Al salir del entrenamiento con Azael arreglamos fechas específicas con horarios para practicar. El sábado fue el primer día elegido y, cómo lo acordamos, él pasó a buscarme a mi habitación. Me despedí de las chicas, quienes estaban algo histéricas por el hecho de que me juntara con el pelinegro, y fuimos juntos hacia las afueras de Nova. Sin su uniforme negro y rojo parecía más calmado y sereno, sin preocupación alguna aparente. Tenía el pelo mojado, como si recién hubiese salido de bañar, y sus ojos celestes se mantenían mirando al frente. Al encontrar su carruaje, el cual se parecía mucho en cuanto a calidad a los carruajes del rey, nos dirigimos hacia su casa.
Con las ventanas abiertas el viento entraba a gran velocidad, quitándome el calor de encima. Sonreí al sentir el aire contra mi rostro e inmediatamente una mirada se posó sobre mí. No me giré, me gustaba pensar que me observaba y analizaba, como si viese algo que otros no ven. Descubrí que eso es algo que el pelinegro solo hace conmigo, o por lo menos solo conmigo lo había notado. No iba a admitirlo en voz alta, pero a mi también me gustaba observarlo.
Me quedé en un shock momentáneo en cuanto llegamos al terreno y su casa, no, su mansión se hizo presente. Tres pisos; un jardín bien mantenido con una fuente circular; algún que otro guardia en las esquinas, ubicados estratégicamente para la vigilancia. Si decía que era de película me quedaba corta. La puerta se abrió sacándome de mi trance y bajé con rapidez, sonriendo como boba.
─Voy a admitir que esto no lo vi venir.
─Eso es ridículo. Ya sabías que mi familia tenía dinero ─contestó el pelinegro parándose a mi lado. Yo miraba la mansión con fascinación, él con aburrimiento.
─Creí que "ridículo" no entraba en tu diccionario ─lo ojeé de forma divertida, extendiendo una sonrisa. Él enarcó una ceja pero antes de que pudiera decir algo comencé a subir los escalones de entrada.
Dos guardias estaban en formación a cada lado de la gran puerta de madera. Azael se paró a mi lado para dedicarles un leve asentimiento de cabeza. Uno de ellos se acercó a la manija circular y con un movimiento de muñeca casi automático la puerta se abrió por completo dejándome deslumbrada con el interior.
En el centro de la habitación se encontraba una gran estatua de un hombre que deslumbraba un traje con corte inglés, una barba prolija y un sombrero de copa sobre su cabeza, su mirada parecía desinteresada. Alrededor de la misma, dos escaleras que daban a un pequeño salón que se veía levemente desde el primer piso. Toda la decoración se mezclaba entre maderas antiguas y oscuras con el limpio marfil del suelo.
Al estar desconcentrada viendo la casa me asusté levemente cuando una chica joven y con un delantal de servicio me quitó la única chaqueta que llevaba puesta, y con un movimiento de mano la prenda voló hasta una percha junto a la puerta. Murmuré un "Gracias" acompañado de una sonrisa antes de caminar unos pasos para examinar mejor mi alrededor. El pelinegro me seguía con la mirada unos pasos detrás.
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La heredera sin nombre
FantasySi pudiese volver el tiempo atrás no lo haría. Nadie nunca me advirtió. Ni siquiera me dieron un resumen o un aviso de dos palabras, quizás algo así como "¡Reina Enova!" o "¡Sos mágica!". Mi sangre proclama un trono del que, por 16 años, nunca supe...