Prince Royce - Te robaré
La habitación está a oscuras, pero aún así es imposible no ver el azul brillante de los ojos de Dulce.
-Si querías estar tú encima solo tenías que pedirlo, Caramelo -sonrío con arrogancia, ella se levanta bruscamente.
-¿Qué haces aquí? ¿Y a estás horas? -pregunta sobresaltada y ruborizada a más no poder.
-Quería hablar contigo, quiero -sacudo la cabeza-, necesito decirte lo que siento y soy malísimo hablando -rio y la acerco a mí, colocando mis manos alrededor de su cintura-. Soy más de hechos.
- ¿Qué preten...?
-Shh... no hables que voy a detener el tiempo -murmullo en sus labios.
Uno mis labios a los suyos, acariciándolos despacio, sin saber muy bien como mover la boca sobre la de ella, pero es todo tan natural que no necesito pensarlo. Sus labios son suaves como sospechaba, ardientes y dulces como su propio nombre, el fuego me inunda el sistema nervioso, las venas y mi corazón palpita deprisa. Dulce se encarama en mi cabello, revolviéndolo, profundizando el beso, su lengua entra en mi boca, poseyendo cualquier parte de ella mientras que la mía acaricia curiosa en la suya. Rugo desde el estómago y me aparto, deseando ver en su cara si acepta lo que siento, si tiembla de la manera que yo lo hago. Sus ojos relucen ávidos y tiernos mientras muerde su labio inferior, inhalo intentando recuperar el aire del beso y cuando mi corazón se relaja ahueco sus mejillas en mis manos y le digo con voz ronca, necesitada de más besos como esos:
-Dios, ¿qué tiene tu boca? Te basaría la misma cantidad de veces que he respirado en toda mi vida -sale sin poder controlarlo por la emoción una frase que leí en algún lado-. Júrame que éste no será el último. Dilo...
-No... no será el último, no en esta noche.
Presiona sus labios sobre los míos con más intensidad, recorre mi cuerpo, quitando mi camiseta, sujeto sus muñecas.
-No tienes porque hacer esto -le recuerdo con voz grave.
- Quiero -besa fugazmente mis labios-. Quiero hacer algo más que dormir contigo -ríe avergonzada por lo que acaba decir.
Sin pensarlo dos veces quito la parte superior de su pijama y ella se deshace de la parte inferior a la vez que yo de la mía, abro los ojos como platos y luego una gran sonrisa pícara se expande en mi rostro.
-Te ves hermosa con cualquier cosa que te pongas, te lo reconozco, pero así, desnuda es algo... uauh...
-Oh, calla -muerde su labio, mirando al suelo cohibida por la timidez.
Camino hacia ella, observando cada parte de su cuerpo, empapándome de él.
-No... no me mires así... -me pide con la respiración acelerada.
-Antes de comerte con los labios quiero hacerlo con los ojos, pienso grabarme este recuerdo en la mente, Caramelo.
Con sumo cuidado la dejo sobre la cama, con una mano en la parte baja de su espalda y otra tras su cabeza, besándola con una ternura que no sabía que tenía, cuestionándome mi existencia antes de ella, cayendo en la cuenta que vivía en tinieblas y ella vino como luz a mi miserable vida. Beso su cuello, sus hombros mientras desabrocho su sujetador dejando al descubierto sus pechos, acariciándolos entre mis manos con delicadeza, bajo las manos hasta su cintura deshaciéndome completamente de su ropa interior.
-Es... espera... yo... -habla aferrándose a mis hombros, sin aliento.
-Eres virgen -susurro en su oído.
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Ódiame hasta el final (ÓHEF#1)
Teen FictionSi no confías en nadie, nadie puede hacerte daño. El dolor no es algo que quiera en mi vida, y el final de la ecuación en el amor siempre es el dolor, así que lo mejor es evitarlo a toda costa. ¿Amigos? siempre te acaban traicionando, es mejor esta...