23. "Pablo Neruda"

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-Ponte cómoda -intento parecer gracioso (que se me da de pena)-. Te voy a contar el por qué de que tuviese esa expresión el día que Uriah jugaba con todos al baloncesto. Como sabrás, y es natural en alguien con mi estatura y mi complexión física -le mire esperando que se ría, pero no lo hice- me gusta el deporte... de pequeño jugaba a toda clase de deportes que se te pasen por la cabeza: tenis, fútbol, baloncesto, béisbol y como no; karate, esgrima krav maga y demás clases de combate. La cosa es -respiro hondo- que antes no odiaba tanto a la gente como ahora, la odiaba, siempre he odiado a todo el que no fuese mi padre por alguna extraña razón, quizás ya sabía que me acabarían dejando solo o que me enteraría de que mi vida era una mierda y necesitaría aferrarme a una imagen fuerte y justa como la que vía en mi padre. Hace ya alrededor de cuatro años que me mude aquí, antes era de Manluis, New York. Estaba en un equipo de baloncesto y de vez en cuando quedaba con los niños de mi equipo para echar unas canastas -paso las manos por mi pelo, nervioso-. Un día la lluvia era tremenda, pero con 14 años eso me importaba poco mientras estuviese jugando, te explico que era una tormenta eléctrica, nunca me dieron miedo los rayos... quizás sí un gran respeto y cuando vi que uno caía justamente en la canasta de metal, me paralice, literalmente. Sentí que a mi alrededor el asfalto me cubría hasta las rodillas y no podía menear un centímetro los pies, necesitaba que alguien me gritase para salir del trance o que alguno de mis "amigos" me diese un puñetazo o me alejasen de allí. Veía cómo todos corrían y yo no podía moverme -trago saliva para poder seguir-, algo me golpeó haciéndome sentir una punzada desde el cerebro hasta el pecho y pase unos minutos técnicamente "muerto".

Me quito la chaqueta de cuero, quedándome con una camiseta gris estilo hipster en la que pone Soy tu destino. Levanto la manga para dejar ver la marca del árbol de luz en mi piel y digo enfadado:

-¿Sabes lo que es tener una herida que pasa tiempo y tiempo y no cicatriza, recordándote cada instante lo que sentiste; el miedo, la soledad? ¿Tienes la mínima idea de lo qué deseo que esta mierda desaparezca? Intento olvidar como un rayo atravesó mi cuerpo, pero veo esto y es imposible... cada jodida tormenta el corazón se me acelera pensando que la próxima vez no tendré tanta suerte, que si me paso una vez ¿por qué no otra?

Cierro los ojos con fuerza, apretando los dientes y los puños a mis costados, agachando la cabeza. La herida me arde, Dulce la esta dibujando con la yema de sus dedos, y por su camino dejaba un agradable dolor ardiente que me cala en los huesos.

-Yo creo que es bonito, es especial que lo tengas, algo que solo conservas tú -me dice susurrandolo, como un secreto entre los dos-. No lo veo una herida, ¿una cicatriz?, puede ser, pero al verla no tendrías que tener miedo si no disfrutar más, ¿no crees? Alrededor del 70 % de personas se salvan de los rayos, aunque jamás he oído hablar de nadie que le dure el árbol de luz. -sonríe, su mirada y la mía se cruzan.

Deja de tocar la figura del árbol de luz de mi brazo, nuestras miradas seguían unidas, ya echo en falta ese mínimo roce que había tenido, lo quería de vuelta. Ruge mi interior queriendo abalanzarse sobre ella, aquí mismo pero, no, no debo.

-Cuando lo veas ahí piensa que tienes algo de luz en ti. -ríe.

-Esa eres tú, la luz que está aclarando mis tinieblas. Eres más efectiva que un rayo perla dando luz a mi vida.

Nos quedamos callados un momento, el que parece una eternidad retenida en un segundo. Su móvil suena rompiendo cualquier conexión, recordándome que esas cosas no pasan en mi vida.

-Es mi tío, que no llegue tarde -ríe negando con cabeza-. Hace bastante que no tengo una cita y no sabe como tiene que actuar.

-Teniendo en cuenta que es con ésto con lo que sales -me levanto, extiendo los brazos y me giro para que me vea bien-, debería cuidarte un pelín de más que la mayoría de gente.

Ódiame hasta el final (ÓHEF#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora