Capitulo 30

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Levana

Habían pasado meses desde que Edgar me hizo ese "pequeño" regaló y desde entonces él hacía cualquier cosa para estar junto a mí, teníamos hecha una rutina venía me besaba y consentía a Rocky por la mañana, a veces me ponía celosa aunque realmente no soy su pareja, pero ese que ese camino se robaba mi amor, de vez en cuando echamos un polvo que era mucho más que eso, él no es un chaval básico, siempre le gusta ser creativo y llamar un poco la atención, ya se me hacía a la cabeza que había pasado todo un verano cerca suya y su presencia era completamente normal para mí ya.

—¿Y tú por qué te llamas Levana? —me preguntó sacándome de mis pensamientos de mientras que consentía a Rocky.

—¿Y tú por qué te llamás Edgar? —le contesté preguntona

—Mi padre quería Jesús por mi abuelo que en paz descanse, pero mi madre dijo que era feo y le vino la inspiración y me llamo Luis, a mi padre  le gustó y en una de esas revistas de "cómo ser una madre primeriza" salió Edgar le gustó tanto que convenció a mi padre que ya había comprado la equipación de fútbol con el nombre de Luis, por favor no leas revistas de madre cuando tengamos un hijo cariño.

Mi mente dio vueltas, el quería formar una familia conmigo, junto a mí, los dos juntos en una casa de madera en la montaña con vistas al río y con nieve en invierno, bueno no, una casita de madera frente al mar que a Edgar le encanta o mejor dicho una encima de una montaña con vistas al mar, que no quede muy lejos claro. Con la cocina blanca y plateada, o que tal azul y plateada que así le da un toque más Edgar, más marino, el salón, los cuartos, todo era imprescindible hasta el baño, de que color pondremos el baño, debe de ser sencillo, pero elegante, ¿verde? O amarillo yo creo que mejor verde agua con negro, claro a nuestros niños le gustarán, saldrán ¿con sus ojos o con los mios? ¿rubios o morenos? Yo creo que si fuese una niña ser-

—Levana —le escuché decirme.

—Que, que —conteste saliendo de mis propios pensamientos.

—Te llevo llamando un rato eh ¿En qué piensas?

—En nada, en nada.

—¿Y de dónde viene tu nombre?

—¿Mi nombre?

—Si, tonta.

—La verdad es que no lo sé muy bien, se que viene de la mitología griega, pero poco más, también recuerdo que tu madre y la mía hablaban de eso muy seguido, sobre la mitología y los dioses griegos.

—¿En serio? Pensaba que solo era la mía —dijo riéndose.

Entre risas y risas vino Rocky que es mi pequeño angel que cada vez es más grande, mi pequeño perrito arcoiris, siempre pedía cariño y siempre se lo dábamos, un consentidito.

—Que quieres chuches renacuajo —suelta Edgar y Rocky se le queda atentamente mirando.

—Vamos a la cocina.

Rocky era demasiado listo, y ladró diciendo que sí y ambos fueron a por las galletas.

—Y esto que es, estoy celosa.

—Perdona cariño, —dijo Edgar viniendo hacia mí y besándome.

—Rocky es mío.

El perro me miraba y arañaba la pierna de Edgar, pidiendo atención.

Nosotros nos reíamos de la situación,  y a veces yo pensaba en lo feliz que sería Layka y Rocky juntos.

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