Después de dos semanas hoy volveré a pasar por ella. Se me da muy bien hacer cómo que no ha pasado nada, si puedo hacerlo cuando pillo a mi madre con otros tíos y ella siquiera se entera de que la he pillado no creo que esto sea más difícil.
—Uriah, hoy vuelves a ir solo. —le digo, pero esta más muerto (dormido) que vivo.
—Ya era hora... —balbucea.
—¿Qué? —estará soñando.
—Cuando tú no me llevas me acerca una universitaria. —sonríe, encantado con la imagen de ella en su cabeza.
—Creo que aún no has terminado de despertar. —rio.
—En serio, mi carita sirve para muchas cosas más que para hacer suspirar a las mujeres —hace un mohín—. ¿Quién dejaría solo a alguien con esta carita? Nadie. —esboza una gran sonrisa y vuelve a conseguir dormir increíblemente rápido.
—¿Una universitaria? —pregunto, pero ya no contesta, ya fuese por que se había dormido o no le daba la gana.
Me ducho, Rosalía me prepara el desayuno y subo a mi moto. Estoy parado frente la casa de Candy y Dulce, paralizado... A pesar de lo que dije no es sencillo volver totalmente a la normalidad. La puerta se abre de golpe (seguramente Candy debió de verme por la ventana), atravieso los pasillos del piso hasta estar de nuevo frente su puerta.
—¿Su habitación? —le pregunto a Candy, pero ya sabia que estaría allí durmiendo.
Candy asiente.
Cuando entro a la habitación de Dulce, ella milagrosamente no está durmiendo, sino que está sentada frente a su escritorio leyendo un libro y con una enorme taza de café vacía. No se a dado cuenta siquiera de que he entrado en su habitación. Escudriño su rostro y acabo notando que ¡está llorando! Corro hacia ella y susurra.
—Está muerto, esta muerto... —cómo si intentase creérselo.
No sé que hacer así que hago algo que nunca he hecho. La cojo entre mis brazos y la aprieto contra mi pecho, para que se sienta protegida, no tengo la menor idea de quién a muerto, pero cuando murió mi abuelo yo lo pase muy mal y lo que más reconforto fue un abrazo, sin palabras, solo el cariño de mi padre.
—¿Qué ha-haces...? —pregunta sorprendida.
—Shh... no interrumpas mientras te abrazo.
Esconde la cabeza en mi pecho y se ríe, ríe a carcajadas.
Había olvidado lo que era sentir a alguien entre tus brazos, este tipo de sentimiento es el que hace sentir tan fuerte y a la vez tan débil: eres fuerte, eres la muralla que le protege; eres débil, porque si algo le pasará... sería como desencajar un miembro de tu cuerpo, el más vital: el corazón. Me importa, me importa más de lo que me gustaría y eso me asusta, me aterra. Junto a ella soy débil, soy fuerte, soy vulnerable, soy una fortaleza... soy todo alma ardiendo por un sentimiento al que no quiero poner nombre.
—¿Quién ha muerto? —le pregunto cuando reúno el valor y ella parece más relajada.
—Agustus... —sorbe por la nariz.
—¿Era un primo? ¿algún familiar o un amigo? —ella niega efusivamente y señala el libro— Es un personaje de libro —digo cómo una afirmación y ella asiente.
Intento de asimilar que la he abrazado por un libro y descubro que no me molesta en absoluto, me gusta esta parte de ella que no parece de su personalidad pero que a la vez, es tan suya.
—Eres una devoradora de libros... —me mira extraña, esperando que la juzgue. La mayoría de las personas lo ven friki eso de encerrarse en un libro, pero yo...— Es simplemente genial —frunce el ceño, no cree lo que acabo de decir—. No tienes límites entre este mundo y todos los demás en los que te hundes al leer. Puedes huir de esta asquerosa realidad naufragando en otra realidad totalmente opuesta, mejor o peor, no importa, cuanto peor lo pasan los personajes más lo sientes, la haces tuya. Tienes al alcance en tu mano decisiones, historias y aventuras que en la vida real serían casi imposibles de controlar (por no decir imposible). Puedes reír a carcajadas, llorar, guardando ese libro como tu mayor y mejor secreto de todos. La complicidad entre el lector y un personaje del libro es... sagrada, y muy poca gente llega a sentirlo, intentan comprenderlo y los sentimientos son más haya de la comprensión humana (odio a la mayoría de los humanos) —ambos reímos—. Leer es uno de tus hobbies, seguro que piensas ponerlo hasta en tu currículum.
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Ódiame hasta el final (ÓHEF#1)
Teen FictionSi no confías en nadie, nadie puede hacerte daño. El dolor no es algo que quiera en mi vida, y el final de la ecuación en el amor siempre es el dolor, así que lo mejor es evitarlo a toda costa. ¿Amigos? siempre te acaban traicionando, es mejor esta...