Rafa Espino - Lo necesito.
Estoy en la clase de gimnasia abrazado a Dulce, disfrutando de su aroma. Me fijo en lo que me rodea y ella está a diez metros, sonriendo con una extraña expresión en los ojos. Una pared aparece entre los dos con una gran puerta, la abro esperando encontrar a Dulce tras ella pero solo hay un montón de luz que se va apagando. De la puerta comienza a brotar un vendaval, arrastrándome lejos hasta que no me muevo. El viento sigue soplando y yo estoy anclado al suelo.
Dulce atraviesa la puerta: impulsada por el viento, extiendo los brazos con la intención de detenerla, retenerla entre mis brazos, protegerla de lo que se avecina, ser su fortaleza, pero cuando está a centímetros de mí el corazón me late deprisa, desbocado, algo va mal: ella no se detiene al chocar con mi cuerpo sino que lo traspasa, dejándome un sentimiento de vacío inmenso. El fuerte viento la sigue guiando lejos de mí hasta que me es imposible verla y la oscuridad de la puerta me engulle, me rodea y ya no logro ver nada.
Me siento solo, incompleto de nuevo, caigo al suelo de rodillas apoyando las manos en la oscuridad que me mantiene, no puedo respirar, mis pulmones no reaccionan y mi corazón se niega a funcionar.
《Te avisó que te iba a destruir y lo hizo》.
Oigo una voz familiar, mi subconsciente tenía razón.
-¡No! ¡No puede ser!, me niego a creérmelo, ¡me oyes! ¡Me niego! No puede dejarme así... sin más ¿O sí?
《Es lo que a hecho》.
-Le quiero.
《¡No!》.
-Y una mierda qué no, le quiero, no voy... ¡Esto está mal, está mal! ¡No quiero ésto!
-Despierta, joder. ¡Despierta!
Los gritos de Uriah me traen a la realidad, mi cuerpo tiembla y estoy sudado.
-¿Qué ha pasado? -me sujeto la cabeza, me duele una barbaridad.
-Has tenido un ataque de pánico muy fuerte, dime tú ¿qué ha ocurrido para que estés así? -me pregunta con una seriedad impropia de él.
Le cuento todo lo que he tenido que aguantar desde esta mañana con Pablo y Marcos a la verdad sobre Dulce.
-Es increíble, debe de ser una broma -dice cuando termino de contarle.
Sacudo la cabeza.
-Me llamó por mi nombre y eso solo lo sabéis la familia y Dulce, también me dijo algunas cosas que solo le conté a ella. Estuvo todo este tiempo... riéndose de mí -me ahogo en la última frase.
-Bro, relájate -aprieta mi hombro-. Intenta desahogarte conmigo.
-No hay nada que decir. Las palabras no van a cambiar nada -le digo con la voz apagada-. Pero..., por favor, para este dolor -le pido sujetándome el pecho que me martillea y se me oprime.
-Hermano... yo no puedo hacer más que escucharte -dice compadeciéndose.
-Hermano tengo miedo -le confieso.
-¿De qué?
-Tengo miedo de todo, de que ahora ya no haya nada -froto mi cara con desesperación.
-Tranquilo, todo pasará -esa frase me enfado inimaginablemente, era parecido a lo ella tiene tatuado.
-¡No tienes ni idea de cómo me siento, cállate! -le grito apretando los puños.
-Vete a la mierda, quería ser de ayuda. Que sepas, estás expulsado un mes por destrozo de un aula -Uriah se levanta de la cama enfadado, sujeto su brazo volviéndolo a sentar.
ESTÁS LEYENDO
Ódiame hasta el final (ÓHEF#1)
Teen FictionSi no confías en nadie, nadie puede hacerte daño. El dolor no es algo que quiera en mi vida, y el final de la ecuación en el amor siempre es el dolor, así que lo mejor es evitarlo a toda costa. ¿Amigos? siempre te acaban traicionando, es mejor esta...