Capítulo 8

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(Santi)

Hoy ha llegado toda la tropa desde Mónaco. Hace un par de semanas que nos dieron la fecha para el juicio y, quedan un par de días para que llegue el día.

- Me hubiese gustado que nos vinieran a visitar por otro motivo.

- Lo sé cariño, pero este tema hay que terminarlo ya y, de paso, pasamos tiempo con nuestros nietos. Que tienen que estar muy grandes ya.

- ¿Crees que comerán todos aquí? Tengo que empezar a hacer la comida.

- No. Marc ha dicho que nos invita a comer. Supongo que pedirá un catering para comer en casa. La prensa ya vuelve a ser muy insistente con el tema. Querrá que Leticia salga poco a la calle hasta que termine todo.

Paula, que lleva mal todo lo que le pasó a nuestra hija, se sienta en el sofá intranquila. Hace cosas la distrae de todo lo que ha pasado, pero hoy no tiene que cocinar. Le propongo que se ponga a leer alguna de las revistas que le encantan y, cuando llega la hora, me despido de ella y voy al hotel cercano donde se quedan los chicos.

- ¡Tío! Que alegría da verte. Porque eso significa que nos vamos a casa de Marc -dice mientras me da un abrazo-. Aquí hay gente que nos empieza a hacer demasiadas preguntas.

- Bueno, ya queda menos para tener que aguantarlos a todos -le respondo también cansado de tantas preguntas iguales.

Marc alquiló unos cuantos coches. Todos tienen coches en Madrid, pero todo el mundo los reconoce y mi yerno pensó que era mejor moverse con coches que no identifican para evitar que nos persigan. Creo que es exagerado, pero no le vamos a llevar la contraria. Una vez todos estamos en los coches, vamos hasta mi casa donde los dejamos dentro del garaje y, cuando no hay nadie en la calle, cruzamos la acera.

- Si no fuera por los periodistas, no tendríamos que escondernos.

- Laura cielo, lo peor es que no deberían perseguir a la víctima. hacen que todo esto sea peor de lo que ya es para Leli. Pero todo vale por una mierda de exclusiva -contesta Pol.

- Encima no podemos decir nada. Todo esta judicializado -se queja Alex.

- No quiero ni una palabras más sobre este tema delante de mi hija. Tenemos que distraerla hasta que llegue el día del juicio. Además, los niños no tienen por qué enterarse de nada de lo que está pasando. Son muy pequeños y hay que protegerlos de todo lo bueno o malo que se está diciendo.

Las palabras de mi mujer nos callan a todos y entramos en la casa. Nos sorprende ver a los niños y a Marc solos, pero rápidamente nos dice que nos estaba esperando para salir a buscarla. No hace falta que diga dónde se encuentra mi hija.

(Marc)

En cuanto llegan, me despido de ellos y salgo corriendo por la puerta. Tengo muchas ganas de estar con Leli a solas, pero no puedo permitir que alguien me vea entrando en su lugar secreto. Es su refugio, su pequeña burbuja en el mundo. No puedo dejar que un par de esos que dicen ser periodistas lo arruinen todo.

Cuanto más me voy acercando al parque, más miro a mi alrededor por si alguien me está persiguiendo. Intento que no se note que voy sospechando, pero no sé si lo consigo. Para asegurarme de que nadie me sigue hasta allí, entro por la entrada del parque que más alejada está del árbol. No veo a Leticia porque la tapan los arbustos que rodean el camino, así que está resguardada y no me ve llegar, pero en cuanto me dirijo hacia ella veo el flash de una cámara.

"No te muevas mi amor. Hay periodistas"

Como teníamos planeado, mi mujer sube a sus redes sociales una foto de ella en otro lugar de Madrid. El periodista, que ya lo tenía localizado, mira la pantalla de su móvil unos segundos antes de irse corriendo a la otra punta de la ciudad.

- El plan no ha ido nada mal -le digo sentándome a su lado antes de abrazarla.

- Tengo muchas ganas de que llegue el día del juicio. Que nos dejen tranquillos y se centren en él. Pero toca esperar y pienso disfrutar de mi ciudad.

Nos tumbamos sobre el césped. Desde nuestra posición podemos ver la copa del árbol y algunos puntos de cielo azul. El silencio y la tranquilidad del parque hacen que, tras semanas de estrés y reuniones con abogados, el tiempo se pare.

- ¿Nos podemos quedar aquí siempre?

- Pues no. Tenemos una preciosa villa en Mónaco con un jardín igual de tranquilo, señor Márquez.

- Pues, señora Márquez, nos tendremos que llevar este árbol -Leli se ríe y nos levantamos para ir de vuelta a casa.

De camino a casa vamos tranquilos. Todavía nadie se ha dado cuenta de que les hemos mentido aunque, cuando llegamos a nuestra calle, vemos a alguien haciendo guardia en nuestra casa.

- Es que ni en casa. Me van a oír -no me da tiempo a frenarla porque se planta en frente del periodista-. Graba si quieres hacerlo porque solo lo voy a decir una vez. Sois una panda de irrespetuosos que solo queréis grabar el dolor de una persona. Vende más quién mi dolor por quién es mi marido que el cabrón que cometió el delito. Lo único que vais a conseguir es que, cuando todo pase, mi familia no os diga ni hola. Dejadme en paz. Nadie puede decir nada. Todo está judicializado y, si no sabéis lo que es eso, deberíais volver a la universidad que no os debió dar el título hasta que se aseguraran de que fuerais periodistas y no acosadores.

Tras las palabras en tono sorprendentemente tranquilo, sigo a Leli hasta el interior de nuestra casa donde todos nos miran preguntando que es lo que ha pasado ahí fuera. Cuando se lo contamos, encendemos la televisión y vemos que el speach de mi mujer no tarda en aparecer en todos los medios de comunicación.

- Los titulares no te dejan muy bien hija.

- Lo sé. Lo que el periodista no sabía es que yo me estaba grabando con el móvil y tengo todo lo que le he dicho. Pobrecito. Yo llevo enfrentándome a su profesión desde pequeña. Me conozco sus trucos.

Leticia nunca va a dejar de sorprendernos. A pesar de todo lo que ha pasado y sigue pasando, tiene una fuerza que, sin saber de donde sale, nos defiende. Le da igual lo que pase con ella, pero a su familia que no se la toquen.

- ¿Vamos a comer ya? -pregunta Hugo entrando en el salón.

- Sí pequeño. Ya viene la comida -le respondo entre risas.

Una vida en conjunto (EJDP2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora