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|Capítulo 45|
Estábamos en tierra al fin, en una minivan que nos llevaría al hotel donde podríamos descansar ya que era tarde en la noche y a primera hora de la mañana nos pondríamos a trabajar en el colisionador. Apenas si pude ver la ciudad cuando íbamos de camino al hotel, la llamaban ciudad fantasma porque solo tenía unos cuatrocientos habitantes y había quedado casi desolada por completo, además de que tenía un aspecto algo bizarro, se decía que a parte de eso, Jerome era uno de los poblados más embrujados del país, por lo que había hoteles temáticos, sitios para turistas y museos para investigadores paranormales. A las afueras de la ciudad, a una distancia considerable para mantener la seguridad y la discreción, estaban las instalaciones de Stark Industries a las que iríamos en la mañana.
A cada uno nos dieron una habitación de un hotel modesto pero cómodo y quisiera decir que descansé lo suficiente, pero en realidad había llamado a Vanessa apenas llegué y me había quedado hablando con ella un par de horas para que me contara todo lo que había pasado. Estaba molesta, como es de esperarse y decepcionada de María, sentía que toda su vida era una farsa, se sentía terrible y yo me sentía igual de terrible por no poder estar allá para acompañarla, aunque dentro de mí sabía que tenía que haber alguna forma de arreglar las cosas, eran demasiado perfectas la una para la otra como para dejar todo así, por lo que hice una nota mental de pensar en una forma de ayudar a que eso pasara, en la mañana lo conversaría con María también.
Un auto nos llevó a todos cuando amaneció a las afueras de la ciudad, donde solo había desierto y montañas de rocas rojizas sin vegetación aparente, ahí en medio de aquel paisaje desértico, había un conjunto de edificios elegantes que resaltaban en el ambiente, eran propiedad de Stark Industries. Tenía el mismo aspecto futurista que los otros de la ciudad, pero de cierta forma iban bien con el desierto, con un aire de steampunk en la estructura mucho más rústica que en la torre de la ciudad, con vidrios oscuros y estructura color bronce. Por dentro, sin embargo, no era menos impresionante, estaba lleno de experimentos, laboratorios, científicos que iban y venían hablando idiomas diferentes, algunos de los cuales apenas si podía diferenciar y yo me sentía súper emocionada de haber venido.
-Chicos, ésta es la doctora Yolanda García, ella les enseñará el colisionador -. Nos presentó el profesor Banner a una mujer de unos cincuenta y tantos años, de tez morena y cabello enrulado con algunas canas en medio de las tonalidades castañas, tenía una sonrisa amable y semblante sereno.
-Que bueno que están aquí síganme -. Nos indicó la doctora para llevarnos así al área del colisionador, que estaba varios metros bajo tierra.
Pasamos alrededor de una hora tomando notas en medio de una inducción de cómo funcionaba todo regularmente, hicimos también un pequeño tour alrededor de las instalaciones y al final nos llevaron al área del problema que teníamos que reparar, dándonos también el equipo de seguridad y un par de laboratorios para poder trabajar cómodamente.
