Capítulo 46

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Dos años después...

(Leli)

Hace tres meses que Marc y yo fuimos abuelos por segunda vez. Esta vez, han sido Joel y Joana los que han ampliado la familia y yo no puedo estar más enamorada de mi pequeño Eiden. Desde que Joana se quedó embarazada, Laura y yo hemos pasado mucho tiempo en París con ellos para ayudarlos en todo lo posible y que ellos pudiesen centrarse en sus estudios.

Casi todos en la familia conocemos al pequeño. Los únicos que todavía no han podido verlo en persona son mis padres, así que, aprovechando que Marc y yo nos tenemos que quedar con Eiden para que Joel y Joana puedan estudiar para sus exámenes, vamos a irnos unos días a Madrid con el pequeño.

- Es la primera vez que el pequeño viaja tanto.

- Lo sé mi amor, pero no le va a pasar nada. Recuerda que nosotros llevamos al Caribe a los niños cuando eran bebés.

Marc me anima a que no me preocupe y me voy a la habitación del fondo para tumbarme con Eiden en la cama. Mi marido no tarda en sumarse a la escena y, aunque ya somos un poco mayores para tener hijos, tampoco perece que Eiden sea nuestro nieto.

- ¿Tan mayores somos para tener dos nietos? -le pregunto a Marc.

- No. Es solo que a nuestros hijos les gusta darnos disgustos tan bonitos como la bolita que tenemos entre los dos.

Miro a mi nieto y veo que Marc tiene razón. Está hecho una pelotita entre nuestros cuerpos y buscando el calor que le falta. Los dos nos arrimamos a él, pero Marc no tarda en recolocarnos. Eiden acaba encima de tu torso y yo apoyada en su pecho.

- Así estamos mucho más cómodos -miente.

En cuanto llegamos a Madrid me siento en casa. A pesar de llevar muchos años en Mónaco, la sensación de volver a casa es única.

- Espero que no haya prensa.

Marc no responde a mis palabras. Solo me pide que lo acompañe al hangar y, cuando entramos, veo que nuestro coche está allí mismo. Me alegra no tener que pisar la terminar con el niño en brazos. Adoro la privacidad que nos ofrece tener un jet y hangar privado.

- No iba a permitir que lo pasases mal, mi amor.

Le doy a Marc y corto beso en los labios y nos subimos al coche con el que nos vamos directos a casa de mis padres que, aunque no se esperan nuestra visita, se alegran tanto de vernos que creo que no van a dejar que nos vayamos a casa.

- ¡Por fin tenemos aquí al pequeño de la familia! -dice mi padre con su bisnieto en brazos.

- Voy a tener que hablar con los niños. Adoro a los bebés, pero soy muy joven para ser bisabuela.

Marc y yo nos reímos con el comentario de mi madre porque nosotros pensamos lo mismo sobre lo de ser abuelos, pero es que cuando vemos la cara de Irai y Eiden se nos pasa la crisis y solo podemos babear de lo monos que son.

- ¿Os quedáis en casa esta noche? Tu habitación está como siempre y no hace falta que estéis solos en vuestra casa que tiene que está helada.

Miro a Marc sin saber muy bien que decir. En el fondo tienen razón, la casa no merece la pena calentarla por un par de días, pero tampoco quiero molestar a mis padres.

- No queremos molestar -responde Marc leyendo mis pensamientos.

- ¿Cómo vais a molestar? Dejad las cosas en la habitación de Leticia.

En cuanto subimos a la que fue mi habitación me quedo en blanco. Todo está como yo lo dejé a los 18 años. Una pequeña cápsula del tiempo que me encanta.

- Creo que vuelvo a sentirme con 22 años.

- Sí. Yo vuelvo a tener 18 y no estamos casados ni tenemos hijos.

- Bueno, un bebé sí que tenemos ahora aquí.

Recuerdo pasar muchas horas con Marc en esta habitación en las primeras semanas juntos. Cómo dormíamos muy juntos a pesar de tener una cama grande y como nos costaba levantarnos por las mañanas porque no queríamos separarnos.

- Será nuestra primera vez en esta habitación con un bebé.

- ¿Pero aún nos quedan primeras veces juntos? -pregunto riendo.

- Nos quedan todas las que se nos ocurran mi amor.

Marc me besa tras esas palabras y nos quedamos en mitad de la habitación abrazados y tan enamorados como en aquellas primeras semanas. Cómo si el tiempo no hubiese pasado.

- Siento haber sido un idiota cuando éramos pequeños.

- Siento haberme alejado de ti.

- Siento haber tardado tanto en decirte que te quiero.

- Siento que te estás poniendo duro.

Niego divertida y mi marido vuelve a besarme dejándome muy claras las intenciones que tiene.

- Estamos en casa de mis padres Marc. Compórtate.

- No somos dos adolescentes Leli.

- ¿Cómo que no? Yo tengo 18 años.

Salgo de la habitación sin darle tiempo a contestarme y, en el salón, me emociono al ver a Eiden en la cunita que tenía para Joel.

- He ido un momento a tu casa a por ella. Así el pequeño está más cómodo.

- Gracias papá -le digo con lágrimas en los ojos.

Marc se queda detrás de mí y tampoco puede decir nada. Creo que a los dos se nos han echado los años encima al ver a nuestro nieto en la cuna de su padre. Marc, tras recomponerse un poco, le hace una foto al pequeño y se la manda a nuestro hijo que nos pregunta si podemos llevarnos la cuna a la villa.

- Le ha gustado la idea de que duerma en la misma cuna en la que lo hizo él.

- Quiero mucho a mi niño, pero creo que la idea habrá sido de Joana.

Pasamos los tres días que teníamos pensado estar en Madrid con mis padres en casa. Eiden es muy pequeño y quería que pudiesen disfrutar del pequeño todo el tiempo que estuviésemos con ellos.

Una vida en conjunto (EJDP2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora