29. "Perro"

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Don Omar ft Natti Natasha - Tus movimientos.

-Hola -musito nada más verla.

-Tienes la cara de relajado, ¿ocurrió algo bueno? -pregunta Candy muy interesada.

-Verte a ti cada mañana y tu arrebatador cuerpo, que me excita y me provoca impuramente ya es algo demasiado bueno -Candy no parece notar mi sorna y lo que es peor: Dulce tampoco, tiene cara de perro, contraída de disgusto.

Candy sonríe ampliamente, altiva, desgarradoramente arrogante. Golpea su pelo rubio sutilmente, apartándolo del rostro.

-Creía que no te gustaba -dice "seductora".

-Y no me gustas lo más mínimo -hablo despectivo, frío, procurando arreglarlo-, estaba siendo irónico... -niego con la cabeza- Es más no me sonrías, me caes mal -añado una sonrisa para no ser tan hiriente.

《Eres una puta sin remedio, sin ofender》.

Estupenda comparación la de mi subconsciente.

Candy me abofetea y pasa por mi lado, marchándose demasiado pronto al instituto gracias a mí.

Antes de que pueda reaccionar me abalanzo sobre Dulce, ella enreda las piernas en mis caderas, hundiendo los dedos en mi pelo, beso sus labios con urgencia.

-Por un instante creí que querías tirarte a mi hermana -ríe después del beso.

-Anoche imaginé su cara mientras hacíamos el amor -imito pesadez y pena en la voz.

-Puto -susurra.

-Te dije que ya no más -beso su frente-. Ahora no necesito ser más un puto, si quiero algo te tengo a ti -paso la yema de los dedos por su mejilla, seguido de sus labios, Dulce cierra los ojos, respirando despacio-. Si sigues así tendremos que saltarnos las clases -digo con voz ronca. Planto un casto beso en sus labios, desfilando mi boca por su cuello, mordiendo sutilmente, su respiración pasa a ser pesada, agarrándose con fuerza a mí.

-Pensaba que no tenías práctica besando...

Esas palabras me golpean, siento que es un reclamo de su parte. Miro directamente a esos ojos... Dios, sus ojos. Apoyo la frente en la suya, sujetando firme su trasero, besándola, cuando le beso no pretendo que sea solo un beso sino algo más haya, necesito que comprenda que con ello le he dado poder sobre mí, que la quiero de manera irrevocable, soy así de testarudo.

-Tengo una buena maestra y quiero impresionarla -me limito a decir.

-¿Cómo puedes estar así de radiante después de lo de anoche?

Sus ojos indagan en los míos, buscando algún signo de cansancio. Estrecho su cuerpo en mis brazos, rio y murmuro en su oído:

-Caramelo, tú para mí eres una recarga de batería, el estar contigo no me consume; me reaviva.

-Hablas de mí como si fuese una especie de medicina -ríe ruborizandose.

-Me has sanado la misóginia, ¿te parece poco? -la dejo en el suelo, parece que quería seguir en mis brazos por la mueca de su cara.

-¿Ya no odias a las mujeres? -pregunta precavida.

-Si eso significase odiarte a ti: no. He reducido la lista -sonrío mientras quito de mi hombro una pelusa invisible.

-¿Se puede saber cual es esa lista ahora? -ríe.

-Solo odio a las putas y las que se aprovechan de la gente -rasco mi ceja izquierda con el dedo índice-, éste último grupo también incluye varones.

Ódiame hasta el final (ÓHEF#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora