─No veo el porqué de ser tan dura con tu madre ─me reclamó Balderik.
Lo interrumpí antes de que dijera cualquier otra cosa más, amagando con apuñalarlo con una daga. Rápidamente me esquivó y me dejó atrás.
─Si que lo ves, pero le das menos importancia que yo ─respondí, agachándome antes de recibir un latigazo por parte de su espada.
Ya había pasado un poco más de dos meses desde navidad, y muchas cosas pasaron de por medio. Empecemos por mi madre, a quien aún no había perdonado. ¿Mentirnos tanto a Luke como a mí sobre nuestros orígenes? No me parecía justo. En vez de mudarme con ella le pedí acilo a Balderik, con quien estuve recorriendo las tres tierras del lado oeste de Enova junto con los cafages. En cuanto a Luke, aún seguía enojada por su actitud, pero también estaba preocupada por su paradero. La última vez que hablamos fue en la academia, y para ser exactos en vez de hablar discutimos. Luego de escuchar mi conversación con Ygritte salió corriendo hacia el bosque y no lo volví a ver. Los cafages estaban atentos buscándolo a pedido de su jefe, pero no había muchos resultados. Luke siempre supo jugar al escondite. Durante este tiempo conocí mejor los terrenos de Enova, incluyendo un pueblo de Bluequeen que bien podría ser el hogar del que tanto miento a la gente de Nova. Tenía coartadas y mayor información para regresar a la academia y, a insistencia de mi cuidador provisorio, también podría pelear con mayor fluidez. En estos momentos estaba cargando con muchas tácticas distintas de pelea. Primero estaba la de Nova, donde te enseñan más que nada defensa limpia y con mucho movimiento de brazos. Luego estaba la de los entrenadores que me envió Keo Darth, el cual era más de ataque utilizando mis poderes. Por último, el de los cafages, un estilo de lucha más sucio, con esquives y usando tu alrededor a tu ventaja. "Una reina sabia y astuta jamás se limita a observar desde sus aposentos" me reclamó Balderik una tarde, cuando me quejé de mis dolores fisiológicos tras un entrenamiento. Nuestra relación se había afinado, teníamos ese tipo de confianza familiar que muy pocos tenían. Él era todo lo contrario a mi padre, y en cierta forma me gustaba. Jamás te daría un abrazo, pero sabe escuchar y es sincero. Hace bromas la mayor parte del tiempo y me recuerda a Jack Sparrow, pero sin tanta locura o alcohol. Un sujeto agradable.
Volviendo al presente, me limité a volver esquivar otro de sus ataques y me adelanté hacia sus piernas, intenté tomarlas para hacerlo caer pero Balderik fue más rápido y me tomó por el cuello de mi camisa para tirarme lejos de él.
─Demasiado predecible ─comentó con una carcajada. Gruñí volviendo a levantarme.
No tuve que verme en un espejo para saber que mis ojos habían cambiado su color. Con un aire espeso de color dorado me elevé del suelo, usando mi telekinesis. Estaba enojada, cansada, me dolía el cuerpo y mi magia estaba dispuesta a trabajar por mí.
─Donna. Basta ─advirtió Balderik. Intentó disfrazar su miedo, pero falló, se olía a kilómetros. Sonreí levemente de lado, disfrutando el poder ─. Donna, sabes que no usamos magia durante nuestros entrenamientos. Baja.
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La heredera sin nombre
FantasySi pudiese volver el tiempo atrás no lo haría. Nadie nunca me advirtió. Ni siquiera me dieron un resumen o un aviso de dos palabras, quizás algo así como "¡Reina Enova!" o "¡Sos mágica!". Mi sangre proclama un trono del que, por 16 años, nunca supe...