31. Ayuda no solicitada

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Marzo y Abril se me habían pasado volando

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Marzo y Abril se me habían pasado volando. Entre la búsqueda de las tres pistas, el tercer ataque a Enova y mi nueva relación con el pelinegro que estaba en constante cambio, el tiempo corría sin descanso. Pronto, las clases acabarían y tendría que volver a casa. Volver a casa, no lo había pensado antes. Tendría que volver junto a mi madre y regresar al otro mundo hasta comiencen las clases en Enova otra vez. De solo pensarlo se me revolvía el estómago. Hacía mucho no hablaba con mi madre, y aunque antes estaba muy enojada ahora sentía que quizás ella debería tener la oportunidad de explicarme sus razones al ocultarnos la verdad, tanto a mí como a Luke.

Entre pensamientos y angustias en el pecho, me había despistado de mi lectura. Me encontraba en la biblioteca, las últimas semanas no me había separado de ese lugar prácticamente. Estudiaba para los exámenes que se acercaban en la academia, al mismo tiempo que seguía investigando sobre el pasado de las Queen. Había un libro para cada reina y su descendencia, y claramente me los leí todos. Había uno en particular que me había llamado la atención, pues estaba escondido detrás de la sección biológica, así que lo agarré junto a el de "Armas blancas a través del tiempo" y me senté en una mesa vacía. Al terminar de escribir mi resumen para la prueba teórica de Armamento, hice a un lado el libro y tomé el que me faltaba, admirando las letras doradas sobre el lomo. "Árbol genealógico de la familia Queen".

Al abrirlo, la primera hoja se desplegó con fuerza sobre la mesa, desenrollando un pergamino extenso y algo maltratado pero aún duradero. Me quedé atónita. Habían dibujado un árbol muy largo, con ramas que salían hacia todas partes y se enredaban entre sí pero que, de alguna forma extraña, facilitaba el entendimiento sobre la descendencia. Lo que me dejó aún más asombrada fue que, en las puntas de las ramas, no solo se encontraba el nombre de mis antepasados, sino que también el rostro. Una imagen ovalada rodeada de un marco dorado y el escudo de la familia sobre sus cabezas, una pequeña corona de oro con tres puntas. Me dirigí al comienzo del pergamino y, como esperaba, en la cima de todo se encontraba Aurelia Queen. Solté el libro y me alejé unos pasos, jadeando aterrorizada. Froté mis ojos creyendo que me había fallado la vista, o que quizás solo estaba muy cansada. Me volví a acercar, pero seguía ahí. Su foto seguía ahí. Era... era yo, esa era mi cara. Cabello negro con rulos, suelto pero bastante arreglado. Sobre su cabeza una corona muy parecida al escudo de la familia. Varias joyas colgando de su cuello y orejas, y lo que parecía el comienzo de un vestido típico de la época. Miraba a la cámara, sonriendo de oreja a oreja. Allí comenzaba la descendencia. Bajé, rostro por rostro, totalmente perturbada por mi parecido con Aurelia. Llegué al final del pergamino y mis cejas se fruncieron más que nunca. Ygritte Queen, viva. Balderik Queen, vivo. Sus nombres estaban, y no solo eso. Una rama se había enredado con la de mi madre y bajaba unos centímetros hasta llegar al último nombre de la lista. Belladonna Queen, viva. Tragué saliva y enrollé con rapidez el pergamino antes de cerrar el libro con fuerza. ¿Cómo es que este libro sabe de mi existencia? Si alguien lo llegara ver estaría en problemas.

La heredera sin nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora