6. "Dar la cara"

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Entro con Uriah en la clase, no quiero que me comparen con él: es todo sonrisas y juegos, mientras que yo, bueno, yo soy yo. Golpeo mentalmente mis pensamientos, no debe importarme lo que nadie piense de mí, Uriah en dos segundos se hará con toda la clase. Me siento en la mesa del profesor, coloco las manos en mi boca a modo de altavoz para llamar la atención de la clase, Uriah se queda de pie junto a mí, con una sonrisa divertida jugando en sus labios.

-Clase, este es mi primo Uriah. -hablo tranquilo e intento no fijarme en nadie en especial.

-Y no soy mudo -añade él-. Tampoco soy marginal, adoro la compañía. -Guiña un ojo a las chicas y estas ríen.

-Eso era todo, podéis seguir con lo que sea en lo que perdíais el tiempo. -Me levanto de la silla del profesor y me dirijo a mi asiento.

Uriah se sienta a mi lado, en el sitio de Candy. Está sentado recto, quiere parecer inocente y su cara de niño bueno lo ayuda bastante. Hoy sí he traído mis cascos, así que me quito los audífonos y conecto mis cascos golpeándome los oídos con Daddy Yankee, estoy seguro de que cualquiera de la clase puede oírlo, ya que si no lo pongo al máximo no escucho nada.

Huelo en el aire algo dulce, una colonia de mujer. Giro mi cabeza para ver a Candy hablar muy animada con Uriah, él sonríe mirando los pechos de Candy. Leo los labios de ambos.

-Este es mi sitio, pero si quieres puedes quedartelo. -dice Candy.

-Thank you, me gustaría quedarme aquí... Primo, ¿cómo se dice en español?: I'm new in this country?

Jodido capullo, sabe hablar perfectamente español. Me encojo de hombros y miro por la ventana pasando de él. Una diminuta mano se posa sobre mi hombro, mi corazón martillea con fuerza y no me gusta nada. La miro sin quitar las cascos de mis orejas.

-Enciende tus audífonos. -sonríe.

-Te entiendo igual, Caramelo. -le devuelvo una sonrisa prefabricada.

-¿Ese es tu primo? -le señala sin que Uriah se entere, asiento-. Es algo extraño, sois iguales, pero completamente distintos.

-Ves cosas donde no las hay, yo no me parezco a él en nada. -mi voz es monótona y distante.

-Fíjate bien, solo que sus rasgos no están tan marcados. -Arqueo las cejas. Tiene razón que somos parecidos, se toma muchas molestias, se fija demasiado en todo.

-Ves cosas donde no las hay. -repito hosco, no quiero admitir que tiene razón.

-¿Cómo en que tienes corazón?. -pregunta burlona y añade suspicaz- Mucha gente dice que careces de él.

-Aciertan, no tengo. -mis ojos se vuelven pequeñas ventanillas, esta mujer me desconcierta. Acerca su cara a la mía, está a poco menos de diez centímetros.

-No. Te. Creo. -susurra, marcando cada palabra y se marcha a su pupitre. Me deja atolondrado, dudando si lo que acaba de ocurrir me lo he imaginado.

****

Salimos al patio, gracias a Uriah estoy rodeado de gente que siquiera sabía de su existencia. Es extrovertido, se hace rápidamente con la gente con solo sonreír.

-Chicos ¿aquí no jugáis a basketball? -pregunta Uriah, no le gusta el basketball pero lo hace para integrarse, prefiere el béisbol por lo que sé.

-Sí, por supuesto. -contesta un chico de pelo y ojos castaños.

-Ven. -me ordena Uriah, niego bruscamente mientras recuerdos vuelven a mí, estremeciéndome.

-Jamás volveré a una cancha de baloncesto. -digo firme.

-¿Por qué? -arquea una ceja.

-La última vez -trago saliva- me alcanzó un rayo.

Ódiame hasta el final (ÓHEF#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora