Los nervios aumentaban dentro de mi cuerpo a cada segundo. A pesar de la velocidad a la que iba el carruaje dentro el ambiente era tranquilo y sereno. En la mañana nos habían levantado velozmente y, con mucho apuro, nos indicaron tanto a Luke como a mí para dónde ir. El carruaje nos esperaba en la entrada por la que ingresamos dos noches atrás, y en el camino no vimos a ningún cafage de Balderik ni a él mismo, pero seguimos las ordenes de los guardias reales hasta llegar al transporte. Dentro estábamos solos, y por suerte esta vez sí pudimos ver a través de las ventanas. Uno o dos carruajes más nos acompañaban, exceptuando que aquellos vehículos parecían de la realeza y únicos para gente importante a comparación con el nuestro que era de los cafages, a pesar de que ningún cafage lo conducía o acompañaba.
Nadie nos explicó lo que pasaría al llegar a la tan aclamada escuela de magia, y eso incrementó mis nervios en cierto aspecto. Sentí la mano de Luke sobre la mía en el asiento, acariciándome levemente e intentando calmarme, y aunque mi corazón seguía latiendo rápidamente por los nervios prefería centrar mi atención en él. Todo estaba sucediendo demasiado de repente y me sentía como en un cliché típico, donde la protagonista descubre la magia corriendo por sus venas y tiene que ser entrenada para controlarla. Eso es lo que me estaba pasando a mí, exceptuando que no había visto ninguna señal de magia en mi cuerpo y todos me explicaban la información a medias. No terminaba de entender lo que sucedía a mí alrededor ya que nadie se ofrecía a sentarse dos minutos, pausar la historia, y explicar lo que estaba sucediendo. Todo estaba hecho un lío, y aunque no había tiempo para pensarlo decidí armarme una lista mental sobre los últimos acontecimientos.
Cumplí dieciséis; junto con Luke encontré un cofre mágico sobre mí cama; el cofre era una especie de portal que nos llevó a un desierto llamado Brownqueen; los cafages nos encontraron y nos llevaron hasta uno de los castillos del rey; Balderik supuestamente conoce a mi mama y me pide que oculte mi apellido, a lo cual le hago caso y todavía no sé por qué; Mariel me explicó el origen de Enova, un mundo mágico creado por monstruos míticos; Los reyes nos ordenaron a Luke y a mí asistir a Nova.
Conclusión: Si no estoy drogada o borracha creo que necesitaré terapia cuando vuelva a casa, si es que vuelvo a casa.
Finalmente el carruaje se detuvo. Intenté mirar por la ventana pero la puerta se abrió y uno de los guardias reales nos pidió bajar. Suspiré hondo y salí del transporte con Luke detrás de mí. Delante de nosotros un extenso jardín de cientos de metros se dejaba lucir por su increíble y meticuloso cuidado. A los extremos del césped se encontraban unos caminos de gravilla que conducían al fondo del jardín donde un gigante, precioso y antiguo castillo se lucía con la luz del sol cayendo sobre cada esquina. El lugar estaba desierto exceptuando por nosotros y la gente de los otros carruajes que también se detuvieron al lado de los nuestros.
─Por aquí, por favor ─pidió uno de los sirvientes reales señalando el camino de gravilla que se encontraba en la derecha.
Mientras comenzaba a caminar junto con Luke para dirigirnos al camino derecho vi como una rubia se bajaba de uno de los carruajes reales que nos acompañaron. Era la misma que presenció la falsa declaración que le dimos al rey. Parecía tener mi edad y sus rizos rubios caían hacia algunos centímetros debajo de sus hombros. Sus ojos adornaban un hermoso color miel, y su cuerpo de baja estatura deslumbraba varias curvas incluso sobre sus capas de vestido, mientras que una tiara decoraba sus cabellos dorados.
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La heredera sin nombre
FantasySi pudiese volver el tiempo atrás no lo haría. Nadie nunca me advirtió. Ni siquiera me dieron un resumen o un aviso de dos palabras, quizás algo así como "¡Reina Enova!" o "¡Sos mágica!". Mi sangre proclama un trono del que, por 16 años, nunca supe...