34. "Breve discurso y la fiesta de fin de curso"

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El instituto está hecho un caos siempre el último día, los alumnos más descontrolados que los demás días y es para básicamente: no hacer nada.

Solo somos tres clases y será el director quien dé los jodidos diplomas que declaran que conseguimos aprobar.

Han preparado unas sillas para sentarnos. Le pareció "gracioso" hacer la entrega de diplomas todos juntos, llamándonos uno por uno y ahora estoy aquí soportándolo, esperando a que Dulce llegue, pasar el mal trago de verla, recoger el puto papel y marcharme a casa.

Mi tan temido momento llega demasiado pronto, el director nos sentó por orden alfabético según nuestros apellidos y su asiento es detrás del mío.

¿Casualidad? No, es lo que suele pasar, la mierda se acumula en mi vida.

Hago un esfuerzo sobrehumano para no girarme a mirarle, incluso me pongo el gorro de la chaqueta. Meto los puños cerrados en mi pantalón, controlando mis acciones.

Poco a poco van nombrando a todos los que comienza su apellido con A, pronto llega el turno a la B y Bradley es uno de los últimos en nombrar en el espacio de esta letra.

-Eric Isaac Bradley -me llaman por mi nombre completo, ya me da igual, incluso le dije a mis padres que podían volver llamarme así.

Después de decirme cuatro chorradas llega a pedirme algo que va a desear no haber hecho.

-Señorito Eric, como ya sabe a sido uno de nuestros mejores alumnos (sin contar las agresiones) en muchos años y a mí especialmente me gustaría que alentase a sus compañeros a imitar su buena conducta académica en la universidad -pone orgullo en cada palabra, es hora de dejar huella.

Uriah que conoce mi mirada y prepara el teléfono.

-A ver... -me quito el gorro de la chaqueta y me jalo el pelo- comenzar diciendo que ha sido un milagro graduarme sin haber matado a nadie -se oyen algunas risas-. Muchos profesores a lo largo del curso me han preguntado que es a lo que me gustaría dedicarme y les expliqué, con gran pena, que matar gente imbécil no es una carrera universitaria.

Me detengo un instante para sonreír al director mientras los alumnos ríen, casi se le cae la mandíbula al suelo.

-También quería expresar mis sentimientos hacia estos años que he pasado entre todos ustedes. Personalmente; odio el instituto, odio a los profesores, odio a cada imbécil que se ríe de quien se confunde pretendiendo quedar mejor siendo él un gilipollas, odio a los que se burlan porque alguien escribió mal una palabra, odio a los maestros que mandaban toneladas de deberes sobre cosas que ni ellos nos explicaban, odio a esas parejas que van echando en cara su felicidad artificial, odio a todas las chicas del instituto que intentaron entrar en mis pantalones e incluido a las que se lo permití, odio a los que se creían más "machitos" que nadie y al verme se escondían, odio al director que fue lo suficiente inocente para pedirme específicamente a mí que dijese unas palabras, y para concluir os odio a todos ustedes y espero; con todo el amor que tiene un león por una gacela se pudran todos en el jodido infierno. Esperen, a mi primo no le odio, él es soportable. Gracias.

El director parecía en estado de shock al igual que todos los alumnos, pero era cierto: los odiaba a todos.

-Señorito Bradley -recobra la compostura el director antes de que baje del mini-escenario que ha preparado.

-¿Va a castigarme? Se acabaron mis estudios, usted ya no tiene autoridad sobre mí -sonrío encantado con la idea de que mañana estaré volando lejos de aquí.

El director abre la boca para decir algo más, pero quedo en el aire.

Me siento de nuevo en mi lugar, sin mirar hacia atrás, la gente sentada a mi alrededor corren sus sillas unos centímetros alejándose de mí.

Ódiame hasta el final (ÓHEF#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora