13. "Mickey Mouse fumado"

273 20 2
                                    

Hoy es viernes y los viernes Rosalía prepara avena con fruta, es raro comer algo que siempre escuché que adoraban los caballos. Como el desayuno junto a Uriah que lo mira como si fuese un desastre natural.

—¿Qué mierda es esto negro? —me pregunta susurrando.

—Pasas —meto una cucharada a mi boca—. Es nutritivo, saludable y no sé cuantas cosas más me dijo para que lo comiese. —tomo otra cucharada y me encojo de hombros.

—Yo no creo que sea saludable comer este... ¿vómito blanco? ¿Puedo llamarlo así?

—Esta bueno, cabrón. —cojo la miel y echo una buena parte en el plato.

—Joder, ¿estás de coña no? ¿Le piensas echar miel? —se le contrae la cara y yo frunzo el ceño.

—Sabe bien, solo métete el puto desayuno en la boca, quejica. —digo ya exasperado.

—Eh... relájate, bro, lo probaré, pero si muero que caiga en tu conciencia.

Terminamos de tomarnos el desayuno. Uriah me lleva a rastras a su habitación y yo se lo permito, según él va a proporcionarme algo que me hará parecer más atractivo para Dulce, pero yo como estoy me considero atractivo.

—Vamos a cambiar... algo que creo que está mal. —dice cruzándose de brazos y golpeando sus labios con el dedo índice.

—¿El qué? —arqueo una ceja.

—Esto. —dice abarcando todo mi cuerpo en un gesto con las manos.

—Vete a la mierda —le digo dirigiéndome a la puerta, me agarra por la camiseta y me giro—. Sigue así y serás un póster más en la pared. —gruño.

—No eres muy amable, ¿no lo sabías? —me dice irónico.

—Descubriste América, felicidades —sonrío mostrando los dientes.

—El tema —sacude la cabeza—. Te ves muy... rollo... mal rollo, en fin, que das un miedo que te cagas con tanto negro —señala mi ropa. Es cierto que suelo vestir de negro, pero es un color que nunca debe faltar ¿no?—. Tienes que añadir algo de color, tener mejor, no sé ¿aura? —sonríe.

—¿Qué le pasa a mi "aura"? —le pregunto sardónico.

—Que es muuy, pero que muuy parecida a la de un asesino.

—Si quieres ahora mismo te utilizo para que sea realmente la de un asesino, si ese es el problema. —sonrío falsamente.

—Ves, es ese mal rollo de "mato a todo el que quiera ser mi amigo". —me imita.

—Solo protejo a la gente... a la vez que me protejo a mí mismo —aprieto la mandíbula.

—Vale, en serio pareces un parricida.

—¿Quién te a dicho que jamás asesine a nadie para decir que solo lo parezco? —pregunto con una mirada y sonrisa perversa.

—Okey... creo... que... —titubea con pánico.

—¿De verdad eres tan inocente?

—Tú no matarías a nadie, aunque quieras esconderlo tienes buen corazón. —me dice de golpe después de permanecer callado unos segundos.

—Dime cómo hago para "cambiar mi aura de asesino". —le cambio el tema.

—Prueba poniéndote una de mis camisetas, elije la que más te guste. —señala el armario tras él.

Busco entre sus cosas. Mucho colorido: verde, rojo, azul, morado, rosa, lima y cientos de sudaderas con dibujos. Selecciono entre todas una camiseta color rojo borgoña.

Ódiame hasta el final (ÓHEF#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora