Capítulo 27

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(Mireia)

Hoy vuelven mis padres a casa. El tío Marc vino a contárnoslo a mi hermano y a mí ayer por la tarde cuando acabamos de hacer los deberes.

Los dos nos pusimos muy contentos porque, a pesar de las videollamadas con ellos, no es lo mismo y no podemos abrazarlos, pero eso hoy va a cambiar. Tengo muchas ganas de verlos.

Todos en casa estamos muy emocionados, así que todos están limpiando y recogiendo el desorden. Creo que son muy exagerados porque mamá y papá saben que esta casa casi nunca está recogida del todo.

- ¿Nerviosa?

- Un poco tía. Han pasado 6 meses desde que se fueron.

La tía Diana me abraza y se va a buscar al tío Fabio que se había ido a la playa con Charlotte. Yo la sigo escaleras abajo y me quedo en el salón en el que me pongo a ver la tele hasta que el tío Marc me avisa de que va al aeropuerto a buscar a mis padres y me pregunta si quiero ir con él. Salgo corriendo con él hacia su coche y me abrocho el cinturón antes de que el tío cierre su puerta.

- Sí que tienes ganas de verlos. ¿Tan mal lo he hecho estos meses? -bromea.

- No tío, pero los echo de menos.

- Lo sé preciosa. Yo también los echo de menos. Vamos a por ellos.

Por el camino, siento que estoy más nerviosa que nunca. Hemos ido a buscar a mucha gente al aeropuerto, pero esta vez es la más especial para mí. Ni ir a buscar a Marco es tan especial para mí.

En cuanto llegamos al aeropuerto, tengo que esperar que el tío aparque y los dos vamos deprisa al hangar en el que se guarda el avión de la familia. Pero tenemos que esperar unos minutos hasta que veo a mis padres bajar por las escalerillas.

(Val)

El viaje ha sido más corto de lo que me gustaría, pero ya estamos en Mónaco y tengo unas infinitas ganas de ver a mis hijos y al resto de nuestra loca familia.

La tripulación del jet nos abre la puerta y, cuando estoy bajando las escaleras, veo a mi hija correr en nuestra dirección.

- Hola mi amor -le digo cuando nos abrazamos-. Estás más alta.

- No os volváis a ir más -me parte el alma escucharla.

- No lo haremos. Te lo prometo mi princesa.

Tras las palabras de Alex, caminamos los tres juntos en dirección a Marc que nos saluda con un abrazo a cada uno y nos vamos a su coche.

Mireia y yo nos sentamos en la parte de atrás y vamos hablando de lo que ella y sus hermanos han estado haciendo todos estos meses y, sobre todo, después de la última llamada que hicimos hace una semana.

Mi hija me cuenta todo lo que se le pasa por la cabeza y de lo que se acuerda y yo me río con cada locura que ha hecho mi hijo. Siempre ha sido travieso, pero creo que se me ha asalvajado un poquito estos meses.

- Habrá que atar a tu hermano con una cuerda -bromeo.

- No vendrá mal. Así no lo perdemos por la casa -dice Marc.

Niego con la cabeza divertida y le hecho una mirada a Alex que me la devuelve por el espejo retrovisor. Nos sonreímos felices por haber vuelto a casa. En Madrid nos hemos recuperado, pero las locuras de vivir en Mónaco también nos han hecho falta.

(Alex)

Por fin me siento en casa. Estar en Madrid a solas con Val ha sido mágico y me he sentido muy bien, pero Mónaco es nuestra casa. Aquí dejamos a nuestros hijos y al resto de la familia y amigos y Val, sin decirme nada, sé que está de acuerdo conmigo.

En cuanto llegamos a la villa la primera que sale a recibirnos es Leli que, en vez de ir corriendo hacia su amiga, se tira encima de mí.

- Sabía que lo conseguirías pequeño campeón.

- Gracias princesa. Por todo tu apoyo.

Cortamos el abrazo y se va directa a por Val que se echa a llorar en sus brazos. Se han echado mucho de menos, pero ya no las voy a separar más tiempo. Ya no voy a permitir que vuelva a pasar todo por lo que hemos pasado estos últimos meses.

- Bienvenido hermanito.

- Gracias Marc.

Las chicas ya han arrastrado a Val para que les cuenten los detalles y Mireia ha subido a buscar a Marco. Y, en mi caso, los chicos me han llevado al despacho.

- Dime que no me vais a preguntar por los detalles más románticos y cuquis de estos 6 meses en Madrid -bromeo nada más sentarme en uno de los sillones.

Todos nos echamos a reír y me niegan con la cabeza. Ya sabía que ellos no me van a preguntar nada de lo que ha pasado. Entre todos me explican que, durante estos meses, se han ido acumulando los papeles que firmar y, por no molestarme, no me los han mandado.

Les pido que me los pasen y alucino con la pila de papeles que Pol pone encima de la puerta ante mis ojos. No pensé que 6 meses dieran para tanto.

- Bueno, explicadme que son los papeles y decidme donde firmo.

No exagero que necesito media hora para firmar todos los papeles y, una vez que los tenemos todos en orden, los chicos sí que me hacen alguna pregunta.

- Lo mejor de todo creo que ha sido el poder hablar con Santi y Paula. Porque ellos nos daban su opinión y nos hacían reflexionar sobre lo que había pasado o lo que estábamos pensando hacer.

- ¿Te has aprovechado de mis suegros?

- Pues la verdad es que sí. Porque la comida de Paula está deliciosa.

Marc niega con la cabeza y les cuento lo que he hecho estos meses (sin ningún detalle) y ellos me cuentan como han estado las cosas en casa.

- ¿Me estás diciendo que las chicas ahora también tienen un despacho?

- Sí. Leli y Diana se obcecaron en crear una empresa y, para gestionarla, Leli se encargó de diseñar un pequeño despacho en el que poder trabajar todas y poder almacenar allí todo el papeleo del negocio.

- ¿Y de qué es el negocio?

- Pues, honestamente, no nos han contando nada. Solo nos han dicho que tienen un negocio, pero que ya nos contarán más adelante sobre qué va.

- Pues habrá que esperar entonces.

Después de haberme puesto al día con las cosas de la casa, voy en busca de mi mujer y nos encerramos en nuestra habitación hasta la hora de la cena y la posterior película que vemos con nuestros dos hijos.

- Da gusto volver a estar en casa.

- Tienes toda la razón, mi amor.

Una vida en conjunto (EJDP2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora