Voces a lo lejos, una luz brillante hacía arder mis ojos de una manera irritante. Los fui abriendo de a poco, me cegué durante unos segundos antes de ver una cortina. Fruncí el ceño, pero incluso ese gesto dolió. Giré la cabeza, jadeando levemente por el esfuerzo, para intentar descifrar donde estaba. Me encontraba acostada sobre una camilla, habían tres cortinas blancas impecables simulando una pared alrededor de mí. Junto a mis pies una mesa con utensilios de enfermería. A mi izquierda un sillón y sobre él un pelirrojo de brazos cruzados con la cabeza baja, durmiendo y roncando.
Carraspeé la garganta, esta me dolía y estaba seca por lo tanto preferí no hablar. Luke no se despertó así que volví a carraspear, esta vez un poco más fuerte. El ojimiel levantó la cabeza sobresaltado antes de mirarme. Su expresión demostró alivio y felicidad, y no tardó ni dos segundos para levantarse y abrazarme. Solté un quejido, apenas me tocó sentí como el dolor de todo mi cuerpo comenzaba a hacer efecto.
─Perdón ─se disculpó alejándose y sonriendo levemente, aunque por poco tiempo ya que pareció haberse acordado de algo, entonces me señaló con su dedo índice y una expresión más seria ─. ¿Estás sorda y no me había enterado? ¿Por qué no me haces caso cuando te grito, eh? Te digo que no vayas y vas. Te digo que no cierres los ojos y los cierras. La próxima te voy a decir que te mates para que no lo hagas ─reí levemente, mi cuerpo se sacudió y mi dolor me pinchó como si fuese una aguja.
─Buen día para ti también ─mi voz sonaba rasposa y afónica, pero no le di importancia ─. ¿Cuánto tiempo pasó? ─intenté sentarme, pero el esfuerzo era demasiado. Luke se acercó rápidamente y, después de acomodar mis almohadas, me ayudó a sentarme.
─Unas horas nada más. La profesora Cleopatra es muy buena enfermera, ella vertió varias pociones por tu cuerpo. Dijo que capaz algunas heridas dejen cicatrices permanentes, pero que la mayoría se irían con los días.
Cierto, los vidrios. Me miré los brazos, estaban vendados en su totalidad. Aparté la mirada, no quería ni imaginarme como estaba mi rostro en estos momentos.
─¿Cómo están las chicas? ¿Y mis compañeros? ─usé un tono suave, si era demasiado brusca diría que necesitaba descansar y demás. Realmente la curiosidad me estaba matando.
─Gia y Sol se fueron hace un rato, o eso creo. Me quedé dormido.
─Sí, me di cuenta ─rodó los ojos con una leve sonrisa antes de continuar.
─Los heridos están siendo atendidos mientras que los demás están haciendo maletas ─fruncí el ceño.
─¿Maletas? ─él asintió con la cabeza.
─Van a tardar mínimo dos días en reparar la estructura de la escuela con magia, según dijo la directora. El terremoto ocurrió en toda Enova, dicen que hay edificios de Nouan que se vinieron abajo ─mis alarmas se activaron inclusive antes de que terminara la frase. Mi mamá se estaba quedando en Nouan. Al ver mi expresión se apresuró a aclarar, pero esta vez susurrando ─. Tu mamá vino a verte, de seguro vuelva en un rato ─respiré hondo volviendo a sentir tranquilidad ─. En fin, mientras que arreglan la academia todos se van a ir a sus casas, y el reino les va a dar hogar en el castillo real a las personas que se quedaron sin hogar por el derrumbe, o que directamente no tienen a donde ir.
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La heredera sin nombre
FantasySi pudiese volver el tiempo atrás no lo haría. Nadie nunca me advirtió. Ni siquiera me dieron un resumen o un aviso de dos palabras, quizás algo así como "¡Reina Enova!" o "¡Sos mágica!". Mi sangre proclama un trono del que, por 16 años, nunca supe...