31. "Lluvia de Urano"

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La hermana de Dulce está apunto de llegar, quedan aproximadamente unos quince minutos para que acabe el instituto y yo no pretendo alejarme de ella, además tengo un regalo para Dulce en medio del salón.

-Vamos a mi casa, allí no nos dirán nada.

-No puedes ir así, solo con esa camiseta, te vas a enfermar.

Sonrío con la visión de ella preocupándose por mí.

-Tranquila, tengo una chaqueta en el coche. Tenía la vaga idea de que volverías a quedarte con mi camiseta.

-Eh... -se ruboriza- Esto no está bien, no puedo seguir quitandote camisetas.

-Tienes razón -me cruzo de brazos-, deberías quitarme toda la ropa.

Jalo su brazo, arrastrándola al coche. Sentado en el coche me pongo la chaqueta para que se relaje y le llevo a mi casa.

-Tu casa es preciosa.

-Cuando tú estás en ella -digo y ella se ríe.

-Pelota.

-Es en serio, donde estás tú todo es más bonito, desde que estás en mi vida el despertarme me vale la pena de ver el tiempo pasar, siempre que sea junto a ti.

-Yo...

Salgo del coche antes de que pueda decir nada, estoy siendo muy cursi y no va conmigo, hay que ponerlo a nivel o perderé mi derecho de poder ser llamado "puto" o "desgraciado".

-Pasa al salón -cierro la puerta tras ella.

-¿Qué hay allí? -pregunta mirando hacia todos lado-. No sé dónde está tu salón, ésto es enoorme -rio con la forma en la que dice "enorme" tan exagerada.

-Cierra los ojos -nerviosa, hace lo que le pido.

Corro ambas puertas dejando al descubierto el salón y en el centro de este un osito de peluche gigante que gané hace unos años en la feria y guardé inexplicablemente, no hay nadie mejor que ella para dárselo.

Es un osito de peluche más ancho que ella y casi tan alto como ella, blanco y suave.

-Caramelo, ya puedes abrir los ojos -beso su sien.

Mira el peluche tapándose la boca y exclamando un: "Oohh", después me mira a mí con ojos vidriosos, se abalanza sobre mí, rodeándome el cuello consiguiendo que yo me curve por la diferencia de estatura.

-¿Cuándo? ¿Cuándo, dónde conseguiste ésto?

-Hace unos años en una feria... Por algún motivo lo guardé, llevaba el peluche tiempo solo (como yo), esperando a alguien alguien que le quisiera (como yo) y ya he encontrado alguien perfecto para ello (tú) -le abrazo un poco más fuerte, oliendo su pelo.

-También eres suave y mullido como él -me dijo al oído.

-Solo con quien se lo merece -alejo su cuerpo del mío-, ve y achúchalo, creo que tiene envidia -reímos los dos por mi comentario.

Sube literalmente sobre el osito, sentándose sobre uno de sus pies, cogiendo el morro del peluche entre sus manos y besándolo. Lleva unos pantalones blancos diminutos y mi camiseta, siquiera le he dejado cambiarse.

-Oye -me cruzo de brazos, frunciendo el entrecejo-, ahora soy yo quien tiene envidia del puñetero oso.

-Tú me tienes durante todo el día, Eric.

-Y nunca es suficiente -sonrío de lado.

-¡Hola! -grita Uriah aprisionándome, pero con un movimiento rápido acabo encima de él en el suelo y con un puño a centímetros de su cara-. Joder, das miedo, bro.

Ódiame hasta el final (ÓHEF#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora