37. Greenqueen y Bluequeen

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─Bienvenida, reina Belladonna Queen

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─Bienvenida, reina Belladonna Queen.

Mi piel se erizó. Era la misma voz que cantaba la canción de cuna. Era la misma voz que me buscaba, que me atraía hacia el Mar del Secreto, que me descontrolaba. Abrí los ojos. Seguía agarrada de manos con los demás, ellos también abrieron los ojos. A nuestro alrededor había un gran bosque, los rayos del sol, los cuales en vez de ser blancos o amarillos eran purpuras, chocaban contra las copas de los árboles formando un efecto muy hermoso visualmente. Miré hacia todos lados sin encontrar el origen de la voz.

─Aquí arriba ─dijo con calma.

Elevé la vista. Metros y metros a la lejanía, un rostro de piedra. Era como una montaña, pero con forma humanoide. Tenia piernas, brazos y cabeza, pero estaban formados de rocas, árboles, flores de todo tipo de colores y ramas que colgaban y se arrastraban por el suelo. Su cabeza tenía la forma de un tronco, y podía reconocer sus ojos y boca gracias a los pliegues irregulares que se formaban en la madera. Estaba sentado con las piernas cruzadas, como si hubiese estado un largo rato esperando, observando.

─Greenqueen... ─murmuré casi sin palabras.

─Así me llaman ─afirmó él. Varios pájaros con plumas de muchos colores se posaron sobre su hombro, haciéndole sonreír.

─Son reales ─la voz de Sol me trajo la mirada de vuelta hacia el suelo.

Todos miraban hacia arriba asombrados, aún tomados de las manos. Tomé la iniciativa y me separé, acercándome al guardián con cautela.

─¿Quieren subir? ─propuso estirando su mano hacia el suelo. Todo el bosque crujió, como si tan solo uno de sus movimientos pudiese quebrar la tierra.

Asentí con la cabeza y los seis nos subimos sobre la palma de Greenqueen. Era el triple por no decir el cuádruple de grande que todos nosotros, y solo hablaba de la mano. Nos dejó con cuidado sobre la copa de un árbol que, gracias a sus raíces y hojas en abundancia, nos mantuvo a todos a salvo y cerca del rostro del guardián.

─¿Mejor? ─su voz sonó más fuerte, y el aire que soltó empujó nuestros cabellos.

─Mejor ─asentí agradecida ─. Tenemos muchas preguntas, a decir verdad.

─Lo sé, y pienso contestar todas ellas, sin embargo déjame llamar a alguien primero ─pidió con simpatía.

Cerró los ojos y todos los pájaros volaron en cualquier dirección. Su cuerpo se iluminó con una luz llamativa de tonalidad verde que me obligó a cerrar los ojos y taparme el rostro con las manos. Los demás hicieron lo mismo.

Cuando la luz ya se había ido volví a abrirlos. A lo lejos, tras algunas montañas de roca y árboles, una gran marea de agua se aproximaba con fiereza, disolviéndose y esquivando los troncos de madera, viajando en nuestra dirección. Cuando llegó junto a Greenqueen, el agua se elevó a la altura de la cabeza del guardián y, de alguna manera extraña, tomó forma. Bluequeen. Tenía varios pedazos de hielo que le daban forma a su rostro y su figura, sin embargo la mayor parte de su cuerpo era agua.

La heredera sin nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora