La hermana de Dulce está apunto de llegar, quedan aproximadamente unos quince minutos para que acabe el instituto y yo no pretendo alejarme de ella, además tengo un regalo para Dulce en medio del salón.
-Vamos a mi casa, allí no nos dirán nada.
-No puedes ir así, solo con esa camiseta, te vas a enfermar.
Sonrío con la visión de ella preocupándose por mí.
-Tranquila, tengo una chaqueta en el coche. Tenía la vaga idea de que volverías a quedarte con mi camiseta.
-Eh... -se ruboriza- Esto no está bien, no puedo seguir quitandote camisetas.
-Tienes razón -me cruzo de brazos-, deberías quitarme toda la ropa.
Jalo su brazo, arrastrándola al coche. Sentado en el coche me pongo la chaqueta para que se relaje y le llevo a mi casa.
-Tu casa es preciosa.
-Cuando tú estás en ella -digo y ella se ríe.
-Pelota.
-Es en serio, donde estás tú todo es más bonito, desde que estás en mi vida el despertarme me vale la pena de ver el tiempo pasar, siempre que sea junto a ti.
-Yo...
Salgo del coche antes de que pueda decir nada, estoy siendo muy cursi y no va conmigo, hay que ponerlo a nivel o perderé mi derecho de poder ser llamado "puto" o "desgraciado".
-Pasa al salón -cierro la puerta tras ella.
-¿Qué hay allí? -pregunta mirando hacia todos lado-. No sé dónde está tu salón, ésto es enoorme -rio con la forma en la que dice "enorme" tan exagerada.
-Cierra los ojos -nerviosa, hace lo que le pido.
Corro ambas puertas dejando al descubierto el salón y en el centro de este un osito de peluche gigante que gané hace unos años en la feria y guardé inexplicablemente, no hay nadie mejor que ella para dárselo.
Es un osito de peluche más ancho que ella y casi tan alto como ella, blanco y suave.
-Caramelo, ya puedes abrir los ojos -beso su sien.
Mira el peluche tapándose la boca y exclamando un: "Oohh", después me mira a mí con ojos vidriosos, se abalanza sobre mí, rodeándome el cuello consiguiendo que yo me curve por la diferencia de estatura.
-¿Cuándo? ¿Cuándo, dónde conseguiste ésto?
-Hace unos años en una feria... Por algún motivo lo guardé, llevaba el peluche tiempo solo (como yo), esperando a alguien alguien que le quisiera (como yo) y ya he encontrado alguien perfecto para ello (tú) -le abrazo un poco más fuerte, oliendo su pelo.
-También eres suave y mullido como él -me dijo al oído.
-Solo con quien se lo merece -alejo su cuerpo del mío-, ve y achúchalo, creo que tiene envidia -reímos los dos por mi comentario.
Sube literalmente sobre el osito, sentándose sobre uno de sus pies, cogiendo el morro del peluche entre sus manos y besándolo. Lleva unos pantalones blancos diminutos y mi camiseta, siquiera le he dejado cambiarse.
-Oye -me cruzo de brazos, frunciendo el entrecejo-, ahora soy yo quien tiene envidia del puñetero oso.
-Tú me tienes durante todo el día, Eric.
-Y nunca es suficiente -sonrío de lado.
-¡Hola! -grita Uriah aprisionándome, pero con un movimiento rápido acabo encima de él en el suelo y con un puño a centímetros de su cara-. Joder, das miedo, bro.
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Ódiame hasta el final (ÓHEF#1)
Teen FictionSi no confías en nadie, nadie puede hacerte daño. El dolor no es algo que quiera en mi vida, y el final de la ecuación en el amor siempre es el dolor, así que lo mejor es evitarlo a toda costa. ¿Amigos? siempre te acaban traicionando, es mejor esta...