25. "Basketball"

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Despierto en la mañana con la mano de Dulce sobre mi árbol de luz, una sonrisa inoportuna aparece en mi semblante. Es ridículo que una sola mujer pueda hacer tanto en un hombre, pero lo estoy viviendo. Todo es extraño, cuando crees que no hay nada nuevo, que nada vale te das de golpe con que no todo es tan malo. No sé si a todos les ocurre lo mismo, con que me ocurriese a mí me basta.

-No me explico con que cadenas me atas, Caramelo, pero me tienes bien sujeto por las pelotas. -le digo mientras duerme en un murmullo.

Hace unas caras extrañas mientras duerme, igual que en una pesadilla. Da un grito ahogado pronunciando algo casi sin sentido, creo qué es "Mamá, no" o algo por el estilo.

-¿Caramelo? ¿Estás bien? ¿Me oyes? Despierta, joder.

No sé si deba tocarla, sé que a los sonámbulos no hay que tocarles, pero ¿ella es sonámbula o solo habla en sueños?

-Despierta, despierta.

-¡NO! -despierta con un grito y le abrazo rápidamente.

-Relájate, todo ha pasado, solo era un sueño. Caramelo, estoy aquí, está todo bien.

Su respiración es agitada, acaricio su pelo para relajarle. Creo que eso es más para un perro, igual lo intento.

-¿Estás bien? -digo sin soltarla.

-Sí. -asiente en mi pecho.

-Justo parecía que lo tenías todo bajo control. -digo sarcástico.

-Era solo un sueño, Eric.

Aprieto involuntariamente los dientes al oír mi nombre.

-¿No te gusta, verdad? Realmente odias también tu nombre, señorito misantrópico. -ríe.

-Te tomaste a coña todo lo de la noche anterior. -le digo serio, para mí fue algo muy importante.

-No, pero no me tragué la mitad. Tú quieres a mucha gente y no odias a todas las mujeres.

Lo pienso un momento.

-A la mujer que trabaja para mi familia no la odio, es más, me cae estupendamente.

-Ves, solo necesitas... ¿confianza? -sonríe de forma extraña.

-¿Me la proporcionarás tú? -echo uno de sus mechones fuera de sus ojos.

-Podría ser, quizás un poco. -su sonrisa se vuelve más normal.

-Ya llevas más de un poco para que te haya contado todo lo que sabes. -le aclaro.

-Dejaste tu teléfono en la fiesta. -me recuerda.

-Sí, ahora iré por él y de paso el coche.

-Es muy normal dejarte el coche y el teléfono en una fiesta. -ríe con su sarcasmo.

-Ya deberías haber notado que yo no soy nada normal, Caramelo. Volveré en un rato, no querrás ir con mi ropa a tu casa: todos pasarían mal y cuando lo hagan... me gustaría haber hecho algo más que solo "dormir" en la misma cama. -hablo con picardía, en tono grave, Dulce se ruboriza.

-Vete ya cabrón. -me tira un cojín.

-Echaba de menos esta forma de despertar tan tuya. -rio.

-Por favor, vete -se pone aún más colorada, borgoña y yo me rio más fuerte-. Vete. -me tira la almohada.

-Vale, vale. Me voy antes de que te me tires tú encima... Oh, eso realmente me tienta. -muerdo mi lengua a la vez que la saco y guiño un ojo.

-¡Márchate de una vez, Eric! -me grita y me marcho riéndome.

Ódiame hasta el final (ÓHEF#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora