Capitulo 1

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-Levana

Hacía años que no pisaba la arena, me resultaba molesta, y más aún cuando está húmeda por el mar, la playa ni el mar, me habían hecho mucha ilusión desde que era pequeña, una vez una medusa picó a mi madre y desde ahí dije que este sitio no era para mi, desde que llegué a Cádiz mi mejor amiga me ha dicho que le dé una oportunidad a la playa de aquí, que son totalmente diferentes y que no se parecen en nada a las playas de Barcelona, al final accedí y vine a probar las playas Gaditanas. No son muy diferentes, huelen a mar y tienen bares cerca de la playa con pescado, o como dice ella "espetos", lo único que me gustaba era tomar el sol, o mirar los diferentes atardeceres que podían haber en todo el verano, si muy alejada del mar.

Todo cambió de un momento a otro y dejé de ver un objetó cayó al lado mía y me quitó la visión.

—Joder —rechisté

—¿Estás bien? —me preguntó un joven.

—Me ha entrado arena en los ojos.

—También te has manchado entera de arena —dijo riendo.

—Que gracioso —solté sarcásticamente.

—Venga vamos te acompaño a la orilla, y te hecho agua dulce en los ojos.

—No a la orilla no.

—¿Por qué?

—Es que no me gusta el mar.

Él me ignoró y me llevó hacia la orilla, cuando la toque con los dedos de los pies sentí algo y le agarré con fuerza.

—Es un alga no te preocupes.

—Que asco.

—Deja a las algas en paz anda.

Él me echó agua dulce  en los ojos, y por fin pude volver a ver, le miré a los ojos, unos ojos azules en los que se proyectaba el mar de una manera tan idéntica.

—¿Estás bien? —me preguntó

—Si.

—Por haberte manchado entera, ¿te apetece que te invite a una cerveza?

—Si es con limón sí.

—Creo que tengo en la nevera, si no te gusta también tengo refresco.

—Vale, me parece bien.

—Pues quítate la arena y vienes ¿vale? Estoy al lado tuya.

—¿Al lado mía?

—Si, tengo mi toldo al lado de tus cosas.

—Ahh, vale ya sé a qué te refieres, pues en nada voy.

Él se marchó y mire el mar, algo que le había cogido más que miedo, asco, un color azul que no podía con él, pero esque es verdad que en la playa te pones más morena que en la piscina, lo tengo totalmente demostrado, ya podía ver, me fijaba en cómo mis dedos de los pies se movían debajo del agua, o como las palmeras movían sus hojas con el poco aire que había, como se doraban los espetos que se convierten poco a poco en un color dorado y el olor atrae a las personas extranjeras quemadas por el sol a probarlos, como las palomas roban patatas o comida a los niños pequeños, aunque simplemente el color azul del cielo con el que podías imaginar cualquier cosa dándole forma a sus nubes.

Estaba dudosa, no sabía si debía meterme o acercarme a las duchas, aunque ya estuviera dentro del mar, mi fuerza de valentía ganó, me metí más adentro, me quité la arena y salí.

—¿Tienes frío o qué? —me preguntó

—La verdad es que sí.

El me acerco la toalla y yo me la puse y me senté al lado suya aceptando su cerveza de limón.

—Es normal, está empezando el atardecer.

—Necesito hacerle una foto.

—¿Necesitas hacerle una foto a todo lo que ves? —me preguntó

—Estudiante de fotografía y arte.

—Guay.

—Demasiado guay.

Al final hice más de una foto, el color del atardecer descendía la iluminación de esa tarde en la playa, el color rojizo que refleja en el mar, donde las palmeras se movían, ya hacía un poco más de frío, cuando las personas y los niños deciden salir del agua y cambiarse, antes de partir el viaje de nuevo hacia sus hogares, o pensar que "espetitos" se van a comer esta noche. Pienso que el atardecer es el momento para admirar el dia, que nos enseña que aunque el dia no haya valido totalmente la pena, podemos quedarnos en silencio y ver como el sol se oculta poco a poco de una manera tan bella, con diferentes colores, rosas, rojos, anaranjados, morados, hasta que se queda todo en un color negro oscuro y unos puntitos que brillan desde arriba, recordandonos que son bellos y que también debemos observalos o por lo menos detenernos, para encontrar nuestra constelación favorita o simplemente observar la osa mayor o menor, si relamente somos capaces de buscar por donde han sido trazadas.

—¿Te gusta la foto? —le pregunté enseñándole el móvil.

—Si, la verdad es que está bien, ¿pero para que la quieres? ¿subirla a redes?

—Quiero ver si soy capaz de pintar un atardecer tan bonito como este.

—¿Y el mar no te llama la atención?

—No la suficiente.

—Eso ya lo veremos.

—¿ya lo veremos? —pregunté.

—Estoy por estudiar, la carrera de biología marina, alomejor te cambió de opinión.

—Difícil creo yo.

—Ya lo veremos —me dijo mirándome

—Si tu lo dices.

—Por cierto me llamo Edgar —dijo recogiendo.

—Levana —le respondí.

Mientras que el sol descendía y todo se iba poniendo de un color más oscuro, y poco a poco se dejaba de ver, menos las luces del paseo marítimo o la de los restaurantes, Edgar y yo hablábamos y dialogamos sobre diferentes temas, hasta que miro mi collar y dijo "que pija" a la vez que recogía. El me contó un poco había solicitado la plaza para la universidad y yo le comente cómo tenía que terminar el cuadro, que había escogido, eran varios niños que habían pintado en el suelo el símbolo de la  paz en colores llamativos, le conté como el cuadro tenía tantos detalles y cumplía con todo lo que pedían pero que aun así tenía el miedo a que no fuera lo suficiente, ya que lo normal es ver obras famosas calcadas para la prueba de acceso, como cualquier obra de Monet, van Gogh, o El beso de Gustav Klimt, entre otras muchas obras qué pintan buscando un puesto en esa carrera, que podían quitarme en cualquier segundo.

—¿A esta hora mañana? —me preguntó.

—Vale.

En el fondo, te gustaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora