Capítulo 34

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(Leli)

Ha llegado el día. Hoy llega nuestra pequeña Noah. Me enteré de mi embarazo un par de semanas antes de que Gabi llegará a casa, pero no quise decir nada hasta asegurarme de que todo iba bien y, con la llegada de Gabi, no quise decir nada. ¿El resultado? Que se me olvidó que nadie lo sabía y, una tarde de playa en familia, todos me vieron con un pequeño vientre de 16 semanas.

- Marc, he roto aguas y las contracciones son cada tres horas.

- ¿Cómo puedes estar tan tranquila?

- Porque ya es nuestro cuarto bebé mi amor. Tú solo cuenta el tiempo entre contracciones.

- Y tú te quedas en la cama.

- Papi protector, las cosas no funcionan así. Yo me voy a poner en movimiento para que nuestra princesita salga cuanto antes. No me apetecen 24 horas de parto.

Dejo en la cama a Marc todavía asimilando que no va a poder retenerme en la cama y bajo a la cocina donde están todos desayunando ajenos a lo que les voy a anunciar.

- ¡Estoy de parto!

Todos los que tienen algo en la boca lo escupen o se atragantan. La escena es de lo más cómica, pero no me detengo a mirarla porque voy a por mi desayuno antes de morir de hambre.

- ¿Soy el único que ve raro que Leticia esté haciendo vida normal como si no fuera a tener un bebé?

En realidad, no me extraña que los chicos estén flipando, pero es que hasta las chicas no se creen que esté tan bien. Ellas mejor que nadie deberían saber que, sin contracciones, no estoy mal. En fin, vaya familia.

- Mamá, ¿puedo ayudarte?

Mi hijo mayor me mira con una cara que no logro descifrar por completo, pero desde que se enteró del embarazo, ha estado muy pendiente de todo lo que he podido necesitar.

- No cariño, pero yo te aviso cuando te necesite.

Después de desayunar y recoger lo que he ensuciado, voy a pequeño gimnasio que tenemos en casa. En cuanto entro veo a Alex que no sale de su asombro.

- Tranquilo hermanito, que solo voy a usar el balón de yoga.

Paso de las miradas de Alex y me subo al balón que cada día odio más y hago los ejercicios que me han recomendado. Honestamente, no siento nada diferente, pero casi que lo prefiero. Cuando llevo una hora en el gimnasio, me viene la siguiente contracción con la que me tengo que tirar la suelo y asusto a Alex.

- ¡Marc! -escucho como lo llama antes de acercarse a mí.

- Eres un exagerado. Solo es una contracción.

Marc no tarda ni dos segundos en aparecer, pero la contracción ya se ha ido y me vuelvo a sentir bien. Pero todo esto no convence a Marc que me manda al salón a descansar.

- No me mires así. ¿Sabes el susto que me has dado? De aquí no te mueves hasta que tengas que ir a la cama a parir a nuestra pequeña.

No quiero cabrear a Marc ni que se me muera de un infarto, así que le prometo que me voy a mover lo menos posible. Pero antes, una bromita.

- Nene, ¿sabes que hay una cosa que podemos hacer juntos para provocar el parto?

- ¿El qué?

- Fóllame mi amor.

La cara de Marc es un poema y yo no puedo parar de reírme. Mi marido niega con la cabeza y se sienta a mi lado con sus manos en mi vientre.

- Estás tú demasiado graciosa para lo que se te viene encima.

- Relájate mi amor, es...

Ya no puedo terminar la frase porque una contracción parece que me parte en dos. Marc ya no dice nada, solo me sube a la habitación y llama a la matrona para que asista el parto en casa y, mientras la esperamos, los niños se sube a la cama conmigo y no me dejan sola en ningún momento.

- ¿Tenéis ganas de conocer a vuestra hermanita?

- Sí mami -me responde Dani.

Joel e Isel se contienen más. Tienen 15 años y, tener otro bebé en casa, ya les da más igual. Sin embargo, aquí los tengo para ayudarme y ser de los primeros en conocer a su hermanita. Antes de que podemos decir nada más, Marc entra en la habitación con la matrona que empieza a darnos directrices sobre lo que tenemos que hacer.

- Bueno, Noah está lista para salir y conoceros. Leticia, puedes empujar cuando estés lista.

En cuanto la escucho, empujo cuando me lo va indicando y, en pocos minutos, tengo a mi pequeña Noah sobre mi pecho llorando.

- Ya estás con mami princesita.

Marc le agradece a la matrona todo su trabajo y la acompaña a la puerta de casa mientras mis niños se juntan a mi alrededor para ver lo más cerca posible a la nueva integrante de la familia.

- Es muy pequeñita.

- Así de pequeñito eras tú cuando naciste.

Dani se sorprende y se pega más a mí. Joel, que siempre ha sido muy protector con sus hermanos, se pega a Dani para abrazarlo e Isel se coloca a mi otro lado.

- ¿Habéis dejado sitio a papá?

Todos miramos a Marc que acaba de entrar en la habitación y que se tumba en la cama detrás de nuestra hija mayor.

- Da gusto poder tener ratos en familia como este.

Descansa un poco, que dentro de poco vamos a tener al resto de la casa en la puerta de la habitación para conocer a Noah. Y no se equivoca, no tenemos este momento de tranquilidad más de media hora porque la cabeza de mi cuñado se asoma por la puerta y, detrás de él, aparece el resto de la casa con ganas de coger a Noah en sus brazos.

- Menos mal que se parece a su madre -suelta Alex para picar a Marc.

- Pues sí. Tengo suerte de que mis hijas se parezcan a la mujer más guapa, fuerte e inteligente del mundo.

Una vida en conjunto (EJDP2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora