21. "Vacaciones"

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Estas son definitivamente las vacaciones más geniales, pero las que más odio de toda mi vida. Geniales por el hecho de que las estoy pasando con Uriah y mis padres en Venezuela... aunque, Dios ¿por qué mierda tiene que estar él aquí? Tengo a mi verdadero padre a centímetros cada día, si fuese posible tirarlo desde lo alto del salto del ángel...

Por ahora llevamos dos días en Venezuela y ya hemos visitado El parque de los Caobos y el Jardín botánico nacional de Santo Domingo a petición de mi tía. Mi tía es rubia al igual que mi padre, de ojos verdes y sonrisa constante, sin en cambio él, él es siempre serio y malhumorado, me irrita mirarle a los ojos y que me vea reflejado en ellos. En realidad no me parezco casi a él si me fijo bien, el pelo y la mayoría de mis rasgos son de mi madre, aunque también hay cosas que son irrefutables de que soy su hijo: nariz, orejas, mentón, mejillas, ojos... y esa sonrisa tan arrogante es igual a la mía. No soporto el verlo, el comer cerca de él, que actúe tan fatuo, flemático y usual. ¿No tiene ni un solo remordimiento? ¿Soy yo cómo él? Pero lo que pienso sobre mí es aterrador, pienso que soy aun peor que él.

-Bárbara -retumba su voz en la sala, es un eco desagradable para mí, pero amenazador como el mío, quizás por eso me moleste tanto-, estamos en vísperas de navidad y si mal no recuerdo es el cumpleaños de tu retoño -también soy tuyo capullo desgraciado-, he llegado a la cuenta de que los chicos, tanto él como Uriah preferirían pasar esta noche en algún local, divertirse a su manera mientras nosotros lo hacemos a la nuestra. -sonríe mostrando la sombra de la llegada de unas arrugas.

-¿Estás de acuerdo con ello? -me pregunta mi madre.

-¡Sí! -contesta Uriah por mí, emocionado-. Vas a pasar el cumpleaños de tu vida.

-Sí, no puedo esperar. -pongo los ojos en blanco enfatizando mi "alegría".

-Hijo, creo que es conveniente que salgas con chicos de tu edad, vas a cumplir 18 años y eso solo pasa una vez. -Mi padre pone una mano en mi hombro y curvo mis labios en una sonrisa, ojalá fuese realmente mi padre, para mí es mi verdadero padre.

-No podré felicitarte antes que nadie -gimotea mi tía Lisa, siempre es tan alegre y dramática-. Quería ser la primera en darte dos enormes besos y felicitarte, ¡oh! Sí puedo, Uriah no le felicites hasta que yo lo haga y así seré la primera. -sonríe encantada con su plan.

-Por supuesto mamá. -ríe Uriah por la locura de su madre.

-No le gustan demasiado los besos. -dice mi madre. Es cierto, no tolero los besos demasiado bien.

-No importa -digo mirando a mi madre con desdén y después a mi tía con una sonrisa-, estaré encantado de tener un par de besos de mi tía. Una vez al año no hace daño.

-Mis besos no hacen daño -se queja mi tía-. Serían una cura para ese mal humor que sueles tener.

-¡Mamá ataqua! -le grita Uriah.

-No soy un perro, Uriah. -le riñe la tía Lisa.

-Solo quería ver la efectividad del tratamiento... -intenta ocultar una carcajada.

-Vamos. -lo cojo de la muñeca arrastrándolo hasta la habitación para que deje de decir gilipolleces.

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Según dice Uriah vamos a ir a una discoteca (con unos carnets falsos) y quiere que sea menos "asesino" que de costumbre por lo que he decidido ponerme una camisa vaquera, un vaquero oscuro y unas converses. Uriah se ha decantado por una camisa negra que resalta demasiado el blanco de su piel y unos pantalones marrones. Estamos apunto de salir, pero la madre de Uriah nos para.

-Ay, querido, te preces mucho a mi marido cuando era joven. -se está refiriendo a mí, un sudor frío me recorre la espalda.

-Mamá no le quites el buen rollo que tanto me a costado inculcarle. -ruega Uriah.

Ódiame hasta el final (ÓHEF#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora