─¡Donna, no seas testaruda! ─chilló Gia agitando sus rulos rubios por toda la habitación.
─Estoy bien así, Gia ─me señalé a mi misma, mintiéndole descaradamente.
En cualquier momento Alexei tocaría la puerta para irnos, sin embargo no estábamos listas. Sol, a quien decidí invitar para conocerla mejor, se peinaba una y otra vez frente a su espejo, perfeccionando cada detalle. Llevaba un vestido lila con tul que seguía sus movimientos y se amoldaba a su cuerpo. Gia, por otro lado, llevaba un vestido plateado de seda que llegaba hasta sus pies y le hacía una buena figura a pesar de ser suelto. Se había maquillado al estilo y se había hecho una coronilla con sus rulos que rodeaba su cabeza. Finalmente estaba yo, con una remera lisa y un pantalón algo desgastado que el reino me había mandado para usar cuando estaba sin el uniforme. Mi situación en cuanto a la ropa era escasa, pues prácticamente con Luke no teníamos estrellas para comprar absolutamente nada. Estrella era el nombre que le daban a la moneda enovaniana, lo cual me había parecido bonito pero no iba al caso.
Gia llevaba media hora insistiendo en que usara algo de su armario, que me lo prestaba, pero yo me negaba. Más que nada para mantener mi orgullo intacto.
─Donna, hazle caso a Gia. Sin ofender, pero parece que te pusiste la ropa antigua de tu antepasada ─comentó Sol con una leve sonrisa.
Lo pensé unos segundos seriamente. Rendirme ante mi orgullo o pasar vergüenza en la primera fiesta enovaniana a la que asistía. Estaba muy tentada a tomar la segunda opción, sin embargo lo pensé otro minuto más y finalmente me resigné.
─Bien, dame lo primero que veas.
Esta claro que la rubia se pasó diez minutos eligiendo un conjunto perfecto para mí. Cuando encontró algo que le convenciera me lo dio, me maquilló, me peinó, y prácticamente me encerró en el baño para que me vistiera. Después de unos segundos abrí la puerta para que Sol, quien al final decidió atarse el pelo en una coleta, y Gia se acercaran a ver el resultado. Un vestido dorado con brillos se lucía sobre mi cuerpo, no era la gran cosa pero debía admitir que me veía bonita. Acomodé la trenza que Gia me hizo y sonreí levemente para darme ánimos.
─Hice una obra de arte ─murmuró la ojimiel detrás ─, ¿Verdad?
─Sí, se ve bonita ─concordó Sol.
─Exageran ─rodé los ojos, pero la sonrisa no se fue de mi rostro ─, solo es un conjunto ─salí del baño con sus miradas aún encima.
─¡Valora mi grandeza! ─pidió la rubia riendo.
Varios toques secos sonaron en la puerta desconcentrándonos de la conversación. Me adelanté sabiendo quién era y abrí la puerta. Frente a mí se encontraba Alexei, quien vestía un pantalón beige y una camisa blanca algo suelta.
─¡Demonios! ¿Hay agua cerca? Porque estás que ardes, Donna ─me elogió mirándome de arriba a abajo con una leve sonrisa. Emití una pequeña risa antes de responder.
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La heredera sin nombre
FantasySi pudiese volver el tiempo atrás no lo haría. Nadie nunca me advirtió. Ni siquiera me dieron un resumen o un aviso de dos palabras, quizás algo así como "¡Reina Enova!" o "¡Sos mágica!". Mi sangre proclama un trono del que, por 16 años, nunca supe...