Una vez más he pasado por un ataque de pánico, distinto a todos los que he tenido, todos siempre han sido a causa de las tormentas y por el estilo. Nunca llegué a pensar que el hecho de perder a alguien pudiera llevarme a uno, pero esto es un nuevo motivo para intentar alejarme de ella, si no estoy cerca de ella al final me acostumbraré a este vacío que nunca pensé que se formaría en mí.
Subo a mi moto agarrando con fuerza las manillas de goma, crujen bajo mi agarre y hago que ruga de camino a mi casa. El aire golpea mi pecho, pero no siento nada, he perdido algo que jamás he tenido. ¿Es eso posible?
Estaciono la moto delante del garaje de mi casa. Tengo que calmarme si no quiero volver a sufrir un ataque y lo mejor para eso es entretenerme en cualquier otra cosa. Saco las llaves de mi bolsillo derecho para abrir la puerta, escucho a Uriah en la sala de juegos gritar "Muere hijo de puta" seguramente a la vídeo consola o al menos eso espero. Esta jugando al tekken, se le van a engarrotar los dedos como siga así. Me siento junto a él, ni se inmuta de mi presencia, decido ponerme frente a la tele y estirar los brazos para que no vea la pantalla.
—Joder, voy a perder por tu culpa, quita, demonios me queda menos de media barra de vida. —dice, con la voz ahogada, de tanto gritar a la pantalla.
—Tengo que preguntarte algo. —le miro directo a los ojos y deja la partida en pause.
—¿Qué pasa? —pregunta precavido.
—Necesito que seas totalmente sincero. —le pido antes que nada.
—Solo si tú serás sincero con lo que te pregunte. —exige.
—Vale —miento—, pero tú antes.
—¿Qué quieres saber? —sonríe apoyándose en el respaldo del sofá, acomodando un cojín bajo su brazo.
—Sé que no has venido aquí explícitamente para que yo no esté solo ¿me equivoco? —niega lentamente, reposa ambas de sus manos sobre su estómago.
—Hasta ahora vas bien. —me dice mostrándome los dientes.
—La pregunta es esta: ¿por qué miras a mi madre con asco? —frunzo el ceño, por muy promiscua que sea mi madre, sigue siendo mi madre y no me gusta que nadie (que no sea yo) la mire de esa manera.
—Me he enterado que no soy hijo único. —dice suspicaz.
—¿Qué quieres decir?
—Que tengo un hermano. —ríe cómo si fuese obvio, pero yo no recuerdo tener más primos.
—¿Está tu madre embarazada? ¿Es eso?
Uriah hace una mueca de asco.
—Joder, no ¡Qué asco! No quiero imaginarme a mis padres así, Dios. ¿Cómo hago para eliminar la gilipollez que me has dicho? Mi madre tendrá ya la menopausia —se levanta, cruza los brazos a la altura del pecho—. Siéntate en el sofá, sobre las manos.
—¿Para qué? —arqueo una ceja.
—Porque no sé cómo reaccionaras a esto y es mejor tener tus manos controladas, ya sabes, por si tengo que echar a correr —sonríe con arrogancia—, ya que no quiero abusar de mi fuerza, dejarte K.O y traicionar la hospitalidad de mi tío. —se encoje de hombros, muerdo el interior de mi mejilla, cualquiera se hubiese reído, pero no es mi naturalidad.
—Sé más directo. —le pido haciendo lo que me a dicho.
—¿Seguro? ¿Cómo de directo? —pellizca el puente de su nariz, sonriendo.
—¡Habla de una vez! —grito exasperado.
—Eh, relájate —levanta las manos en señal de rendición—. Te lo diré, luego no te quejes de que fuí demasiado directo. Tú, yo, hermanastros. Ya está.
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Ódiame hasta el final (ÓHEF#1)
Teen FictionSi no confías en nadie, nadie puede hacerte daño. El dolor no es algo que quiera en mi vida, y el final de la ecuación en el amor siempre es el dolor, así que lo mejor es evitarlo a toda costa. ¿Amigos? siempre te acaban traicionando, es mejor esta...