11. "Pelea, pelea"

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No sé aún por què mierda he hecho lo que acabo de hacer, pero no me arrepiento y menos cuando sentí que se estremecía mientras agarraba sus muñecas. Le gusto, lo sé, pero ¿quién le culpa? Suelo gustar a todas las chicas por ser misterioso o no sé qué gilipolleces y mi deber es hacerles saber que soy un jodido capullo antes de que se enamoren. Soy una especie de puritano anti-destrucción de sueños adolescentes, yo dejo claro donde va acabar todo incluso antes de que comience, no creo falsas esperanzas. Pienso, pienso de camino al parque donde voy a dar una paliza a Daniel que nada es tan bueno, jamás. Ella es demasiado buena para ser real, tiene que haber algo mal y aún no sé el qué, quizás lo descubra pronto, pero pienso analizarla en el proceso, saber por qué actúo diferente cuando está cerca.

Camino hacia donde he "quedado" con Daniel, por el camino una chica de pelo oscuro, alta, de ojos grandes, marrones y cuerpo 90~60~90 comienza a hablarme.

—¿Hola? ¿Sabes quién soy? —me pregunta, moviendo energéticamente las manos, arqueo ambas cejas, negando.

—Ni lo más mínimo. —contesto a la vez que sigo mi camino, me sujeta de la mano para detenerme, miro su mano con cara de asco y me suelta.

—Soy Leslie. —dice, esperando que la reconozca.

—Sigo igual, cariño.

—La del Facebook. —suspira.

La reconozco al fijarme de nuevo en sus rasgos, rectos y marcados, nariz fina y respingona, pero sobre todo cuerpo definido. Es una de las razones por las que decidí no tener ninguna red social: demasiadas putas virtuales, ya tenía suficientes con las reales.

—Ah... sí, ya recuerdo, lo siento, no te reconocí sin los miles de filtros que solías ponerte... ni... con tanta ropa —sonrío satisfecho al ver su cara encendida de vergüenza o rabia, o ambas, me da igual—. Tienes que dejar de retocar tantos las fotos, bonita, o al menos subir más fotos de tu cara y menos de tu culo —dejo escapar una carcajada—. Luego las chicas se quejan de que quieren que las valoremos. ¿Cómo te doy algo que tu misma desechas?

—Eres un asqueroso, te odio. —dice, me golpea con la palma de la mano extendida. Otra más que me odia, seguro que estoy batiendo algún récord.

—Cariño, se pronuncia sincero, pero si prefieres a esos que te dicen "hermosa" por un calentón del momento al ver tus imágenes... En serio, toma mi consejo y sé menos caritativa con tu cuerpo, menos puta, si quieres respeto; respetate. —le digo mientras se marcha y ella me regala un gesto vulgar mostrándome su dedo corazón.

Sigo mi camino olvidándome de lo que acaba de suceder; acabo de dar un estupendo consejo a alguien que está arruinando su juventud, pero no me hará ni caso. Las personas piden cosas que ni ellos mismo tienen: respeto, sinceridad, confianza, comprensión, indulgencia y sobre todo amor. Si quieres respeto: valorate, si quieres sinceridad: no me mientas (menos aún por educación, ya veré yo si esa verdad me daña, fastidia o es necesaria para mí), si quieres indulgencia, que perdone tus ofensas: aprende tú también a perdonarme (soy humano y cometo errores, muchos, es nuestra naturaleza, aprendemos de ellos) y lo último; amor, si quieres amor... bueno... antes demuéstrame que existe.

****

Llego al sitio en cuestión, no es más que un trozo de césped con un par de árboles y algunos bancos. Varios alumnos están aquí, junto con Uriah, seguro fue él quien les dijo de venir. Daniel está sentado en uno de los bancos rodeado de el grupo con el que jugaba al fútbol.

—¿Empezamos a jugar? —digo, sonriendo burlón.

—Claro, pero no te lo tomes como un juego. —Su piel oscura se contrae, dibujando una sonrisa de superioridad.

Ódiame hasta el final (ÓHEF#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora