Una... dos semanas y todo seguía igual... aparentemente. Después de aquel estúpido baile ella cambió, seguía hablandome de manera odiosa, pero de manera distinta, ahora su odio parecía obligado, como si quisiera guardar las apariencias, como si fuese más costumbre que otra cosa. En clases todo era igual, yo sigo sacando buenas notas aun con ella a mi lado, no me consigo explicar como me saca tanto de lugar, pero es adictivo.
Hoy tendremos una clase en el laboratorio y pediré a ella de pareja. No quiero imaginarme al gilipollas de Daniel junto a ella por una clase entera metiéndole ideas en su cabezita. No le he pedido disculpas por dejarla de aquella manera tan brusca (ni pienso hacerlo), si no le pedí perdón por decirle que me molestaba su presencia menos lo haré por una tontería como esa.
Ya es una especie de costumbre: llego a su casa, la observo mientras duerme y la despierto, ella se queja, me tira el cojín con forma de corazón y me echa de su habitación. Sigue siendo hiriente con sus comentarios, pero no pienso dejar que vea lo que me provocan. Las debilidades no se muestran; se superan.
Desperté sobre las 6:00 de la madrugada: un rato en mi gimnasio particular, una ducha rápida, desayuno y listo para volver a comenzar.
-Uriah, despierta o llegarás tarde. -le digo, quitándole las sabanas.
-Muérete...
Sé lo molesto que es que te quiten las sábanas en otoño y es justo por eso por lo que lo hago. Sí, soy terrible. Uriah me intenta dar una patada, pero esta tan ciego por estar recién levantado que solo encuentra aire.
-Nos vemos en clases, míster adorable. -me despido de él, cubriendo su cara con las mismas sábanas que le acababa de quitar.
****
Ya siquiera pregunta Candy si soy yo, solo se limita a abrirme la puerta cuando toco o llega la hora. Siempre llego sobre las 7:15 o 7:20, (soy muy puntual). Saludo a Candy con una mirada y entro en el cuarto de Dulce, encontrándola una vez más con un libro sobre el pecho y durmiendo plácidamente. Me tienta el verla así, me tienta el coger y recostarme a su lado...
《¿Qué dices capullo?》.
No lo sé. No sé que digo, ni que siento cuando está tan cerca, tan cerca que podría tocarle pero, tan lejos como si fuésemos dos continentes distintos, separados por el ancho mar. Recorro su habitación, cierro la puerta detrás de mí. Hay un calendario colgado en ella, con una foto de un cantante distinto en cada mes. Busco la fecha de hoy "2 de Noviembre" y de foto Bruno Mars, paso los días hasta llegar a la fecha de mi cumpleaños, es un día estúpido e ilógico para nacer, pero mi vida siempre fue un desastre, tanto que decidí nacer exactamente el 25 de diciembre. Es gracioso, lo sé. No pude esperar un par de días o adelantarme... bueno. Apunto la fecha con un bolígrafo rojo, con grandes letras. "Cumpleaños del odioso y arrogante (aunque me muero por él) Wild". Si yo fuese ella de seguro lo habría escrito así, le gusto... eso creo, no sé, Dios, realmente con ella no puedes estar seguro de nada.
Saque media cabeza de la habitación, entornando la puerta, sin dejar pasar el cuerpo. Allí seguía Candy: en el salón.
-Oye, Candy, ¡hey!
-¿Sí?
-¿Cuándo es tu cumpleaños? -susurro.
《¿Por qué susurras imbécil?》.
Carraspeo y hablo más fuerte.
-¿Cuándo es tu cumpleaños? -vuelvo a preguntar.
-¿No querrás decir el de Dulce?
-Cariño, sois gemelas, es lo mismo.
-Lo sé... -mira al suelo mientras muerde su labio, avergonzada.
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Ódiame hasta el final (ÓHEF#1)
Teen FictionSi no confías en nadie, nadie puede hacerte daño. El dolor no es algo que quiera en mi vida, y el final de la ecuación en el amor siempre es el dolor, así que lo mejor es evitarlo a toda costa. ¿Amigos? siempre te acaban traicionando, es mejor esta...