Capitulo 43

7 0 0
                                    

-Levana

Empezar el año junto a una persona totalmente importante en mi vida, iba a dar un vuelco enorme, ya puedo decir que Edgar es mi novio y que me ha regalado un anillo precioso, de un azul muy bonito, un azul marino, un azul que a él le encanta de una manera tan increíble.

Me encontraba haciendo tortitas con chocolate y trocitos de galletas para desayunar, porque por un día al año no hace daño, aunque empezar el año con estos hábitos "saludables" se va a notar en verano.

—Buenos días preciosa —me dijo abrazándome por detrás.

—Buenos días amor.

Él me tocó el collar de perlas por detrás

—Nunca has dejado de quitártelo —me susurró al oído.

—Es mi favorito, ya sabes.

—Si, lo sé —me respondió en el abrazo.

Él me da un beso en la mejilla y me sonríe.

—¿Quién te lo regalo? —me preguntó toqueteando— no te lo quitas ni para bañarte.

—Tu anillo tampoco me lo quitó.

—Razón no te falta preciosa pero con el anillo llevas un día y con el collar llevas meses.

—Llevo años, y si me lo quito para dormir.

—¿Pero no es incomodo?

—No.

—¿Me vas a decir quien te lo regalo?

—Si, fue mi padre.

—¿Quieres hablar del tema? —me susurró— te notó rara.

—Es que no me dejas cocinar guapo.

—Ni que fuera tan importante.

El me sentó encima suya en una silla.

—Puedes decirlo si qui-..

—Me lo regaló mi padre, él es camionero y a veces no había el suficiente dinero en casa y se tenía que ir semanas a descargar fuera, por eso de pequeña a veces comía en tu casa sin mi madre, por que tú madre sabía que si no, no comía su mejor amiga.

—Me acuerdo de que te vinieras a dormir, y de traerte el desayuno al colegio pero no pensaba que era tan impactante.

Ella me sonrió y me siguió contando.

—Cuando fue mi cumple de los seis años, tu madre te obligó a disfrazarte de príncipe cuando yo iba de princesa, ¿te acuerdas?

—Si, me acuerdo, el traje era muy incómodo, pero ¿por qué?

—Porque mi padre se fue dos semanas fuera para ganar dinero, y mi cumpleaños se pagó a medias con tu madre y la mía.

—Y lo del príncipe porque te hacía ilusión ¿no?

—Si —le dije.

—Cuando mi padre vino pues tenía el collar de perlas me lo puse y no me lo volví a quitar nunca.

—Que bonito cariño —me susurró él en la oreja y me dio pequeños besos en el cuello.

—¿Qué cocinas? —me pregunto mientras  me tocaba  un poco el collar.

—El desayuno.

—Pero ¿qué desayuno? —me dijo cogiéndome de la cintura.

—Me estás poniendo nerviosa —le dije cuando me giré para mirarle a los ojos azules.

—No has respondido a mi pregunta —me dijo pegándome más a él.

—Estoy haciendo tortitas con chocolate, ¿quieres?

—Te quiero a ti, pero me puedo conformar por un rato.

Cuando pude notar que se alejaba de mí y se sentaba me puse mucho más tranquila.

—¿Te ayudo en algo? —me soltó como pregunta.

—No te preocupes estoy terminando.

Le dije mientras le untaba chocolate y toppings a mi tortita.

—¿Con que te gustan las tortitas? —le pregunté sacándola de la sartén

—¿Contigo no se puede?

—No, no puedo meterme en una tortita.

—Pero si en mi cama.

—Edgar no seas guarro —le chille mientras le amenazaba con la espátula.

—Vale, vale perdón.

—¿Con que te lo pongo? —le dije amenazandole con la espátula

—Fresas y chocolate pero no me pegues —me dijo intentando defenderse.

—Muy bien ves como no costaba.

Ella prepara la comida y yo me la como, bueno generalmente nosotros y después me toca limpiar los cubiertos, sartenes y platos, ya que ella lo detesta, podríamos cambiar tareas, pero a ella le encanta cocinar y se ve muy feliz, asique se queda ella.

—Estas tortitas están muy buenas nena, eres muy buena cocinera.

—Gracias cariño.

—Tu gusto de tortitas no ha cambiado desde que eres pequeña.

—Amo las tortitas y las amaré por siempre, puedo comer tortitas todos los días de mi vida.

—¿Tanto te gustan?

—Me encantan nene.

El me ofreció la mitad de la tortita que le quedaba.

—Pero mi niño, ¿no tienes más hambre?

—No, estoy lleno, cometela.

Nos quedamos juntos toda la mañana hablando de nuestras cosas, mientras él limpiaba.

—Oye —me dijo.

—Dime.

—Coje tus cosas y tengo un buen plan.

—¿A qué te refieres con mis cosas Edgar?

—Pues chuches y esas cosas.

—¿Esas son mis cosas? —Le pregunté riéndome.

—Si.

—Me parece perfecto.

Después de coger "mis cosas" Edgar me llevó al cine, una película que jamás diría que iba a verla "Aquaman" al final es más bonita la película de lo que crees, y no es sólo acción sino que es una película con más profundidad de lo que parece, o eso dice Edgar, pero de pez a pez es difícil ver una conversación que no tenga sal de por medio.

Al final si que me gusto la pelicula y las chuches fueron de buena ayuda, por lo menos no me quede en casa todo el día sola, ya que mi maravillosa amiga Alma está todo el día con el chico de sus sueños o eso dice ella. Al parecer sí que se habían enamorado estos dos y mucho parecen dos  perezosos juntos.

Yo y Edgar somos más tranquilos en algunos ámbitos, aunque nuestra monotonía se nos hace notar, pero nada de nuestros sentimientos se interrumpe en nuestro futuro ni en nuestras ideas, ya que aun somos jóvenes y pensamos en que queremos trabajar sin que nos lleve nada por delante.

Y al final si puedo decir que es mi chico, si ese moreno de ojos azules que me coje de la mano mientras ve Aquaman ilusionado cómo nadie, si es él, el chico al que amo, con el que le miro y me brillan los ojos, y siento que hablo como una tonta, si es él, el chico al que amo, de una manera increíble, mi chico.

En el fondo, te gustaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora