30. "Pellas"

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Arcángel - Tu cuerpo me hace bien.

Después de que mi hermano se aburrirse de mi compañía envié un mensaje a Dulce para saber si seguía despierta (igualmente me iba a colar en su casa de nuevo, pero intenté ser considerado).

Yo: ¿Sigues despierta, bella roncadora?

Al segundo mi móvil sonaba con una canción súper pastelosa que ella misma se puso como tono de llamada.

—Hola —le saludo como siempre hago cuando le llamo.

—Yo no ronco —suena enfadada al otro lado del teléfono.

—Pero ronroneas como un gatito —digo con voz libidinosa.

—¿Eric...?

—¿Sí?

—No quiero dormir sin ti.

—¿Qué quieres decir con eso? —puse tono inocente.

—Quiero que pases la noche conmigo, abrazados... Ven —la urgencia en su voz me ablanda el alma.

—En doce minutos estoy allí, ingeniatelas para salir... quiero que veas algo.

Sentí su sonrisa al otro lado.

—Solo quiero verte a ti —y cuelga.

Tal y como dije llegué allí en el tiempo acordado, y Dulce me esperaba apoyada en una farola. La luz de la farola hacia ver su rostro más brillante, su sonrisa más deslumbrante y su cuerpo más deseable, sus ojos en la oscuridad aún seguían resplandeciendo con ese azul intenso. Me gusta creer que solo brillan de esa forma al verme a mí.

—Buenas noches —dijo a modo de saludo al sentarse a mi lado en el coche.

—Las que te voy a dar —hago un guiño, sonriendo y Dulce me empuja—. Querias verme, aquí estoy Caramelo, para tu uso y disfrute, privado y personal.

Ella se ruboriza, jugando con sus dedos sobre los muslos, dejo una mano en su rodilla y la aprieto un poco.

—Quiero que veas algo —arranco de nuevo el coche.

Aparco cuando estamos donde pretendía. Cojo a Dulce de la cintura, colocándola a horcajadas sobre mí, hambriento de sus labios la beso con desesperación, ella mueve la pelvis y yo me aferro a su trasero, nuestras respiraciones se vuelven acompasadas a la vez que el deseo mutuo. Se empañan los cristales del coche, Dulce apoya ambas manos en mis hombros, riendo.

—Mira que hicimos —pasa un dedo por la ventana, dejando una línea en horizontal y y yo la uno a una vertical— ¿Una "T"?

Niego y escribo "Te quiero" en el vidrio empañado. Lamo sus labios, reanimando el beso, mordiendo sutilmente su labio inferior, dejando besos por su cuello al tiempo que ella pasa las manos por mi pecho, metiendo las manos bajo mi camiseta.

—Ah, ah —sujeto sus muñecas, riendo.

Me gusta esa mirada de deseo, deseo de poseerme a mí.

—¿Por qué no? —se enfurruña sobre mí, intentando liberar sus muñecas.

Aún no termino de explicarme que hice para tener a esta mujer entre mis brazos, para tener su mirada sobre mí persiguiéndome. Gracias a Dios estoy en este momento justo donde quiero estar; junto a ella.

¿Cómo comenzó todo esto? ¿En qué momento empezó? Mi puñetero corazón estuvo inactivo muchos años y decidió reanudar su funcionamiento a lo grande: enamorándose. Le quiero, le deseo, es la única que permití que se acercase a mi vida y es una de las cosas que más me alegro de no haber jodido en mi asquerosa vida.

Ódiame hasta el final (ÓHEF#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora