12. "Consejo de papá"

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—Tío ha sido genial —me dice Uriah de camino a la moto, lanzando puñetazos al aire—. Tú eso lo has ensayado.

—Llevo muchos años haciendo artes marciales mixtas.

—¡Lo sabía! Esos movimientos no eran normales.

—Tampoco le he lanzado una  kamehameha. —frunzo el ceño.

—Eso hubiese estado de película. —ríe.

Uriah está loco, le parece "genial" ver como dos personas se parten la cara, aunque pensándolo bien... sí es algo que merece la pena ver. Desde que terminó la pelea me siento extraño, es como si tuviera algo en el estómago que tuviese vida propia. Tengo la piel encendida desde el roce de Dulce, muchas mujeres antes que ella me han tocado y jamás me había ardido la piel. Golpeo con la palma de la mano mi frente, mi padre hoy venía a comer, tiene que estar esperándonos.

—Mierda, mi padre iba a venir a comer y estará apunto de irse. —digo molesto.

—Quizás lo pillemos antes de qué vuelva a su trabajo. —me ánima.

—¿Qué excusa le damos? —pregunto, Uriah se agarra el estómago de la risa.

—Tienes un ojo hinchado, el labio partido y estás cubierto de barro, le dirás la verdad, bro.

—¿Cuál es la verdad? ¿Qué me pelee por una chica, de nuevo, y por la misma que la otra vez? Creerá que me gusta.

—Te gusta. —afirma arqueando una ceja.

—No, no me gusta. —digo entre dientes.

—Se te da fatal mentir.

—¿Ves esa farola? —pregunto, señalando una farola a unos cuantos pasos, junto a mi moto.

—Sí, ¿qué le ocurre?

—Golpeate en la cabeza con ella hasta que las neuronas vuelvan a sus respectivos lugares. —le contesto subiendo en la harley.

—Yo también te quiero, bro. —sonríe ampliamente antes de montar tras de mí.

*****

—Estaba apunto de subir al coche. —dice mi padre, andando hacia nosotros.

—¿Ya has comido? —pregunta, Uriah, mi padre pone una cara extraña al fijarse bien en la mía.

—¿Me dirás que te a pasado o tengo que hacer como que no he visto nada? —frunce el ceño al tocar mi ojo hinchado. Duele, joder.

—Se ha peleado por una chica, la misma de la otra vez. —se apresura a decir Uriah y sale corriendo antes de que le pegue una hostia.

—Capullo. —digo entre dientes.

—¿Qué chica? ¿La qué te hizo hacer un corazón? —sonríe, encantado mi padre.

—Eh... —pateo algo imaginario y meto las manos en mis bolsillos, no dejo de mirar al suelo.

—Voy contarte algo que si sabes cumplirlo será un magnífico conseo —dice, sujetando mi barbilla para que mis ojos se fijen en los suyos—. Atento hijo: perdona y olvida. Escucha, comprende y aprende. Aprecia y agradece. Duerme menos y sueña más. Celebra y diviértete. Ejercita no solo tu cuerpo, también tu mente. Quiérete mucho y mímate, para poder querer de corazón antes debes valorarte a ti mismo. Comparte y regala. Habla menos y di más, a veces no necesitas palabras para expresarte. Intenta ser un poco mejor cada día. Imagina y crea. Simplifica los problemas, no te agobies. Hazlo hoy, ya. Para estar radiante sonríe, sonríe siempre, sonríe con el alma no solo con los labios. Enamórate, encuentra esa sonrisa que tenías de pequeño, la que te reaviva el cuerpo y obliga a quererte sin razón. Símplente —suspira— inténtalo. —Me destroza el pelo y entra en su coche sonriendo.

Ódiame hasta el final (ÓHEF#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora