10. Oportunidades

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Gia y Sol no sabían que me pasaba, mentí y dije que estaba enferma, que alguna comida o bebida de la fiesta de Alexei me cayó mal

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Gia y Sol no sabían que me pasaba, mentí y dije que estaba enferma, que alguna comida o bebida de la fiesta de Alexei me cayó mal. No sé si se la creyeron pero ciertamente no me importaba mientras no insistieran. Me mantuve en mi cama, torturándome con mis propios pensamientos. Me sentía confundida, perdida en cierto punto, sin saber si estaba afrontando una paranoia mía o una realidad aterradora. ¿Al hablar de "La heredera Queen" se estaba refiriendo a mí?

No fue si no hasta el Lunes que tuvimos que volver a clases cuando me levanté para bañarme y cambiarme. No tenía ganas de enfrentar a Luke, de seguro él pensaba lo mismo que yo. Posiblemente también sabía como me sentía y quería consolarme, como siempre lo hizo, pero esta vez yo no tenía ganas.

Antes de entrar al comedor para desayunar ya había planeado tomar alguna que otra comida y salir rápidamente, sin embargo no hizo falta cuando una mujer petisa y flacucha se cruzó en mi vista y se detuvo frente a mí.

─Belladonna Valeriana, ¿Podría acompañarme, por favor? ─pidió la vicedirectora con formalidad e incluso algo de molestia en su voz.

─¿Qué ocurre? ─preguntó Gia a mi lado.

─Asuntos colegiales.

La rubia me miró con desconfianza, preguntándome en silencio si quería que me acompañase. Realmente, era una princesa, si ella quería podía sentarse en la mismísima silla de la directora. Negué con la cabeza y una leve sonrisa.

─Estaré bien ─le confirmé para que estuviese tranquila.

─Acompáñeme ─ordenó la vicedirectora.

La seguí por los pasillos de la academia hasta llegar frente a unas grandes puertas naranjas que desprendían un ambiente de poder y majestuosidad que me recordó al palacio donde nos llevaron a mi y a Luke tras nuestra llegada a Enova. La vicedirectora abrió ambas de par en par mostrando una gran habitación que se extendía tanto a lo largo como a lo alto, parecía ser una especie de sala de maestros. En los laterales habían mesas con recipientes llenos de agua rodeada de hielos, comida caliente y un tocadiscos inclusive. Pude divisar varias estanterías con cuadros pintados a mano y fotos en blanco y negro, aparte de varios libros y algún que otro trofeo. Por último, en el centro del lugar, una larga mesa llena de sillas donde la mayoría de profesores ya se encontraban sentados. En el extremo contrario a la puerta y sentada en el borde de la mesa, la directora me miraba con una leve sonrisa amistosa.

─Bienvenida, Belladonna. ¿Te gustaría sentarte? ─ofreció Cassandra, como la directora simpática que solía mostrar a sus estudiantes. Asentí con la cabeza algo desconfiada y me senté en la única silla vacía, alejada de todos los adultos que me observaban con tranquilidad, como si quisiera transmitirme seriedad y calma a la vez ─. ¿Cómo te encuentras? ─indagó con fingido interés. La vicedirectora finalmente se sentó a su lado izquierdo. En su derecha se encontraba a un hombre mayor con leves rasgos asiáticos, un cabello negro bien definido y unos ojos azules que me resultaron un tanto conocidos.

La heredera sin nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora