28. La corona de Katherine Queen

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─Solo tenías una tarea, Azael, una sola

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─Solo tenías una tarea, Azael, una sola. No puedes ser tan incompetente ─murmuró Keo.

Podía sentir una especie de barrera mágica que debilitaba mis poderes, sin embargo aún podía escuchar y entender sus oraciones así que no me detuve a la hora de escuchar tras la puerta.

─¡Tuve que aparentar ser un borracho para caerle bien y presentarlo ante ti! No puedes dejarlo ir así como así ─continuó el señor Darth, completamente irritado.

─Él se fue sin decir ni una palabra más, no iba a ser yo quien lo detuviese ─se justificó Azael.

─¡Sí, ibas a ser exactamente tú quien lo detendría! Con halagos y falsas adulaciones. ¿No te he enseñado yo el como atraer a tus clientes?

─Estaba ocupado ─farfulló su hijo.

─¿Haciendo qué? ¿Pasando tiempo de calidad con Belladonna?

Ante la aparición de mi nombre, mi piel se erizó. Presté más atención si es que se podía.

─Es mi novia.

─No, claro que no ─aquello dejó en silencio a Azael ─. ¿Crees que no me di cuenta? Puedes fingir que es tu novia, no me molesta mientras no te desvíes de tu misión principal.

─Estoy harto de mi misión principal, no entiendo que quieres conseguir con todo esto.

Pasos fuertes sonaron en la habitación. Al parecer Keo se había acercado a su hijo, y por lo que creo no era de una forma agradable.

─A mí me importa poco si te molesta o te confunde. Eres mi hijo, trabajas para mí. Mi palabra no es un pedido, es una orden que se debe cumplir sin quejas ni objeciones ─su tono de voz frío me heló la sangre, era a su hijo a quien le hablaba de esa forma.

─Lo sé, perdóname.

Azael parecía arrepentido. Jamás había escuchado debilidad en su voz, o inclusive alguna pizca de miedo. Siempre desafiaba a todos. Los estudiantes, los profesores, la vicedirectora. Todos menos a su padre, y escucharlo en ese estado me desequilibró.

─Azael ─lo llamó, esta vez en un tono más pasivo ─. Tú eres mi heredero. No se te debe olvidar quien me remplazará algún día, y todo lo que hacemos hoy es para que el día de mañana puedas tener todo lo que un hombre quiere.

─Yo quiero otra cosa ─respondió él en un murmuro inocente.

─Si me ayudas la podrás tener también, con una corona decorando su cabeza.

Esa última frase me sacó de mi estado de lamento. ¿A qué se refería? O más bien, ¿A quien se refería?

─Te ayudaré.

─Bien ─asintió su padre, con la misma seriedad que siempre percaté en él ─. Joel ya se ha ido, así que perdiste esta oportunidad, pero mañana al volver a Nova quiero que hables con Elizabeth para organizar una reunión con los representantes de cada zona. Yo me encargaré de conseguir la información que nos falta ─finalizó, con unos pasos cercanos a la puerta. Instintivamente me alejé, sin embargo logré escuchar algo más antes de huir a toda velocidad.

La heredera sin nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora