Capítulo 24

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(Isel)

He quedado con Andrés porque me ha dicho que tiene algo que decirme. No sé lo que será, pero su voz no sonaba muy feliz por teléfono y eso me angustia un poco.

Estoy en el vestidor buscando algo que ponerme. Solo veo vestidos y faldas. ¿Dónde he metido mis pantalones?

Por fin encuentro unos vaqueros rasgados en las rodillas y me pongo mi camiseta favorita. Es negra y pone forever the fastest. Escojo entre todos mis tenis unos azules claros y salgo del vestidor para meterme en el baño.

La bañera llena de espuma ya me está esperando. Me meto y disfruto del calor que le proporciona a mi cuerpo el agua. Como mi cuerpo deja de estar tenso, consigo relajarme y olvidarme de todo lo que tengo a mi alrededor.

Salgo como nueva de la bañera y, en ese momento, me acuerdo de que he quedado. ¡Andrés! Me seco tan rápido como puedo y me visto. Mi pelo se queda mojado porque ya no tengo tiempo para darle con el secador. Cojo el móvil y algo de dinero y bajo las escaleras corriendo y chocando con mi hermano al final.

- Ten más cuidado Isel.

- Es que he quedado con Andrés y llegó tarde.

No le doy tiempo a que me responda porque ya he salido de casa camino al muelle. Corro a toda prisa para no hacer esperar mucho a mi novio, pero me es imposible llegar a la hora. Aunque vivimos en primera línea de playa, llegar al muelle cuesta un poco más.

- Siento llegar tarde. Me demoré en el baño –digo sin saludar.

- No pasa nada. ¿Vamos a pasear?

- Claro amor –noto como se tensa.

Paseamos por el muelle hasta llegar a la playa, nuestra playa. Todo aquí es perfecto: la brisa, las olas, las gaviotas, algunos niños jugando Llegamos a la roca en la que nos dimos nuestro primer beso.

- Me sorprendió el tono de voz con el que me hablaste por teléfono. ¿Toda va bien?

- Sí ¿Te acuerdas de la primera vez que vinimos aquí?

Está evitando hablar del tema y eso no me gusta. Creí que confiaba en mí. No puedo presionarlo para que me lo diga, pero al final del día sabré que es lo que me está ocultando.

- Sí. Aquí llegamos como amigos aquel día y nos fuimos como novios.

- Ese día fue inolvidable. Ese día empecé a conocerte.

- Sí. Por fin demostramos que la guerra entre nuestros padres no ha llegado a nosotros.

- ¿Hablas de la rivalidad que tengo con tu hermano?

- Vale. Igual sí que ha llegado –respondo riendo levemente.

Él solo se limita a sonreírme cuando, normalmente, se reiría. Esto está siendo muy raro. ¿Qué está pasando? Creo que me he perdido algo.

- Te noto raro amor –vuelve a tensarse.

Veo como se acerca a nosotros el hijo de Rossi. Creo que se llama Federico. Andrés aprovecha que viene para decir que lo hablaríamos más tarde. ¡Claro que lo haríamos! No va a irse sin contarme nada.

- ¡Hola chicos! ¿Qué hacéis aquí?

- Nada. ¿Y tú?

¿Nada? ¿Me está tomando el pelo? Primero me llama diciendo que tiene que hablar conmigo con una voz que hace que me preocupe, luego se comporta de una manera muy extraña conmigo y ahora, ¿no estamos haciendo nada? Me debe una explicación y de las buenas.

- Tú eres Isel. La hija de Marc, ¿no?

- Sí. Tú Fede. El hijo de Valentino.

- Veo que te acuerdas de mí –sonríe.

Se queda con nosotros y, por si fuera poco, se sienta entre los dos. Quiero estar sentada al lado de mi novio, pero veo que a él no le importa mucho.

- Chicos, yo me tengo que ir. Mi padre me necesita –miento, pero no me quiero quedar.

- ¡Isel espera!

- Andrés, no puedo. Tengo cosas que hacer y no estamos haciendo nada aquí sentados.

- Soy gay –me espeta de golpe.

- No me tomes el pelo.

- No te estoy engañando. Soy gay y Fede es mi novio.

- ¿Qué? –noto como voy a empezar a llorar.

- No sabía cómo decírtelo. Lo siento.

Sin más, me voy de ese lugar. No quiero que me vea llorar y, menos, que sientan lástima por mí. Mientras me voy, recuerdo que mi padre ha salido con mi tío, Pol y Fabio a pasar un rato en el yate. Voy corriendo al muelle y allí los encuentro a punto de irse.

- ¡Papá! –grito llorando.

- Isel mi vida. ¿Qué pasa?

No puedo responder. Me tiro a sus brazos y lloro lo que he estado conteniendo todo el tiempo.

- Alex, lleva tú el yate.

Mi padre nos lleva al camarote y me tumbo en la cama. Mi padre hace lo mismo y consigue calmarme un poco.

- ¿Me vas a contar lo que ha pasado? –asiento.

- Andrés me ha dejado por Fede.

- ¿Prefiere a su amigo antes que a ti? No llores mi vida. Chicos así no te merecen.

- No me has entendido papá. Andrés es gay y me ha dejado por Fede. Me ha usado todo este tiempo para que Jorge no se enterase de nada –explicado todo, vuelvo a empezar a llorar.

Mi padre no dice nada, solo me abraza hasta que sentimos que llaman a la puerta. Es Fabio.

- Siento interrumpir, pero Alex te llama.

- Gracias Fabio. ¿Te puedes quedar con Isel?

- Sin problema.

Fabio se tumba conmigo. Es raro estar en una cama con él. Me ve llorar y se tira a abrazarme sin dudarlo un segundo. Es muy reconfortante.

Mi móvil empieza a sonar y la canción Sugar comienza a sonar. Sé que es Andrés y no lo voy a contestar, pero Fabio coge la llamada.

- Isel no se puede poner No me importa quién seas, no se va a poner. Yo se lo digo Sí. Le diré que has llamado. Adiós.

- ¿Qué ha dicho?

- Nada. Olvídalo preciosa –me da un beso en la cabeza.

- Ya estoy aquí –dice mi padre entrando-. Gracias por quedarte con ella Fabio.

- Un placer ayudar a tu niña.

Fabio se va dejándome a solas con Marc sobreprotector Márquez. Me gusta hasta cierto punto que me proteja, pero ya no soy tan pequeña.

- Papá, ya estoy mejor.

- ¿Seguro? Quiero saber que estás bien.

- Ya estoy bien. Ya no me duele tanto. Solo me molesta el hecho de que me haya usado como tapadera.

- Eso es que no estabas enamorada de él. Si lo estuvieras, seguirías llorando días.

Con esas palabras, el gran Marc Márquez, se va dejándome en un mar de pensamientos. ¿Y si mi padre tiene razón y no lo amaba? ¿He estado engañada todo este tiempo? ¿Confundí amor y cariño? Si eso solo era cariño, ¿qué es amar? Todas las preguntas inundan mi cabeza hasta el punto en el que, al no encontrar ninguna respuesta, me quedo dormida.

Una vida en conjunto (EJDP2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora