograba alejar su brazo, tomaba el otro. Así que ya había adquirido la costumbre de caminar así con Kise, y ya le había dejado de molestar las muestras de cariño del menor.

– Eres el único que habla con él.

Habló con obviedad ganándose un golpe por parte del menor junto con un "qué grosero", y se pusieron a caminar hasta el colegio que estaba solo a unas cuantas cuadras. La curiosidad de Kise le hizo preguntar lo más obvio, ¿qué sucedía? Pero el moreno no sabía cómo decirlo para evitar que el menor lo golpeara.

–Yo ... Olvidé mis zapatillas de basquet en el casillero - Aomine desvió su mirada hacia un lado.

Los pasos del rubio se detuvieron arqueando una ceja - ¿Qué me estás diciendo?¿Me has hecho venir hasta aquí por unas zapatillas?

El agarre de Kise se afianzó en su brazo como símbolo de lo molesto y confundido que estaba - Yo ... Es que son mis zapatillas de la suerte ... Y no podía esperar hasta el lunes porque mañana tengo un partido.

Trató de no sonar desesperado, pero el hecho de que Kise no hablara no era un buen presagio - Te invitaré el almuerzo el lunes ... ¿Toda la semana?

La sonrisa volvió a él cuando escuchó aquello, ahorrarse toda una semana de su mesada del menú saludable que ofrece el colegio, era una gran recompensa por hacerlo venir a esas horas al colegio.

Salvando tu destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora