Capitulo 9

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-Levana

Alma y yo nos conocemos desde adolescentes, nos fuimos de intercambio juntas a Londres y ahí la conocí, dos niñatillas de catorce años, nos toco juntas en la habitación y menos mal, por que estaba sola, y desde ahí nos conocimos y nos hicimos inseparables, volvimos a vernos dos años después en mis vacaciones a Cadiz y así estuvimos haciendo durante años, cuando nos hicimos mayores de edad la veía más seguido, y un día me llamó y me dijo, que tenía un piso en Cádiz, lo ví y era la oportunidad perfecta, la carrera que quiero junto a mi amiga, no tarde y me fuí con ella antes de lo esperado.

—Tia, tia, venga que hay que hacer el desayuno, venga vete a vestir anda —me apresuro Alma para que me levantara.

—Mierda, mierda qué hora es.

—Es temprano, y ya tengo las cosas listas, pero arreglate que después os vais a no se donde ¿no?

—A la playa si, gracias alma tia te amo.

Alma es una de las personas con más lealtad que conozco, siempre va a estar ahí para ayudarme, y teniendo en cuenta que soy una despistada siempre está ahí para echar un cable cuando hace falta, hasta para ayudarme con citas y "amigos" como Edgar, ella siempre está para apoyarme y para decirme la verdad a la cara si es necesario, aunque después me enfade con ella. No tardamos mucho en solucionarlo, tenemos la promesa que la culpable le compra algún dulce a la otra. Y si hemos sido las dos pues lo hacemos las dos. Si necesitas un consejo siempre va a estar Alma para ayudarte, ¿quien no quiere amigas asi?

Me estaba pintando, algo por encima, de maquillaje y entró Alma y empezó a mirarme.

—¿Qué miras tú ahora tonta?

—La virgen santa, como este niño no sepa apreciarte es para darle un patadón y de los buenos lo sabes ¿no?

—Muchas gracias alma —le dije después de reírme.

—Bueno sirve los zumos y abrele la puerta.

—¡¿Ya está aquí?! —le pregunté super alarmada.

—No,no,no aun no.

—Uff menos mal.

La mesa estaba llena de comida, demasiada para dos personas o tres si Alma se quería quedar de sujetavelas, los zumos de colores apetecibles estaban servidos en la mesa en grandes botellas de cristal, al lado de las diferentes tipos de leche que le gusta a Alma tomar por la mañana, a veces de almendra, otras de arroz, unas con chocolate, avena, semidesnatada, leche de coco, sabor vainilla entre otras muchas más, Alma había hecho su especialidad el bizcocho de zanahoria con crema de vainilla,  el de red velvet que aprendió hace poco y una gran tarta de queso que estaba para chuparse los dedos, las palmeritas de chocolate y normales caseras com sus galletas, Alma me ha echado una mano y muy grande, porque pocas cosas hay ahí mías aparte de las tortitas, mi especialidad, ¿quien no quiere comer tortitas todos los días? Yo podría hacerlo perfectamente. No era solo el color si no el olor que desprendía la casa entera de tanta comida, que acabaríamos dando a los vecinos lo para quedar bien delante de Edgar.

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