Ha pasado una semana desde que Daniel dijo algo (no sé exactamente el qué) a Dulce para que dejase de acercarse a mí. Dos noches antes, una compañera del aula vecina, me pidió "visitar" mi casa y ni aún así me quité de la cabeza su manera de mirarme. Es un asco, la odio. Ando por los pasillos, paso una manos por mis mejillas, sintiendo mi barba recortada y con un suspiro escondo las manos en mis vaqueros como de costumbre, mirando al suelo.
—Hola. —me saluda la chica de la otra noche, arqueo una ceja levantando la vista.
—Adiós.
—Espera, pensé que... después de... —tartamudea nerviosa.
—¿Qué después de acostarme contigo reconsideraría el vivir un cuento de hadas? Esto conmigo no va así, tú lo sabías y aún así seguiste. Tú no dijiste en ningún momento que tendría que volver a hablar contigo, ni que me reclamarías nada, ni que estábamos en una relación y, como recordarás te dije que yo no repito. —pellizco el puente de mi nariz.
La chica se me queda mirando, como lo han hecho tantas otras antes que ella. No sabe que decirme, sabe que tengo razón. Antes de estar conmigo ya saben como soy, si lo aceptan bien, si no tampoco es mucho problema encontrar alguna a la que le parezca bien. Ninguna de las mujeres con las que me he acostado se respeta a sí misma, si no fuese ese el caso se lo pensarían antes de acercarse a alguien que no cree que el amor exista, que no piensa pasar más de una noche con ellas. Quizás por eso no pueda sacarla de mi cabeza, ella se supo valorar.
—¿Estás esperando una invitación para algo? —sonrío levantando mi comisura derecha.
—No, pero... —me da una cachetada— la próxima vez avisa a las mujeres.
—Siempre lo hago —froto mi mejilla enrojecida—. Contigo lo hice, que no me atendieras es otra historia —me encojo de hombros—, no me culpes por no darte el respeto que tú misma no te das, cuando vistes que no estaba dispuesto a darte un mísero beso me tendrías que haber pedido que te llevase a casa —suspiro—, lo hubiese hecho al instante.
—Tienes que dejar de ser un misógino. —oigo sisear a Dulce al pasar junto a mí, los cabellos de los brazos se me erizan, me giro, creo que esperando una mirada de desprecio de su parte, pero siquiera me mira, sigue su camino.
Abro la boca para decir algo, llamarla, gritarle, pedirle que deje de vagar por mi cabeza, que me mire con el desprecio que hacen las demás y me odie por ser un cabrón. Dejo a la otra chica en el pasillo y entro en mi aula para comenzar con artes plásticas. Pasan las clases, un nudo crece en mi interior, ardiente, quiero gritar y golpear cosas. Suena el timbre, me levanto demasiado rápido, corro hasta la cancha de fútbol sentándome en uno de los bancos que hay frente a las pistas. Tras un rato, en la pista se agrupan varios niños y algunas niñas, hacen los equipos y empiezan a jugar un partido de fútbol.
Daniel está jugando en uno de los dos equipos, se me queda mirando un momento, golpea el balón hacia mi cara tratando de que parezca que ha sido "accidental", pero yo sé que nadie calcula la trayectoria tan bien para ser "accidental". Paro el balón con una de mis manos, haciendo un golpe seco y la sujeto con las dos, me levanto observando el balón sonriendo con un aire malvado.
—¡Perdona! ¡Wild, pasa el balón! —me grita Daniel, molesto por no haberme dado en la cara.
—¿Estás seguro que sabe chutar un balón? —pregunta alguien riendo.
Frunzo los labios, dejo que el balón de un bote en el suelo y lo golpeo con el pie, acabando en el estómago de Daniel.
—¡Lo siento! ¡No sé chutar un balón!
El chico que hace unos instantes se estaba riendo de mí me hace señas para acercarme a ellos, como no tengo nada mejor que hacer lo hago. Se me queda mirado con asombro.
—Tienes que estar en nuestro equipo.
—Si no dejáis de molestarme esas no serán las únicas clases de pelotas que patearé —le doy unos golpes suaves en la mejilla con la palma de la mano extendida—. Yo no juego en equipo.
—No me extraña que vayan diciendo por ahí que matas a quien te cae mal. —lo ha dicho sin pensarlo, por eso ahora está mordiendo su labio hasta el punto de que va ha arrancárselo.
—No le deseo la muerte a nadie. Darles descanso y además eterno, sería un premio. —le digo asombrado de que aún no tenga el labio ensangrentado.
—¿Te crees más que nadie verdad? —ruge Daniel a mis espaldas, giro sobre mí mismo para verle a los ojos.
—Yo...
—Déjalo ya, Daniel no seas tan... —bufa quien me interrumpio, y no es otra más que Dulce quien me ha interrumpido. Meto las manos en mis bolsillos convertidos en puños.
—No lo protejas, es un asqueroso promiscuo que se aprovecha de las mujeres, un misógino que odia a las mujeres —habla entre dientes—. No dejaré que te haga daño.
—Yo no odio las las mujeres —digo en tono frío—, odio a todo el mundo en general. Tú formas parte de los que aborrezco, felicidades. —fabrico una sonrisa engañosa.
—Parece que te hayan dado con un bate en la cara cada vez que sonríes. —ríe Dulce.
—¿Por qué? —frunzo el ceño.
—¿Realmente te importa? —juega conmigo, burlona. ¿Me importa?
—Suéltalo.
No me gusta cómo actúo cuando estoy cerca de ella, aprieto más mis puños dentro de mis bolsillos, hasta sentir el dolor de mis uñas en las palmas de mis manos.
—Tu sonrisa es mas falsa que la protección de Daniel por "la promesa que hizo a mi hermano".
Daniel se sonroja, tensándose en el sitio. Este tío está en la friendzone, o peor... en la brotherzone.
—Te odio ¿lo sabías? —le digo mirando a sus ojos azul oscuro.
—Lo suponía, hazlo, ódiame hasta el final. —sonríe impávida.
—Lo haré. —trago saliva.
—Del amor al odio hay un paso —sonríe astuta—, pero del odio al amor también.
Me acerco a su cara, demasiado. Jamás he estado tan cerca de la cara de una mujer. Clavo mis ojos en los de ella, intimidándola, frunzo el ceño y hablo con tranquilidad, dejando que cada palabra se le marque en la cabeza.
—Antes prefiero cortarme las piernas, Caramelo.
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Ódiame hasta el final (ÓHEF#1)
Teen FictionSi no confías en nadie, nadie puede hacerte daño. El dolor no es algo que quiera en mi vida, y el final de la ecuación en el amor siempre es el dolor, así que lo mejor es evitarlo a toda costa. ¿Amigos? siempre te acaban traicionando, es mejor esta...