Capítulo 19

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- ¿Dónde está Law? - pregunté, nada más despertar.

- Te acabamos de salvar la vida ¿y tú preguntas por ese?-  dijo Ace, estaban los dos empapados, al igual que yo.

- Ace no me siento nada bien, y la herida está a punto de abrirse. - dije, y levanté un poco la camiseta para que viesen cómo empeoraba poco a poco - Él es médico.

Me miró muy enfadado, se levantó, y se fue. No entendía por qué estaba así. Al parecer, no le importaba en absoluto que muriese ahí mismo. ¿Se creía que me podría cuidar él solo? Estaba loco.

- Luffy, ve a por él. - dije, y conseguí levantarme al final - Yo iré al submarino.

- Vale. - empezó a irse, pero luego se dio la vuelta- No se por qué está así, no le hagas caso.

Llegué al submarino, y toqué la puerta de arriba. No creí que podría oír eso de dentro, pero funcionó. Law abrió la pequeña puerta. Nada más verme, apoyó sus manos sobre mi hombro.

- ¿Estás bien?

Negué con la cabeza, y me ayudó a entrar en el submarino. No me sentía nada bien, tal vez estaba enferma, no tenía ni idea.

- No creo que sea la herida. - dije, y subí la camiseta.

Apoyó sus frías manos sobre mi piel, y eso me hizo estremecer. La acarició suavemente, y luego cogió una aguja y un poco de hilo.

- No te cosí la herida por si acaso, pero lo tendré que hacer ahora. ¿Te parece bien?

- Tú eres el médico aquí. - dije - Confío en tí.

Empezó a coserme la herida con mucho cuidado, dolía bastante, pero había estado sufriendo  tanto esos días que lo aguanté fácilmente. Law tenía las manos muy frías, y no hacia tanto frío dentro.

- Esto ya está. - dijo, al acabar de coser - Ahora deberías descansar.

- Esta bien. ¿Puedes hacerme compañía?

No quería estar sola, necesitaba hablar con alguien, y Law era la persona adecuada.

- ¿No quieres que vaya a buscar a Luffy y Ace?

- Déjalos, estarán bien los dos solos, o eso espero.

Estaba bastante preocupada por Ace, ya que no quería que se enfadase, después de tantos años sin hablar con él, no quería echar a perder lo mucho que habíamos avanzado.

Me apetecía estar con Law, tal vez volviese a recordar más cosas. Casi todas las veces que había recordado algo fue junto a él, estaba segura de que no era pura casualidad.

- Estaré contigo entonces. - dijo, y cogió una silla para sentarse al lado de mi camilla.

Cada vez me encontraba peor, no paraba de sudar y sentía el corazón a mil por hora. Law se había dormido en muy poco tiempo, había pasado muchos días cuidando de mí, y seguro que no había dormido ni un minuto, así que no lo desperté.

Me llevé la mano a la frente, quemaba mucho, así que cogí un libro para que me echase aire. No funcionaba. La temperatura no bajaba, seguro que estaba muy enferma. Al final, después de una hora dudando, desperté a Law.

- Law. - susurré.

- ¿Qué pasa?

Le costó abrir los ojos, y me miró casi dormido. Todavía no estaba despierto del todo, así que cogí su mano con cuidado y se la puse en mi frente. En cuestión de segundos Law me miró horrorizado.

- ¿Por qué no me has dicho nada? Estás muy enferma. - dijo, y se levantó.

- Necesitabas descansar.

- Eso no importa ahora, tienes que curarte ya.

Trituró unas hierbas y las mezcló con agua, y tuve que beberlas. Estaban asquerosas.

Al cabo de unos diez minutos, me costaba mucho respirar, y aún más hablar. Law no paraba de hacerme preguntas, y yo no podía responder con lo mal que estaba. 

Veía a Law cocinando una especie de líquido morando extraño. Ya no podía ni mantener los ojos abiertos, intenté llamarle, pero no me salía la voz. Cerré los ojos y todo se volvió oscuro.


La puerta se abre y entran dos hombres. El primero anda flotando en el aire, y tiene un jersey hecho con un gas rosa muy raro. El otro tiene el pelo rubio, y lleva unas gafas rosas con un jersey de plumas a juego. Nunca antes había visto a personas tan raras.

El hombre rubio se acerca a mí, y el otro a Law. Tengo un mal presentimiento.

- Así que, esta tiene el poder... - dice, mirándome de arriba a abajo.

- Sí, pero todavía no ha hecho nada, señor. - añade el señor del gas.

- Interesante... y, Law, bienvenido otra vez.

Se ríe. Es una risa horrible, da un asco que no se puede ni describir. Recuerdo esa risa con un odio muy grande.

- Y tú, niña... - empieza.

- Se llama Janna. - dice Law.

Le miro y sonreí, dándole las gracias, ese chico es muy valiente, yo no soy capaz de decir nada, esos dos hombres me dan mucho miedo.

- Pues tú, Janna, más te vale no intentar salir de aquí. Tú poder nos servirá para muchas cosas.

Los dos hombres abren la puerta, pero cuando están a punto de salir, decido intentar hablar.

- Yo... ¿podré ver a mis padres?

- No deberías hablar de tus padres si no quieres que mueran. - dice el rubio, y se vuelve a reír.

Cierran la puerta y se largan. El odio aumenta aún más, ahora que no podré ver a mis padres nunca más. Empiezo a relajarme, pero no puedo evitar llorar y llorar, sabiendo que nunca más seré feliz.

- ¿Qué te pasa? - dice Law.

- Sólo quiero volver a casa.

- Tienes que olvidarlos. Si no lo haces, la tristeza ganará. Es como una enfermedad, si no la superas, siempre estarás triste.

Se acerca a mí y se quita el sombrero blanco con manchas que tiene en la cabeza, y la pone sobre la mía.

- Por favor, intenta sonreír.- dice, y vuelve a levantarse-  Tengo que irme ahora, pero volveré en seguida. No hagas ninguna locura.

- Está bien.- dijo, y me limpio las lágrimas.

Law sale de la habitación, y yo me quedo sola, en una habitación colorida y llena de juguetes para niños. Tal vez debería jugar hasta que él vuelva.




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LOST [One Piece fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora